El Rincón del Nómada

El Rincón del Nómada
La libre soledad del ermitaño es el terreno más fértil para que germine y florezca la creatividad. (Foto propia, 2014. Isleta del Moro, Almería)
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miércoles, 4 de abril de 2018

Nada es fácil

Mirada metafórica. "Duele comprobar que muchos no saben podar sin astillar".

Nada que realmente vale la pena en la vida es fácil. Por eso, con frecuencia, aceptamos o nos creamos una vida que no nos gusta tanto como desearíamos, pero es lo más cómodo. Es el triunfo del miedo a alterar la inercia íntimamente empobrecedora de la "zona de confort". Y se envuelve para regalo en los argumentos de la "razón" que ocultan y asfixian la emoción de ser y sentir para no perturbar el tener, aunque se sacrifique buena parte del ser, inmolado en el altar de un "deber" impuesto e irremediable.

Nada es fácil. Muchos lo sabemos por la experiencia de una larga navegación en los procelosos mares de la vida, en los que se alternan furiosas tempestades con la más átona "calma chicha". Lo sabemos todos los que nunca hemos dado la espalda ni huido ante las nuevas sorpresas que pueden encontrarse al doblar la esquina de un pliegue de la existencia. Todos los que no rechazamos probar cualquier nuevo plato antes de rechazarlo. Todos los que sabemos que, para seguir viviendo y creciendo, son necesarias las podas periódicas, a pesar de que duele comprobar que muchos no saben podar sin astillar...

Rudyard Kipling lo sabía muy bien y lo tuvo muy presente en la famosa y conocida "Carta de un padre a su hijo" ("If...") que desgrana en sabios versos los consejos que deben ser seguidos para alcanzar las mejores y más satisfactorias metas en la vida. Los recuerdo nítidamente, aunque era yo muy pequeño, cuando mis cultivadas tías —a las que ya he citado en otras ocasiones— me leían, una y otra vez, esas pautas de conducta que he pretendido convertir en mi modelo permanente en años posteriores.

Hoy vuelvo al mismo pensador para hacer mío otro de sus ejemplares poemas, con el que no puedo evitar sentirme especial y esencialmente identificado, como consecuencia de mi nómada peregrinaje que rechaza y se aleja desde hace muchos años de toda estéril "zona de confort":

«Elegí la vida»

No quise dormir sin sueños:
y elegí la ilusión que me despierta,
el horizonte que me espera,
el proyecto que me llena,
y no la vida vacía de quien no busca nada,
de quien no desea nada más que sobrevivir cada día.

No quise vivir en la angustia:
y elegí la paz y la esperanza,
la luz,
el llanto que desahoga, que libera,
y no el que inspira lástima en vez de soluciones,
la queja que denuncia, la que se grita,
y no la que se murmura y no cambia nada.

No quise vivir cansado:
Y elegí el descanso del amigo y del abrazo,
el camino sin prisas, compartido,
y no parar nunca, no dormir nunca.
Elegí avanzar despacio, durante más tiempo,
y llegar más lejos,
habiendo disfrutado del paisaje.

No quise huir:
y elegí mirar de frente,
levantar la cabeza,
y enfrentarme a los miedos y fantasmas
porque no por darme la vuelta volarían.

No pude olvidar mis fallos:
pero elegí perdonarme, quererme,
llevar con dignidad mis miserias
y descubrir mis dones;
y no vivir lamentándome
por aquello que no pude cambiar,
que me entristece, que me duele,
por el daño que hice y el que me hicieron.

Elegí aceptar el pasado.
No quise vivir solo:
y elegí la alegría de descubrir a otro,
de dar, de compartir,
y no el resentimiento sucio que encadena.

Elegí el amor.
Y hubo mil cosas que no elegí,
que me llegaron de pronto
y me transformaron la vida.
Cosas buenas y malas que no buscaba,
caminos por los que me perdí,
personas que vinieron y se fueron,
una vida que no esperaba.

Y elegí, al menos, cómo vivirla.
Elegí los sueños para decorarla,
la esperanza para sostenerla,
la valentía para afrontarla.

No quise vivir muriendo:
y elegí la vida.
Así podré sonreír cuando llegue la muerte,
aunque no la elija…
porque moriré viviendo.

(Rudyard Kipling)

Y fui llamado persistente, porque moriré viviendo... en gerundio permanente.

FRM [04/04/2018]