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El nómada "repostando" en la madrileña Cuesta de Moyano. Foto de Pilar Cuenca |
Cuando leas en voz alta,
cuando recites para alguien querido,
cuando hables sobre algo,
cuando escribas lo que piensas...
Siéntelo y vívelo profunda, intensa... exageradamente.
Haz que las palabras acaricien, sonrían, lloren de pena o alegría...
Pero nunca, jamás, caigas en la aburrida monotonía.
Sólo así harás sentir y vivir el mensaje
a quien pueda y quiera recibir
la mágica vibración de tu palabra.
FRM [20/09/2015]
(Dedicado especialmente a todas las mujeres que alguna vez han disfrutado oyendo mi voz)