El Rincón del Nómada

El Rincón del Nómada
La libre soledad del ermitaño es el terreno más fértil para que germine y florezca la creatividad. (Foto propia, 2014. Isleta del Moro, Almería)
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martes, 11 de junio de 2019

Un ocaso y una posibilidad

Pedro Crespo Refoyo, filólogo, profesor y escritor

Para mi fraternal amigo Francisco R. Mayoral, entre OTROS

POSEEN PARA MÍ LOS OCASOS una dulcedumbre especial.

ACASO se deba a mi inclinación nocherniega de natural. El atardecer, manso como una cordera joven y virgen, es la antesala de lo oscuro y el despliegue de lo neutro luminoso. Cuando atardece, el día se entrega en cuerpo y alma a su mortaja delicuescente, almidonada, preñada de inquietudes y rumores: poblada de seres y tinieblas invisibles.

ES LA hora que más quiero. La hora en la que todo mi ser inició la partida, desde el seno materno, hacia este mundo: a finales del invierno de 1955, un atardecer, roto en nieves y fridoliento, de un miércoles 9 de marzo, en el que llegué a ver la luz, muy al borde de la media noche. En ese meridiano nocturno y noctívago. De esos atardeceres, con querencia nocturna, vengo yo. Y mi mundo es este de crepúsculos, de melancolías encendidas, muy a flor de piel; melancolías que invaden el alma y hacen nido propio en ella, entre rubores y ópalos, al amparo del cromatismo difuso y confuso.

IMAGINO, a veces, que es la hora de amar y del amor. Que en esa fusión de luz y sombra, las almas se entrezuzan y se encuentran, se fusionan, se hacen una sola; una sola sombra, una sola sombra anímica, dulce y larga: interminable, inconmensurable. La sombra de la luz que acaba y se entrega al seno de la noche oscura para ser una en ella. Esa sombra que renacerá multiplicada y limpia: con la renovación de lo resucitado y revivido. En ese ser y no ser. En ese ser para ser y dejar de ser en pura entrega, en la celebración de su autoinmolación. Sacrificio incruento de la luz y la sombra... ¿O es sangre, postrimerías cromáticas, esos regueros de luz menstrual, de arábigo atambor, ese sortilegio de fuegos encendidos con que se pinta los labios lucidos la tarde cada día: entre el naranja y el berenjena, entre el rubí y el bermellón, entre el carmesí y el almagre o el malva y el nazareno oscuro?

Y, A VECES, imagino --más bien veo, entreveo-- una pareja de la edad de los crepúsculos, con el corazón de los albores, paseando quedamente entre beso y beso. Mirándose a los ojos, entresoñando, en silencio, y comprendiéndose: lo dicho y por decir... Y volviendo a unir sus bocas como la luz entrega su alma a las palmas de la sombra del asombro asombrado. ¡Ah, tiempo de entretiempo y de penumbra entre dos luces, luz de ocaso y sombra de anhelo incierto! Oh, luz de mis dolores y de mis plenitudes.

♧ pedrocrespo, madrid, sábado 8 de junio de MMXIX

viernes, 24 de mayo de 2019

Retorno a Cientonce

Acuarela de Andrew Wyeth

Cientonce es un lugar que existe en un poema iluminado por luciérnagas.

Un poema que vive bajo la piel y se palpa en ella, como las golondrinas que anidan en el alma y vuelven. Golondrinas que vuelan agitadas como si les fuesen a cerrar el nido. Un nido bullicioso que alberga huevos ilusionados, esperando la feliz eclosión. En Cientonce las abejas producen miel con mantequilla y mermelada, alrededor del latido de calientes esperanzas semidormidas que agitan sonámbulas su llavero de sueños. Un lugar eterno que habita dentro y nos espera para ser abierto y habitado.

Cientonce es un lugar que existe en un poema iluminado por luciérnagas.

Cientonce se abre con mano temblorosa, cara de lelo y besos contenidos. Se abre como una caja que sube y baja, dentro de otra Caja llena de sorpresas esperadas. Un lugar donde las líneas rectas tienen la forma de tus pechos sonrientes y las miradas resbalan amarradas con nudos de hilo rojo prehistórico. Cientonce existe en un poema romántico y sonámbulo que sueña despierto y duerme soñando, mientras celebra, cada minuto, infinitos cumpleaños sin envejecer.

Cientonce es un lugar que existe en un poema iluminado por luciérnagas.

Un lugar que existe en un poema que reclama volver a ser recitado, como vasos rellenados por los unicornios voladores que recolectan ramilletes de orégano. Cientonce es un lugar iluminado por luciérnagas como cascabeles. En Cientonce, las almohadas brillan cegadas por el resplandor de rostros transfigurados y las nubes son un regalo de piel suave, feliz y enlazado entre abrazos.

Cientonce es un lugar que existe en un poema iluminado por luciérnagas.

Cientonce es un lugar que suena dulce como la lengua insaciable de un gato en un plato de leche. Que resuena como la brisa entre las ramas donde moran los trinos de mil pájaros, cantando partituras no escritas para que baile el mundo ciego y enamorado. En Cientonce amanece y oscurece a destiempo, pues es un lugar ajeno al tiempo que se diluye, resbalando a contraluz por tu cuerpo.

Cientonce es un lugar que existe en un poema iluminado por luciérnagas.

A Cientonce es imposible no retornar. Se regresa a morir de nuevo para volver a resucitar, una y otra vez. Porque los recuerdos más eternos son los más fugaces y su liviandad acentúa el deseo de revivirlos, como moscas pertinaces que se agitan, inasequibles al desaliento, sobre un azucarero abierto. Se vuelve para enterrar las penas en tumbas fértiles de abrazos sin epitafio. En la noria del conocido camino recorrido y siempre gozosamente redescubierto.

Cientonce es un lugar que no existe, pero podemos hacerlo existir porque lo llevamos dentro.

FRM [24/05/2019]

lunes, 20 de mayo de 2019

Cientonce

Obra del pintor Andrew Wyeth

Cientonce es un paraíso que existe en otra dimensión onírica.

Una dimensión que es un ramo de flores que suena como el latido de dos corazones a coro con sus ecos. Cada corazón es un niño que salta en charcos de luz de antiguas farolas. Farolas que albergan los trinos y suspiros de miles de aves revoloteando en el horizonte. En Cientonce, el horizonte lo dibujan dunas con formas femeninas y galopes de centauros.

Cientonce es un paraíso que existe en otra dimensión onírica.

Una dimensión que es un poema soñado en un remoto pasado y cuya música no ha cesado de cantar, anidando en las ramas de árboles añosos. En Cientonce, las cortinas son como alas que se agitan cual las de mariposas que cosquillean en el estómago de una esquina iluminada. Una esquina de un barrio de una ciudad que es una imagen con vasos de gintonic mezclados con orégano, sembrado por unicornios.

Cientonce es un paraíso que existe en otra dimensión onírica.

Un poema que flota, fluyendo en las aguas de un río lleno de nenúfares flotantes que salpican de lágrimas emocionadas los recuerdos, gotas dulces que brotan del arañazo de los pinchos de una maternal flor seca de cardo. En Cientonce, los suspiros gimen sobre las almohadas poniendo ritmo al regalo del silencio enamorado como si siguiesen la batuta que guía hacia el cielo donde no se distingue la vida de la muerte.

Cientonce es un paraíso que existe en otra dimensión onírica.

Un paraíso en el que los amantes no usan reloj y el tiempo se detiene entre nubes que salen de puntillas cuando su propio tiempo se cumple. Un tiempo que se encuentra como el algodón de azúcar de las ferias y se derrite y saborea, hasta que las luces anuncian el final de la jornada y el comienzo de la espera añorante, contando segundos cuya muerte se celebra mientras se escribe poesía al ritmo de los días. Recordando con impaciencia el regreso a Cientonce.

Cientonce es un paraíso que existe en otra dimensión onírica.

Una dimensión llena de agua para navegar, sorteando escollos y reposando en islas de arenas blancas como nalgas virginales que se encienden al beso del deseo. En Cientonce todo es perfecto y se intercambia, se combina y completa, como la tuerca con el tornillo que todos llevan en el alma. Todo se ensambla y perfecciona al completarse como se completan el pincel, el color y el lienzo que espera, deseando ser mancillado.

Cientonce es un paraíso que existe en otra dimensión onírica.

En Cientonce, las muertes son pequeñas y de ellas se resucita. La fugacidad no importa, porque todo renace, se repite y perfecciona. En Cientonce, existe lo inexistente, se explica lo inexplicable y se renace de la muerte. Las penas yacen en una tumba de abrazos y Cientonce vuelve a brillar para siempre... eternamente inolvidable. Cientonce es un lugar que no existe, pero sabemos hacerlo existir porque lo llevamos dentro.

FRM [20/05/2019]

jueves, 21 de febrero de 2019

Disney en mis primeros gouaches

"Lobito"

Como he dejado constancia en este mismo "Rincón" (Ver enlace aquí), fue al filo de mis diez años de edad cuando me estrené en el uso de los pinceles como herramienta y el gouache como materia prima.

Aquel hallazgo me gustó, y llevado por el entusiasmo del primerizo y el encanto que entonces me inspiraban los personajes de Walt Disney, me dediqué a practicar, copiándolos como loco, como testimonian estos reaparecidos dibujos de aquella época.

FRM [13/02/2017]

Dibujos coloreados con gouache, 1957

miércoles, 2 de mayo de 2018

El 2 de mayo

Foto de archivo del monumento citado a Daoiz y Velarde con el Arco de Monteleón

Para muchos, la fecha de hoy conmemora la gran gesta liberadora del 2 de mayo de 1808, cuando los madrileños, estimulados y capitaneados por Daoiz y Velarde, se alzaron contra la dominación del ejército napoleónico y el poder del rey impuesto José Bonaparte, irónicamente conocido como Pepe "Botella". Otros lo lamentan, porque toda la sangre vertida en aquella ocasión nos alejó de lo que consideran que hoy sería una sociedad más enciclopedista, culta y educada, más europea por "afrancesada".

Para mí, sin embargo, el mero enunciado de esta fecha me traslada a los felices días de mi infancia y al que fue mi barrio en esos años. Aquellos en los que el monumento a los dos héroes daban sombra guerrera, con paso de ballet congelado, a mis juegos infantiles en la plaza del "Dos de mayo" madrileña. Allí sigue la pareja símbolo de la unión por la libertad; para siempre bajo el portal del Arco de Monteleón que fue la entrada del cuartel de artillería en el que servían y donde se rebelaron contra la invasión napoleónica, muy cerca de la actual y popular calle dedicada a Manuela Malasaña y de la perpendicular que lleva el mismo nombre del cuartel, en cuyo número 9 viví con mis padres, hasta mi propia independencia.

Lindando con la plaza, sigue estando la Iglesia de la Virgen de las Maravillas o parroquia de los santos Justo y Pastor, en la que me bautizaron, hice la primera comunión y asistí a la preceptiva catequesis, así como a las tradicionales "Misas del Gallo" navideñas, sin olvidar la confirmación y los embadurnamientos frontales de los miércoles de ceniza.

En otra de las calles afluentes, estaba el jardín de infancia en el que empezaron a desasnarme hasta que tuve la edad de ir al cole "para mayores" de Isabel la Católica. Centro educativo que aún existe junto al antiguo mercado de Barceló, hoy reconvertido en gran centro comercial y a poca distancia de la plaza que protagoniza esta fecha y mis recuerdos.

Así pues, para mí, hoy no es el día de la Independencia. Es el día de mi feliz infancia en la que no teníamos de nada pero nos sobraba de todo.

Felicidades a todos, sea lo que sea lo que conmemoren, recuerden, celebren o... lamenten.

FRM [02/05/2015]

lunes, 16 de abril de 2018

Pasajero del tiempo

Mi hermano, Mariano Rodríguez Mayoral

Uno de los pocos buenos acontecimientos de una mudanza integral es que te reencuentras con fragmentos de un pasado poliédrico, casi intemporal, y ya olvidados entre los pliegues de la memoria.

En ese trasiego de gratos recuerdos, limpieza de desapegos y reencuentros inesperados, me he tropezado de improviso, como al doblar una esquina de mi presente, con un poema que me escribió mi querido hermano como regalo de mi cumpleaños de 2005, año en que se gestaba mi anterior muerte iniciática y renacimiento renombrado, cumpliendo un inevitable y reiterado ciclo, recientemente repetido, en el continuo devenir del permanente aprendizaje en mi nómada destino.

La dedicatoria, con la que Mariano firma su emotivo y poético regalo "Pasajero del tiempo", puede resultar críptica para muchos, pero no me resisto a recogerla porque complementa perfectamente el obsequio versificado. Hoy (*), camino de su octavo aniversario, cobra para mí nuevo e intenso valor con la emoción que sólo supera el cariño y admiración que siento hacia su autor. Gracias, querido hermano, poeta, escritor y, a ratos, dibujante y pintor.

La dedicatoria dice, dijo, así:

«Con todo el cariño y admiración de siempre.

Eres el único que me hace asomarme a viejos ventanales
y el "trágico" evento de esta fecha,
bien merece el intento de arrimar el ascua a un fuego
que afortunadamente mantiene su rescoldo.

Muchas felicidades (21-07-2005)»

PASAJERO DEL TIEMPO

Pasajero del tiempo desbocado
que engarzas emociones y cordura
mientras la suerte, itinerante y dura
fustiga con espueslas tu costado.

Dime acaso si hallaste en la locura
de tanto ir y venir a cada lado
la pérfida señal de haber estado
solo en la soledad de tu montura.

Sabes de haber nacido por recado
depositado en tu cárcava inmadura
por otras voluntades. Hoy perdura
la vieja sensación de amamantado.

Sirve entonces, a modo de armadura,
la sombra del recuerdo aprisionado
en no se sabe que arcón abandonado
de ensueños, personajes y andadura.

Y nuevamente solo te ha encontrado
la dama de alma negra y amargura
que busca de la luz la más oscura
para hacerte sentir que has terminado.

Mariano Rodríguez Mayoral

FRM (*) [16/04/2013]

martes, 3 de abril de 2018

Tertulias en el Gijón

Este nómada con el maestro y poeta Javier del Prado Biezma. Fotografía de Almudena Mestre, (06/02/2018).

«A finales del siglo XIX, una isla en forma de café literario y de salón de aparecidos se desprendió del mundo. Desde entonces vaga congelada en el tiempo a merced de las corrientes de la historia por los grandes paseos del Madrid imaginario, donde suele encontrársela varada y luciendo la bandera del Café Gijón, a pocos pasos del palacio de la Biblioteca Nacional. Allí espera, dispuesta a salvar del naufragio a quien llega a ella sediento de espíritu o de paladar, como si fuese un gran reloj de arena a la deriva, donde por el precio de un café el más pintado puede mirarse en el espejo de la memoria y creer, por un instante, que vivirá para siempre.» (*)

Y hasta esa isla navego, siempre que puedo, para calmar mi sed de saber y amistad que renace en su cripta todos los martes, menos las fiestas de guardar. Allí me siento —en sus dos acepciones— como un moderno Robinsón que aprende a sobrevivir sin ahogarse entre las mareas de las letras y el pensamiento, bajo la batuta del escritor Justo Sotelo que oficia de gran protagonista como sacerdote pagano en el rito semanal, remedando el aire profesoral en el que siempre se envuelve y no puede evitar respirar, ante la inmejorable compañía de sus invitados esporádicos y la de todos los entrañables asistentes habituales, de los que han surgido varios de mis mejores y más valorados amigos.

Todo un enriquecedor placer en un par de horas que desaparecen del reloj y, a veces, se prolongan informal y amigablemente con los menos apresurados.

Se disfruta mucho presente y futuro en ese ambiente cargado de pasado del Gran Café Gijón.

FRM [02/04/2018]

(*) Carlos Ruiz Zafón, "El laberinto de los espíritus".

lunes, 29 de enero de 2018

Abrapalabra

Corría 1953, cuando este nómada escuchaba mucho para aprender a contar un poco de mayor

Una de las cosas que más me apasiona es el mundo mágico de las palabras. Quizá por eso me recuerdo como un lector insaciable desde que era muy niño, pues eran tiempos en que aprendíamos a leer y escribir muy tempranamente, de lo que conservo evidencias con tres y cuatro años de edad.

Es una placentera afición que, no sólo no me ha abandonado con el transcurso de los años, sino que ha crecido, convirtiéndose en una pasión inagotable con infinidad de hallazgos conceptuales y etimológicos que, si no siempre son reales ni ortodoxos, merecerían serlo en el universo paralelo de mis devaneos lúdicos y amorosos con las letras. Por eso, prefiero usar la mágica invocación de "¡Abrapalabra!" en lugar del legendario y tradicional conjuro "abracadabra".

Ignoro si hay algo genético en ello, pero estoy seguro de que mi familia tuvo una influencia determinante con sus regalos fascinantes de cuentos, tebeos, libros, narraciones y anécdotas que mis padres y algunas tías sembraron en mi ávida alma infantil abarrotada de ilimitada curiosidad insaciable.

De aquellos ya remotos años, conservo, entre otros muchos, el recuerdo de un gracioso poema de Pablo Parellada que, con el pseudónimo de "Melitón González", firmaba divertimentos muy inteligentes en publicaciones como la desaparecida y añorada revista "La Codorniz" que dirigía Alvaro de la Iglesia y acogía en sus audaces e inteligentes páginas a genios del ingenio como Tono, Abelenda, Martín Mena, Gila, Azcona, Mingote, Perich, Máximo y otros muchos que ahora no localizo en los viejos, y ya polvorientos, archivos de mi memoria.

Rescato los versos mencionados para conservarlos en este rincón de amistad, porque me encantan y porque mi  padre y sus inolvidables hermanas me los leyeron muchísimas veces, compartiendo risas y fomentando mi aprendizaje infantil.

EL IDIOMA CASTELLANO

Señores un servidor:
Pedro Pérez Baticola,
cual la Academia Española,
«limpia, fija y da esplendor».

Pero yo lo hago mejor;
y no son ganas de hablar,
pues les voy a demostrar
que es preciso meter mano
al idioma castellano
donde hay mucho que arreglar.

¿Me quieren decir por qué,
en tamaño y en esencia,
hay esa gran diferencia
entre un buque y un buqué?

¿Por el acento? Pues yo,
por esa insignificancia,
no concibo la distancia
de un presidio a presidió.

Ni de tomas a Tomás,
de un paleto a paletó
ni de topo a que topó
ni de colas a Colás.

Mas dejemos el acento
que convierte, como ves,
las ingles en un inglés
y vamos con otro cuento.

¿A ustedes no les asombra
que diciendo chico y chica,
majo y maja, rico y rica
no digamos hombre y hombra?

Y la frase tan oída
del marido y la mujer
¿por qué no tiene que ser
el marido y la marida?

El sexo a hablar nos obliga
a cada cual como digo;
si es hombre, me voy contigo;
si es mujer, me voy contiga.

¿Por qué llamamos tortero
al que elabora una torta
y al sastre que ternos corta
no le llamamos ternero?

Como tampoco imagino
ni el diccionario me explica
por qué al que gorros fabrica
no se le llama gorrino.

¿Por qué las Josefas son
por Pepitas conocidas,
como si fueran salidas
de las tripas de un melón?

¿Por qué el de Cuenca no es cuenco,
bodoque el que va de boda,
y al que los árboles poda
no se le llama podenco?

Cometa está mal escrito
y por eso no me peta;
¿hay en el cielo un cometa
que cometa algún delito?

Y no habrá quien no conciba
que llamarle firmamento
al cielo, es un esperpento;
¿quién va a firmar allá arriba?

¿Y es posible que persona
alguna acepte el criterio
de que llamen monasterio
donde no hay ninguna mona?

De igual manera me quejo
al ver que un libro es un tomo;
será un tomo si lo tomo
y si no lo tomo, un dejo.

De largo sacan largueza
en lugar de larguedad;
y de corto, cortedad,
en vez de sacar corteza.

Si el que bebe es bebedor,
el sitio es el bebedero,
y hay que llamar comedero
a lo que hoy es comedor.

Comedor será quien coma,
como es bebedor quien bebe:
y de esta manera debe
modificarse el idioma.

¿Y vuestra vista no mira
lo mismo que yo lo miro,
que quien descerraja un tiro
dispara, pero no tira?

Este verbo y más de mil
en nuestro idioma es un barro;
tira el que tira del carro,
no quien dispara un fusil.

Si se le llama mirón
al que está mirando mucho,
cuando ladre mucho un chucho,
hay que llamarle ladrón;

porque la sílaba –on
indica aumento, y extraño
que a un ramo de gran tamaño
no se le llame Ramón.

Y, por la misma razón,
si los que estáis escuchando
un buen rato estáis pasando,
estáis pasando un ratón.

¿Y no es tremenda gansada
en los teatros que sea
denominada platea
lo que nunca platea nada?

De la cárcel al rector
se le llama carcelero;
luego a quien es director
de una prisión, ¡por favor!
Hay que llamar prisionero.

Ya basta para quedar
convencido el más profano
que el idioma castellano
tiene mucho que arreglar.

Aquí se acaba la historia.
Si ahora, para terminar,
unas palmadas me dan,
ustedes no extrañarán
que les llame palmatorias.

(Autor: Pablo Parellada, ”Melitón González")

FRM [29/01/2018]

martes, 29 de agosto de 2017

"Alice" renació Marisa

La versión "Marisa" de "Alice" pintada por F. R. Mayoral en 2003

Hojeando un catálogo de la obra de Amadeo Modigliani —uno de mis pintores favoritos— me vi sorprendido por el asombroso parecido de la dulce muchacha retratada en uno de los cuadros, titulado con su nombre, con una de mis sobrinas. Lo comenté con mi hermana, su madre, que se mostró muy ilusionada con la idea de que le hiciese una copia para colgar en su casa.

Modigliani, 1915
Tiempo después, recordé la deuda contraída y puse manos a la obra, tratando de acentuar el parecido de "Alice", la modelo original de Modigliani, con mi sobrina. El feliz resultado lo colgamos hoy aquí, con mucho cariño y como uno de los más gratos recuerdos de este nómada.

La trágica biografía de una vida miserable y la prematura muerte de Modigliani, consumido por la enfermedad y sus adicciones, no impidieron que nos legara cuadros geniales, con especial preponderancia de desnudos femeninos y retratos. Su obra denota la marcada influencia del arte étnico africano que se detecta de manera evidente en los simplificados y rotundos trazos de los rostros que tanto recuerdan la morfología de las inconfundibles máscaras y esculturas del arte negro.

FRM [22/12/2011]

domingo, 20 de agosto de 2017

Prosa y poesía

De vez en cuando, me gusta reabrir libros ya leídos en busca de esos pequeños retazos que dejaron en mí un poso de grato recuerdo. Lo he hecho, una vez más, con "Los Alucinados" del gran Paco Umbral. Y, en el sabroso prólogo del filósofo José Antonio Marina, me reencuentro con la perla de una cita del inolvidable José Hierro que deberíamos tener siempre muy presente los aficionados a esto de juntar letras para contar algo:

«Cuando se dice menos de lo que se dice, no hay literatura. Cuando se dice lo que se dice, hay prosa. Cuando se dice más de lo que se dice, hay poesía». (José Hierro)

Todo un alarde de prosa poética que cumple lo que el propio Umbral escribió sobre González Ruano: «Lo importante es dar más por menos, y que no se note el esfuerzo».

Y, sin el menor esfuerzo, me han venido a la mente dos admirados amigos que siempre dan más: Javier del Prado Biezma (poeta y maestro) y Justo Sotelo (profesor y escritor). A ellos dedico esta reseña con mi sincero afecto y toda la gratitud de un fiel aprendiz.

FRM [20/08/2017]

Este nómada con los amigos citados, en la presentación del último libro de Justo Sotelo

martes, 21 de febrero de 2017

Otra casualidad

El jarroncito de mi madre reaparecido

Quienes me conocen desde hace tiempo, saben que no creo en las casualidades. Entiendo que ese término responde a la necesidad del ser humano para definir conceptualmente todos los efectos sorprendentes cuyos orígenes causales ignora o escapan a su comprensión. Es una forma de inmediata sedación, de tranquilizadora analgesia racionalista, frente a la angustia ancestral ante lo desconocido e inexplicable.

Curiosamente, a mí siempre me han llamado poderosamente la atención ese tipo de coincidencias inesperadas, de las que está plagada la Historia y, por supuesto, son frecuentes en la vida cotidiana. Al menos en la mía, o puede que yo sea más consciente de ello por haber desarrollado una especie de alerta permanente.

Muchas han sido y serán las posibles explicaciones que se han pretendido dar, desde el punto de vista de las conocidas como "paraciencias" —tan denostadas por los criterios más racionalistas—. Sin embargo, tampoco han pasado por alto estos fenómenos algunos reputados científicos como Carl Gustav Jug o Wolfgang Ernst Pauli que, desde psicología, el uno y a través de la física, el otro, acuñaron y manejaron el concepto de las "sincronicidades" para algunos de los fenómenos que nos ocupan.

Sea como sea y por lo que quiera que sea, el hecho innegable es que todos nos hemos encontrado más de una vez frente a acontecimientos o sucesos que se presentan de forma incontrovertible e inexplicable, efectos con una hipotética causa original que se escapa a nuestra información y conocimientos y cuya existencia responde a una ínfima y muy remota probabilidad estadística, en términos de la lógica matemática.

Y lo expuesto obedece a que hace muy poco he vivido la más reciente y una de las más emocionantes de esas "casualidades".

Por muchas razones que nos apartarían del tema principal, estoy sumido en la ardua tarea de reducir de forma drástica el volumen de enseres, objetos, recuerdos y documentos que he venido acumulando a lo largo de mi nómada existencia, en la que, salvo accidentes lamentables, casi nunca me he desprendido de nada, algo que ahora carece de sentido, exceptuando argumentos de románticas nostalgias y dudosas utilidades potenciales insostenibles al día de hoy.

En tan ardua tarea, he recibido varias ayudas de otras manos menos apegadas y mentes más lúcidas que la mía, fruto de lo que mi hija mayor desempaquetó hace muy poco un pequeño jarrón, de poco más de 8 cm de altura, que yo creía perdido hace tiempo, pues era parte de un juego de porcelana de tres piezas del que sólo ésta ha sobrevivido durante más de un siglo. Me hizo una enorme ilusión, pues se trata de un recuerdo de mi niñez con orígenes que proceden de mis abuelos, creo que paternos, y que mi madre tenía en gran estima. Lo limpié y guardé con gran cariño, mientras una sonrisa viajera me llevaba a mi hogar de infancia de cuya modesta decoración siempre formó parte.

Hasta aquí, no pasaría de ser una anécdota más de mi proceso de arqueología personal, excavando en los sarcófagos de cartón de las cajas de embalaje que aún quedan por abrir.

Sin embargo, lo curioso es que mientras mi hija se dedicaba a desembalar objetos, yo me he estado concentrando en revisar y hacer limpieza de papeles de todo tipo en la zona híbrida del taller/estudio/despacho. Como consecuencia de ello, me tropecé poco después con algunas carpetas y sobres conteniendo dibujos de diferentes épocas de mi infancia que mi madre había recopilado y atesorado mientras vivió. Como es lógico, faltan muchos de los que hice en aquellos años, pero los que se conservan y ahora disfruto son un verdadero filón de recuerdos entrañables.

Dibujo citado
Entre los dibujos encontrados hay tres fechados en 1960 y uno de ellos en el 14 de mayo de ese año, lo que me hace sospechar que fue un regalo retrasado para mi madre, cuyo cumpleaños era tres días antes, y en un tiempo en el que me faltaban algo más de dos meses para cumplir mis 13 años.

Lo curioso, lo inexplicable, lo "casual", es que ese pequeño dibujo, torpemente coloreado con gouache, es... ¡una copia del jarroncito previamente hallado por mi hija, dos o tres días antes!

Dos supervivencias insólitas en mis circunstancias y que reaparecen en mi presente casi simultáneamente, después de más de veinte años de estar embalados, olvidados, y haber sobrevivido a toda suerte de circunstancias y traslados...

¿Casualidad?

FRM [21/02/2017]

Nota final: Exactamente en el momento en que estoy terminando de escribir y editar esta entrada, recibo la confirmación de que acabo de recuperar otros simbólicamente valiosos recuerdos de mis padres que hace meses que esperaba pacientemente... Otra feliz casualidad.

martes, 14 de febrero de 2017

La disyuntiva de los amantes

Ya no desayuno con diamantes
por "La disyuntiva de los amantes".
Ya hace tiempo que no es como antes.

Ahora el café me sabe a verso
cuando me recuerda a Diana
al besarlo cada mañana.

Sabor con aroma de poesía
que me impregna todo el día
en rapto de fragante idolatría...

cuando el demiurgo me simplifica
en una luz de aurora
y un fragmento de piel estremecida.

FRM [13/02/2017]

Foto propia. El grato recuerdo de una gran amistad

viernes, 10 de febrero de 2017

Quo Vadis?

Una de las experiencias más gratas de mi infancia y que nunca olvidaré es la vivida cuando mis padres me llevaban a ver películas de romanos o de indios, al cercano y ya desaparecido cine Alhambra de Madrid.

El local de aquel cine de barrio, impregnado del inconfundible y penetrante olor a ozonopino, se encontraba en los bajos de un edificio que actualmente se ha convertido en colmena de apartamentos. Pero en mi niñez era un paraíso de aventuras e imaginación desbocada; enclavado en la calle Divino Pastor, paralela a la de Manuela Malasaña y simétricamente equidistante de mi domicilio paterno en la perpendicular calle Monteleón.

De aquel mágico lugar guardo dos recuerdos inolvidables: Por supuesto, las películas que más me impresionaron, como "Flecha rota", "Tambores lejanos", "El secreto de los Incas", "Sansón y Dalila", "20.000 leguas de viaje submarino", "El monstruo de tiempos remotos"... y, más tarde, "El cebo", "El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde"... y tantas otras, entre las que destaca vívidamente "Quo Vadis?". Pero tales recuerdos imperecederos, se hermanan con el de una costumbre habitual que adquirí cuando no tenía más de 7 u 8 años, consistente en hacer una reinterpretación dibujada, al llegar de vuelta a casa, de las escenas o secuencias que más me habían gustado y retenía en la memoria con absoluta fidelidad.

Con el paso del tiempo, la mayoría de aquellas "crónicas ilustradas" se han perdido, por lo que al día de hoy, solo tengo constancia de conservar una de ellas, perteneciente a "Quo Vadis?". Ésta plasma con torpe trazo infantil el dramático momento en que el forzudo Ursus, el fiel esclavo liberto de la princesa Ligia se apresta a recibir al toro que puede matar a la dama cristiana atada a un poste en la arena del circo romano, antes de que llegue a salvarla el amado centurión cristianizado Marco Vinicio. En las gradas abarrotadas se hará el mayor silencio ante la desigual lucha, mientras en el palco imperial, Nerón disfruta del espectáculo, acompañado de su tortuosa esposa Popea y protegido por el fiel pretoriano Tigelino que le guarda la espalda, mientras el apóstol Simón Pedro, regresado a Roma, clama a los cielos en oración... Y empeño mi palabra en garantizar que no he consultado los nombres que se me quedaron, desde entonces, tan grabados en la memoria como la secuencia dibujada en aquellos tiempos.

No recuerdo nada o casi nada de lo que hice la semana pasada, pero hay cosas de mi niñez que nunca olvidaré.

FRM [10/02/2017]

Dibujo de mi niñez, mencionado en el texto, hecho alrededor de 1954 ó 1955.

domingo, 22 de enero de 2017

Ya han pasado tres años

Manuel Leguineche "Manu"

Otro inolvidable día triste...

Se dice que, en este país envidioso y cainita, para que hablen bien de uno hay que morirse.

Pues bien, en el caso de Manuel Leguineche, eso no es cierto. De Manu siempre se habló bien y no he conocido ni sabido de nadie que no lo hiciera así.

Gran e indómito viajero, hoy ha emprendido el último y mayor de sus viajes. Nos deja el mejor de los recuerdos. El de un hombre bueno y noble, humilde maestro de su oficio al que amaba tanto como viajar, la buena mesa sencilla y el paladeo de un buen vino al amor de la charla amigable que nunca rehuía, para disfrutarla y, sobre todo, hacer disfrutar a sus interlocutores.

Un día dijiste: "A un viaje hay que ir documentado, llorado, solo, ligero de equipaje, con espacio para la improvisación y con sentido del humor".

Esta mañana has partido desde tu vivienda alcarreña en Brihuega que alternabas con tu cercano y tranquilo refugio en la montaña, entre Torija y Torre del Burgo, cuyo acceso era casi invisible para todo el que no lo conociese. Tan discreto como tú... Nos dejas la herencia de tus libros, tu buen hacer periodístico y, muy especialmente, tu gigantesca bonhomía. Gracias por tu generosa herencia, Manu.

Ojalá que germine la semilla de la gran frase que un día pronunciaste: “Estoy aquí para demostrar que todas las guerras se pierden”.

Hasta siempre, Manu Leguineche. Grande de verdad.

FRM [22/01/2014]

domingo, 8 de enero de 2017

De Pérez-Reverte a Piolín

Dibujo apresurado que dediqué a mi amiga MEL, 1978

Estaba leyendo una excelente entrevista realizada a mi admirado Arturo Pérez-Reverte, en la que inevitablemente ha surgido el término "tweet", asociado a la red en la que el escritor publica comentarios y mantiene encendidas polémicas con sus enconados detractores... ¡Qué mala es la envidia y que arriesgado el sentido común políticamente incorrecto!

Pues bien, por esas jugadas que la mente nos hace en ocasiones, encadenando asociaciones de ideas involuntariamente, lo de "tweet", onomatopeya en inglés de "pío" (del trino del canario, no de devoto o piadoso), me ha trasladado al recuerdo de Piolín, el simpático dibujo animado llamado originalmente "Tweety".

Y he sonreído al rememorar el carácter y entrañable personalidad del pequeño canario que tanto hacía padecer al frustrado y hambriento "lindo gatito" Silvestre. Porque Piolín era, para mí, el paradigma de la inocencia candorosa, la ternura, la alegría, la simpatía, el cariño y todo lo que hace amable a un ser vivo, incluso la cierta inconsciencia de los niños que no suelen ver la maldad ni el peligro en nada ni casi en nadie.

Elena "La Viajera"
Quizá por eso, en 1978, no pude evitar asociarlo con la encantadora personalidad de una de las mejores personas que he tenido la fortuna de conocer y tratar a fondo, con la suerte de que la distancia en el tiempo y el espacio no ha impedido que siga honrándome con la deferencia impagable de su afecto y amistad, mantenidos hasta el día de hoy.

Asidua visitante de este rincón y amiga permanentemente dispuesta a estar presente cuándo y dónde sea necesario, Elena "La Viajera", siempre tendrá un merecido y cálido lugar de honor en mi memoria, en todo tiempo y lugar.

Nunca podré olvidar que ha sido la única persona que tenía y regalaba la misma alegría y buen humor, los lunes a primera hora que los viernes a la última.

Gracias, MEL, por ser cómo eres y darlo generosamente sin esperar nada a cambio. No cambies nunca.

Te quiero un montón.

FRM [08/01/2017]

viernes, 6 de enero de 2017

Mañana de Reyes

Amanece en mi rincón
este nuevo 6 de enero
con tranquilo corazón
pues todo y nada espero.

Mi alma bien se siente
cuando sereno saboreo
el amor de un café caliente
mientras miro mi correo.

Y... ¡Oh, sorpresa!
ante mi mirada
encuentro sobre la mesa
el regalo de un hada.

Reina de corazones,
capaz de sacar sonrisas
con los pequeños detalles
concebidos sin prisas.

Amapola intemporal
que te adelantas a tu tiempo
con belleza y humildad,
la más suave entre ciento.

Gracias por tu autenticidad,
color y calor de invierno,
que conforta toda orfandad
poniéndome dulce y tierno.

Un beso enorme y glorioso
de mi parte te han dejado,
legendarios y generosos.
los viejos Reyes Magos.

FRM [06/01/2017]

Foto propia, paseando bajo mi ventana.

jueves, 5 de enero de 2017

Saber observar

Edgar Allan Poe (Imagen de archivo)

No basta con "ser" observador...

Si leer siempre ha sido uno de mis grandes placeres, releer libros que se pierden en la memoria de mi adolescencia y, a veces infancia, me aporta el exquisito regusto de volver a saborear platos ya gozados, hallando nuevos y más delicados matices o percibiendo mensajes cuya profundidad pudo haber pasado desapercibida a mi capacidad de observación y reflexión de otro tiempo.

Edgar Allan Poe fue, sin duda, uno de mis cocineros favoritos y volver a él y sus recetas algo más de cincuenta años después, me permite profundizar en brillantes textos y lúcidos conceptos que podían haber sido escritos ayer, tal es su certera frescura en el presente.

Entre la trama de una de las historias favoritas de mi infancia, "Los crímenes de la calle Morgue", encuentro esta perla que no me resisto a compartir por su calado:

"Lo importante es saber lo que debe ser observado"

Porque, tanto o más importante que observar, es la capacidad de aislar el foco de atención de lo que requiere y merece ser observado sin distracciones equívocas.

FRM [06/01/2014]

miércoles, 4 de enero de 2017

Aquellos KALKITOS

Recuerdos... 1978. Montaje digital sobre foto inesperada.

De vez en cuando, la noche me atrapa con una mágica red de hermosos recuerdos, tejida con risas infantiles entre los hilos que usé, hace unos 40 años, para hacer felices a millones de niños que aprendían de todo, jugando y estimulando su participativa creatividad.

KALKITOS fue, sin duda, uno de mis "hijos" profesionales favoritos, parido en el Departamento de Marketing de Gillette que, en aquella época, afeitaba a los adultos y divertía a los imberbes.

Con Félix R. de la Fuente
Con especial orgullo conservo atesorada la memoria de la realización de dos series de KALKITOS basadas en las de TV del inolvidable Félix Rodríguez de la Fuente, con el que trabé una entrañable y enriquecedora amistad personal a raíz de aquellos trabajos, mantenida en frecuentes contactos privados y profesionales hasta su prematuro último viaje en aquel trágico y absurdo 15 de marzo de 1980.

Por cierto, la última colección que guardaba de los KALKITOS realizados con los contenidos del talento de Félix, han sido recientemente heredados por mi nieta mayor, Daniela que los ha disfrutado mucho por su amor a los animales, pues aún funcionaban perfectamente a pesar de los años transcurridos desde su edición.

Una etapa de mi vida de la que guardo intensas experiencias de todo tipo y aún conservo algunas afortunadas relaciones humanas, inolvidables y maravillosas, que sigo agradeciendo alrededor de cuarenta años después.

FRM [04/01/2013]

domingo, 1 de enero de 2017

De 2016 a 2017

Foto propia, Puerta del Sol de Madrid y su legendaria bolita

Ilusiones he tenido
y, como tales,
se han desvanecido.
Pero otras nuevas vendrán,
pues evaporarse pueden,
pero, como hijas del alma,
morir no mueren.

FRM [26/12/2016]

sábado, 31 de diciembre de 2016

Carta a los Reyes Magos

(Imagen de archivo)

Queridos Reyes Magos:

Ya sé que hace muchos años que no os escribo y que las últimas veces que lo hice fue en nombre de mis hijas, aún pequeñas y casi a su dictado. Hace tanto, tanto, que no sé si seréis capaces de recordarme o de disculpar mi distanciamiento imperdonable.

En mi descargo sólo puedo deciros, majestades Melchor, Gaspar y Baltasar, que no ha sido falta de cariño ni de respeto, tampoco el olvido o la desidia que pueden aparentarse ni que os haya abandonado por el gordo vestido de rojo... En realidad, los motivos no importan y seguro que a vuestra sabiduría milenaria no se les escapan y con mayor precisión de lo que yo, humilde y torpemente, podría intentar justificar. A pesar de que, a fuer de ser sincero, la idea de escribiros esta carta ha partido de mi hermano, con una firme sugerencia que he sido incapaz de ignorar.

Os confieso lo precedente, mágicas majestades, porque de otra forma no podría decir que "este año he sido un chico bueno", lo cual, de por sí, ya es más que dudoso. Pero, al menos, no deseo comenzar esta misiva con alguna de las complacientes mentirijillas "piadosas" que yo denosto y me harían merecedor del mayor y más negro pedazo de carbón que se halle en vuestras alforjas.

Así pues, aquí me tenéis nuevamente... a mis años, tratando de cocinar una epístola que se me antoja realmente complicada, si nos atenemos a la tradición de que su contenido es o debe ser la petición de los regalos más deseados. Porque eso de los años mencionados a vuelapluma pesa mucho ante tan ilusionante objetivo.

Claro que podría pediros alguno de los libros que abarrotan mi lista de pendientes interesantes, por ejemplo. Pero me parecería un gran desperdicio ante la oportunidad de apelar a vuestra mágica generosidad para tratar de obtener regalos más valiosos y, sobre todo, más alejados de mis posibilidades de consecución individual, a pesar de que poco hay tan valioso como el contenido de un buen libro.

Sin embargo, centrando mi atención en todo aquello que escapa y escapará a mis limitadas capacidades personales, me parece que puedo, y hasta debo, ser un poco más ambicioso, si habéis llegado hasta aquí en la lectura de esta carta tardía y largamente demorada.

En consecuencia, os antepongo que no deseo abrumaros ni hacerlo conmigo mismo con peticiones de objetos o enseres, que sobrado estoy con todo lo que de material tengo, pues, aunque no dispongo de todo, no siento necesidad de nada. No ocurre otro tanto con lo que soy, ante cuyo arqueo y balance echo muchas cosas de menos, por carencia o por ser sensiblemente mejorables.

Trataré de ser razonablemente breve en mis deseos, aunque sólo consiguiendo uno o alguno de ellos me haréis muy feliz a partir de la mañana del 6 de enero. Dicho lo cual, paso a la obligada e ineludible relación peticional.

  • Os pido toda vuestra magia para que mejore la situación de todo lo que produce desasosiego e infelicidad allí donde están mi sangre y mis recuerdos de infancia.
  • Os pido el mejor presente y futuro para mis hijas y nietas.
  • Os pido el don de aportar alivio y consuelo a quien, estando a mi alcance, pueda necesitarlo.
  • Os pido la felicidad de quienes quiero, porque eso me hace feliz, aunque yo no forme parte de ella.
  • Os pido la capacidad y madurez para aceptar sin tristeza ni sufrimiento todas las pérdidas que he sufrido en el pasado y pueda sufrir en el futuro, así como mantener mitigado el recuerdo del dolor, agradeciendo la enseñanza recibida.
  • Os pido la sabiduría necesaria para saber elegir correcta y certeramente las personas en las que confiar en el mañana.
  • Os pido que alejéis de mí todo egoísmo y sentimiento de envidia, tanto propios como ajenos.
  • Os pido que mantengáis en mi alma la infinita gratitud y amor por quienes han estado a mi lado en los momentos más difíciles.
  • Os pido que eliminéis en mí toda reactividad para sustituirla por ilimitada proactividad.
  • Os pido la más generosa capacidad para perdonar y que todo rencor y resentimiento se torne aceptación e indiferencia, en mí y en quienes no me quieren, sea porque nunca me han querido o porque han dejado de quererme.
  • Os pido que no se vea mermada y aumente mi capacidad de amar, aunque pueda no recibirlo con la deseable reciprocidad.
  • Os pido ser siempre capaz de entender lo inaceptable, aunque nunca pueda llegar a comprender lo intolerable.
  • Os pido cambiar postergación por diligencia.
  • Os pido seguir sintiendo como un niño, pero actuando como un adulto.
  • Os pido no perder nunca la curiosidad insaciable.
  • Os pido aumentar mi paciencia y mejorar mi asertividad.
  • Os pido vivir y ser vivido.
  • Os pido sentir y ser sentido.
  • Os pido desear y no necesitar.
  • Os pido amar y ser amado.
  • Y, por último, os pido que hagáis realidad la utopía de que reinen la justicia, la paz y la solidaridad, sin limitaciones individuales ni colectivas.

Perdonadme si mi lista supera con mucho los méritos que han podido justificarla, pero me acojo a vuestra magnanimidad e  ilimitada capacidad de indulgencia y comprensión, tanto como deseo que a vuestro mágico alcance esté su mayoritaria satisfacción.

Recibid mi gratitud y el más cariñoso y entrañable recuerdo por los momentos de intensa e inmensa felicidad que me habéis deparado en mi infancia y en la de mis niñas.

Hasta siempre en mi memoria. Larga vida a vuestras majestades.

FRM [31/12/2016]