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(Imagen de archivo) |
La peor consecuencia de la profunda herida de una dolorosa traición inesperada, no es la sangre que derrama y la fea costra inmediata y supurante que produce; sino la terrible cicatriz posterior de prevención y desconfianza que deforma y marca el alma dañada de forma indeleble.
FRM [12/09/2016]