No sé si por torpeza o incultura teológica o, quizá, por descreimiento, pero nunca he terminado de entender la relación entre el perdón de un supuesto "pecado original", del que la prole a la que pertenecemos todos los humanos no somos responsables, y la necesidad para lavarlo del sacrificio cruento y cruel del Nazareno cuyo nacimiento se ¿celebrará? en breves fechas. Por otra parte, extraño perdón que no levanta el castigo milenario impuesto y seguimos trabajando con el sudor de la frente y pariendo a los hijos con dolor, sometidos a la vergüenza de la desnudez y a la crueldad de las guerras y enfermedades.
Claro que los caminos del Señor son inexcrutables, infinitos y escritos sobre renglones torcidos; lo que dificulta sobremanera la escasa y limitada capacidad de mis pensamientos.
Soy mi mirada.
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Boceto propio, desde otro punto de vista |