Muchos lo han contemplado y muchos más se detendrán perplejos y asombrados, más o menos absortos en la observación de cuanto acontece o parece mostrar. Pero sólo unos pocos elegidos se tomarán la molestia y harán el esfuerzo de penetrar en la comprensión de sus arcanos más ocultos que, como en la vida misma, se muestran tan evidentes que pasan más desapercibidos.
Las figuras, los colores, la luz, la maestría en suma de la pintura, son la superficie en la que los ojos se detienen embriagados, limitando la comprensión de la mente suprasensorial.
Pero hay más, mucho más, cuando se aprende a mirar con los fascinados ojos del alma, aceptando el esfuerzo de recorrer el largo y poco concurrido camino del conocimiento para abrir sus puertas...
En definitiva, como en la vida misma... y, quizá, más allá de lo que llamamos vida.
FRM [28/12/2013]
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"El Jardín de las Delicias", Museo del Prado |