El Rincón del Nómada

El Rincón del Nómada
La libre soledad del ermitaño es el terreno más fértil para que germine y florezca la creatividad. (Foto propia, 2014. Isleta del Moro, Almería)
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miércoles, 10 de julio de 2019

Luz cómplice

Mirada metafórica. Lámparas de la cafetería de CaixaForum, Madrid

Como ubres feraces,
cuelgan nutricias,
cargadas de luz cómplice.
Contemplan silenciosas,
desde el techo que las sustenta,
el parto esperado,
incruento e indoloro
del intenso sentimiento, concebido
y largamente gestado.

Un sofá lleno de anhelos,
un grupo de señoras
que fingen
mirar al cielo,
la discreción de un camarero...
Todo, arropando
el inolvidable momento
del más deseado encuentro.
Una rosa,
unos libros...
Pareciera un Sant Jordi
atemporal y redivivo,
celebrado con entusiasmo
en ascensores y pasillos.

Miradas florecidas,
cercanía inevitable,
dedos que se funden,
caminos que confluyen
en el horizonte
de dos destinos.
Enlazados con un nudo inseparable
en nueva ruta compartida,
atando dos hilos rojos
que, en realidad,
eran sólo uno y el mismo.

FRM [23/03/2019]

martes, 11 de junio de 2019

Un ocaso y una posibilidad

Pedro Crespo Refoyo, filólogo, profesor y escritor

Para mi fraternal amigo Francisco R. Mayoral, entre OTROS

POSEEN PARA MÍ LOS OCASOS una dulcedumbre especial.

ACASO se deba a mi inclinación nocherniega de natural. El atardecer, manso como una cordera joven y virgen, es la antesala de lo oscuro y el despliegue de lo neutro luminoso. Cuando atardece, el día se entrega en cuerpo y alma a su mortaja delicuescente, almidonada, preñada de inquietudes y rumores: poblada de seres y tinieblas invisibles.

ES LA hora que más quiero. La hora en la que todo mi ser inició la partida, desde el seno materno, hacia este mundo: a finales del invierno de 1955, un atardecer, roto en nieves y fridoliento, de un miércoles 9 de marzo, en el que llegué a ver la luz, muy al borde de la media noche. En ese meridiano nocturno y noctívago. De esos atardeceres, con querencia nocturna, vengo yo. Y mi mundo es este de crepúsculos, de melancolías encendidas, muy a flor de piel; melancolías que invaden el alma y hacen nido propio en ella, entre rubores y ópalos, al amparo del cromatismo difuso y confuso.

IMAGINO, a veces, que es la hora de amar y del amor. Que en esa fusión de luz y sombra, las almas se entrezuzan y se encuentran, se fusionan, se hacen una sola; una sola sombra, una sola sombra anímica, dulce y larga: interminable, inconmensurable. La sombra de la luz que acaba y se entrega al seno de la noche oscura para ser una en ella. Esa sombra que renacerá multiplicada y limpia: con la renovación de lo resucitado y revivido. En ese ser y no ser. En ese ser para ser y dejar de ser en pura entrega, en la celebración de su autoinmolación. Sacrificio incruento de la luz y la sombra... ¿O es sangre, postrimerías cromáticas, esos regueros de luz menstrual, de arábigo atambor, ese sortilegio de fuegos encendidos con que se pinta los labios lucidos la tarde cada día: entre el naranja y el berenjena, entre el rubí y el bermellón, entre el carmesí y el almagre o el malva y el nazareno oscuro?

Y, A VECES, imagino --más bien veo, entreveo-- una pareja de la edad de los crepúsculos, con el corazón de los albores, paseando quedamente entre beso y beso. Mirándose a los ojos, entresoñando, en silencio, y comprendiéndose: lo dicho y por decir... Y volviendo a unir sus bocas como la luz entrega su alma a las palmas de la sombra del asombro asombrado. ¡Ah, tiempo de entretiempo y de penumbra entre dos luces, luz de ocaso y sombra de anhelo incierto! Oh, luz de mis dolores y de mis plenitudes.

♧ pedrocrespo, madrid, sábado 8 de junio de MMXIX

jueves, 4 de abril de 2019

Vacío muy lleno

"Hay días así". Mirada metafórica desde mi ventana

En el vacío
dicen que no hay nada.
Pero, dentro del mío,
yo sé que dan vueltas,
flotando en mi microcosmos,
una mirada, un beso
y alguna caricia furtiva
que igualan dos grandes palabras
bisílabas,
con sólo dos vocales en su alma,
de brevedades compensadas
por repetición eternizada.

FRM [04/04/2019]

viernes, 4 de noviembre de 2016

Personas y libros

Amo las personas que son como los buenos libros. Esos en los que las bellas portadas no encubren ni engañan sobre un mediocre y frustrante contenido. Aquellos en los que los digestos y sinopsis no mienten ni desfiguran su realidad en la historia sintetizada.

Amo las personas que puedes leer y releer muchas veces en la vida, sin decepciones ni sorpresas inesperadas, porque su contenido es fiel, no cambia y sólo lo hace la mirada de quien lo repasa y revive con deleite embriagado.

Amo las enseñanzas y experiencias contenidas entre sus páginas, las narradas y las percibidas entre líneas, con el aroma de lo permanente y el color de los otoños que se acumulan en sus letras tatuadas sobre leales hojas perennes nunca caducas, siempre renovadas bajo la atenta mirada.

Amo las personas que siempre me enseñan, haciéndome soñar y volar... para siempre, como los buenos libros.

FRM [06/10/2016]

"El Arqueómetro" de Saint-Yves D'Alveydre, una de las más valiosas joyas de mi biblioteca

jueves, 18 de agosto de 2016

Cruje el silencio

"Arlequín y su compañera". Mi copia facsímil de la obra de Picasso, 2002

La más inmensa distancia está entre las miradas que ya no se encuentran en caricias. Y el mayor silencio cruje en los ojos que no se buscan ni se besan.

FRM [17/08/2016]

domingo, 10 de abril de 2016

Calor de amor

Foto propia, desde mi ventana

Hoy vuelve a hacer frío
pero yo no lo percibo.
Tengo cálida el alma
llena de amor amigo.

A quien quiero bendigo,
feliz con su paz y sosiego
que valoro merecido.
A quienes no me quieren estimo
pues ayudan a lograr mis objetivos
y me siento inmensamente agradecido.

Todo está en su sitio, en equilibrio,
en paz, en amor total, sea o no reconocido...
sinfonía de melódico ritmo.
Con miradas que acarician
y silencios que se besan, dando lo mejor de uno mismo,
cuando las palabras sobran
porque ellas, ni intentándolo, lo expresan.

La vida puede ser muy hermosa
y así la siento, alegre y sin pena,
en una risa contagiosa
envuelta en feliz voz de arena,
en la que se hacen visibles
mis más bellas huellas.

Y, doy fe, de que es posible,
por difícil que parezca si se seca un río.
lo veo en la luz de lo invisible...
aunque hoy vuelva a hacer frío.

FRM [10/04/2016]

martes, 23 de diciembre de 2014

Dime si existes

Gabriel Celaya, premio nacional de las letras españolas, 1986. (Foto de archivo)

En su última etapa, la de lírica de cámara, Gabriel Celaya escrutó la realidad como un campo de ondulaciones, entendiendo el poema como un campo magnético percibido desde los elementos mínimos del texto. Una conexión entre poema y lector en un plano suprasensorial del espíritu. El mismo Celaya lo explicaba así:

"Ni lenguaje mítico-analógico ni lenguaje social, sino un tercer lenguaje, basado en el ritmo que pone en nuestro ser inorgánico con la pulsación del cosmos inorgánico."

Personalmente lo he sentido en muchas ocasiones, gracias a mis libros y a algunos excelentes poetas y poetisas que me honran con su amistad en la red social facebook y me hacen vibrar en ese plano esencial de las emociones con alguna de sus creaciones. La obra que transcribo a continuación, del propio Gabriel Celaya, es un buen ejemplo de ello en mi experiencia personal. En éste, como en todos, creo, el objeto del poema depende del sujeto que lo lea, al margen de lo que sintiese Celaya cuando lo escribió.

Indecisa y cambiante, ¿eres amor o muerte?
¡Ay, ven, Amparo-Ezbá, que te estoy esperando!
Es la palpitación de origen quien podría
acogerte, y besarte, y ofrecerte un refugio
caliente de jazz-hot y trances convulsivos
como, cuando bailando, se pierde la conciencia.
Ven tú, amorosa, ven como la noche crece,
deseo sin objeto, tú que eres el no-objeto
y el placer imposible que en el límite busca
infinitudes ciegas. ¡Ay, no-tú, Ezbá, no-sí,
sí, ven, Ezbá, indecisa, transparente, inasible,
temblorosa de luces, soñadora, engañosa,
tú, tejido del iris, centelleo, sonrisa
hasta mi dulce llanto y a esos gritos salvajes
que no son el amor, o sí son, o al no ser
te llaman desde el centro del tornasol nocturno,
tiránica, traviesa, fascinante, escapada,
y niña, y absorbente como un vórtice suave,
y riendo, riendo, mortal como un pecado
que no existe mas haces con tu burla que exista,
tan cruel, encantadora, pasajera, incitante,
que líquida, impalpable, movimiento sin móvil,
descubres, deshuesada, la santa realidad!
Entonces flota el mundo casi feliz, dudoso,
y el recuerdo anochece lentísimo en la brisa.
Y tú, nunca creída, y tú, siempre sabida,
te ofreces para nada, te niegas para más,
como un antiguo ensalmo y un susurro al oído,
cuando ya todo duerme, y tú casi nos hablas,
o nos cantas, nos rezas, entonteces con nanas.
¡Oh tú, dime quién eres! ¡Oh
Ezbá, dime si existes!

Gabriel Celaya



FRM [15/04/2013]