Incansable, sin dejar ningún rincón de mi cuerpo por explorar; con constancia, deseo no contenido; pertinaz gula de mí, de mis sabores...
Cuando llegó al interior de mi oreja, no pude contenerme más y, saltando de la cama, busqué desesperado el matamoscas.
FRM [revisado 15/08/2014]
(Foto de archivo tratada) |
Jajaja...qué bueno.....y totalmente inesperado. Delicioso. :)
ResponderEliminarGracias, guapa amiga
EliminarExcelente microrrelato. Felicidades, Francisco.
ResponderEliminarViniendo de ti, Ángeles, maestra de relatos, ese comentario tiene el doble de valor.
EliminarTengo la sensación de habértelo leído, pero no encuentro comentario, así que no sé. En todo caso, Sorprendente e ingenioso mini-relato. Para disfrutarlo, querido amigo.
ResponderEliminarFuerte abrazo.
Es muy posible, Teo. Llega un momento en que ya no sé lo que he publicado. Pero, sea como sea, me alegra que te haya gustado. Abrazos.
EliminarFrancisco , sumergida en la lectura de una sabia y tórrida amante llegué a las letras del final con una canción que cantaba Serrat , moscas mis queridas moscas.... genial !!!
ResponderEliminarPertinaces e inasequibles al desaliento, Marisa... Ellas son así. Besos y gracias.
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