El Rincón del Nómada

El Rincón del Nómada
La libre soledad del ermitaño es el terreno más fértil para que germine y florezca la creatividad. (Foto propia, 2014. Isleta del Moro, Almería)
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martes, 21 de enero de 2020

Máscara de hielo

Un año ha pasado. Con el tiempo, algunas máscaras se han congelado, desplomándose en hirientes fragmentos, como cortante hielo cristalizado. Cierro la puerta del espejismo y regreso a la paz del sereno y acogedor calor del más fiable interior.


Mirada metafórica en la Montaña Palentina

Oprime la oscura tristeza
por las pérdidas acumuladas,
revienta las costuras del alma
y se cierne amenazante,
dispuesta a engullirlo todo,
como la amarga y negra tumba
de una ciénaga
de lodo enquistado
llena del fango removido
en lágrimas, vómito y sangre.

Es entonces, cuando un dios compasivo
abre una puerta a la luz
que ilumina el camino
para salir del temblor
y cambiar en calor el frío.

FRM [21/01/2019]

sábado, 18 de enero de 2020

Macedonia de locuras

El postre, coartada de una huida

Perdonar el insulto de una demencial y humillante traición, puede ser un acto de generoso amor, mayor aún sin mediar arrepentimiento. Pretender ignorar las causas profundas de un comportamiento patológico es irresponsablemente suicida y pasa una elevada factura.

Pánico ante una habitación vacía.
Taquicardia en el ascensor.
Engaño sin aviso. Mentira aviesa.
Estupor ante camareros.
Desmayo humillado en un mostrador.
Ojos y boca abiertos, pasmados.
Temblaban sus piernas licuadas.
Volvió a desplomarse en la silla.
Se quedó inmóvil sentado.
La mirada borrosa, perdida, ausente.
Los ojos clavados en una macedonia, sin verla.
En silencio absorto, denso, estupefacto.
Solo, abandonado en un comedor lleno de vacío.
Ajeno al mundo y al paso del tiempo.
En el desconcierto de un momento en el que sólo cabe
el dolor agudo albergado en su pecho.
La ansiedad de una pesadilla imposible.
Increíble y perversa alevosía.
Teléfonos cortados. Silencio gélido. Filo acerado.
Horas de afrenta y espera infructuosa.
Sólo queda el menosprecio, unas gafas de sol
y la mordaza en toda comunicación.

FRM [31/10/2019]

jueves, 16 de mayo de 2019

Me acuerdo

Foto propia. "Noches de despedida"

Me acuerdo de ti
y de cómo la tarde al caer
se pegaba a tu cuerpo
para decirme "amor" al oído,
susurrando,
de puntillas,
ante mis ojos cerrados
al sueño
que se abre a la fantasía.

Sin heridas,
con deseo,
me acaricia el recuerdo.
Y tú.
Y tu afán de amante consentida,
queriéndome como siempre
he querido.

Tu nombre viene a mi boca
y me sabe a fiesta compartida.
A repetidas risas.
A vuelo de mil vidas,
contenidas y liberadas
entre idas y venidas.

Todo se mueve en mi cuerpo,
alborotando mis días.
Ya no hay más salida
que esta luz cristalizada,
en mi lágrima temblona que grita
a la llama que encendiste
en los días que renacían.

Ya sólo hay
aromas de satén arrugado
entre placer,
en el hoy,
en el ayer,
en los surcos de mi adeudada piel
y en el sabor amargo de las noches
de nuestras tristes despedidas.

FRM [08/03/2019]

lunes, 13 de mayo de 2019

La muralla abierta

Foto propia, muralla de Urueña. Mirada metafórica

Y yo que soy experto en amurallar...
Me amurallaba.
Escondía mi palabra hasta lo más profundo.
Bebiendo la agonía contenida en mis lágrimas de sal y hiel.
Me dejé la piel, entre críticas indulgentes.
Y guardé en baúl de silencio mis deseados versos.

Me conformaba, reprimiendo letras de sentimientos,
mientras desenredaba mis pensamientos con las púas
de un peine desdentado que destrenzaba emociones.
Deseando un estímulo constructivo,
inesperado, para resucitar
de la muerte creativa a mi poesía amortajada.

Llamándote, sin saber tu nombre,
alisando inhibiciones lentamente,
con inconsciente petición de auxilio,
desde un rincón de mi exilio, con gritos de silencio,
para que escuchases mi lamento,
para que, desde dentro, me oyeras.

Para que, descabalgando de tu ausencia,
subieses a lo alto de mi almena
para raptarme, al fin, de la sequía del olvido.
Y rescatándome de aquel mundo entristecido,
me llevases, en el blanco y amoroso corcel de tu piel,
allí donde estaba la esencia de mi potencia.

Ahora sé que no eres una princesa
ni pintas de fresa tus labios,
pero sé que soy y seré también,
el que, entre todos, más amaste,
el que tú buscaste siempre
y tú sabes que, como a ti... jamás a nadie amé.

FRM [13/05/2019]

domingo, 12 de mayo de 2019

Pájaros negros... sin ti

Foto propia. Mirada metafórica

Sobre mi cabeza, pájaros negros vuelan de nuevo.
Mi mente chorrea hasta morderme.
El sordo crujido que escucho
desgarra y rompe a jirones mis oídos.

Graznidos que regresan,
de urraca que se cree águila,
sin saber que las aves poderosas
nunca cantan su fuerza, porque saben cazar.

Falta el aire en mis árboles internos,
llenos de ausentes pájaros muertos.
Restos, desguaces, revueltos residuos.
Gravita como losa una ausencia.

La garganta se hunde en pozos oscuros.
En sufridos silencios compartidos.
El corazón es sólo un hueco vacío.
En este desierto todo es inerte.

Sin ti, todo es frío.
Sin ti, no tengo estrellas en las manos
ni teje mi cuerpo alegre hiedra en tu vereda.
Ya no cantan cascabeles en tu risa
ni acunan mis brazos tu alejarte de la tierra.

Sin ti, no soy nada apenas.
Solo tú me piensas,
alegre primavera,
arco iris,
miel, lluvia
o canto de sirena.

FRM [12/05/2019]

Otra mañana

Foto propia. Un día más, desde mi ventana

No sé si despierto o aún dormido,
paso de soñarte a pensarte.

Nueva luz cierra mis párpados,
reteniendo la imagen de tus gestos.

Me levanto estremecido y torpe,
porque siento tu piel en la mía.

Hago café sin café
y me tiemblan las manos.

La luz del reloj parpadea
en un tiempo añorado.

Otra vez me llegó el alba
con los ojos no cerrados.

Conmovido, mis lágrimas llegan aprisa,
dejando mi estómago encadenado.

Intento recordar tranquilo
mientras mi memoria entierra los cigarros.

Camino sin saber adonde voy,
ando, mas no avanzo.

Mis ojos parecen ver todo,
pero no saben lo que están mirando.

Escucho mil veces nuestros holas y adioses
y a su ritmo mi corazón va palpitando.

Mis pensamientos corren hacia ti
y no consigo alcanzarlos.

No sé qué vendrá mañana,
después del tiempo pasado.

Solo sé que te amo
y que las tostadas se me han quemado.

FRM [12/05/2019]

jueves, 4 de abril de 2019

Tanta bruma

Mirada metafórica desde mi ventana

¿Qué te trajo a mí entre tanta bruma?

Tú descorres
en mi honor
las nubes grises
y me brindas en tus ojos el cielo.

De colores vistes
la tristeza de la tarde.
Donde las lágrimas nacen,
tú las borras con la dulzura de tus dedos.

Eres algodón sobre mis heridas.
Pecho que recoge el amor que está creciendo.
Abiertas las ventanas yo respiro de tu aire
y tú, entre mis brazos, bebes de mis besos.

Qué dulce llega para nosotros hoy la vida.
Quién iba a pensar que tú me querías.
Quién iba a creer lo que yo te quiero.
¿Qué te trajo a mí entre tanta bruma?

FRM [18/01/2019]

viernes, 4 de mayo de 2018

Deseos de invierno

"Soñando en la espera". Óleo sobre lienzo. Copia facsímil de Dufy por FRM, 2000

Hay ocasiones en que la inspiración brota de las semillas que mueren. Ese germen procedente de las confidencias íntimas de un corazón querido que desnuda su alma en un cálido invierno, bombeando vida al llenar de legibles caracteres negros la página en blanco. Sensibles experiencias acumuladas en el voluminoso equipaje de recuerdos mostrados ante nuestros asombrados ojos, ávidos de mirar, ver y sentir. Abro una de esas maletas y contemplo con asombro y tristeza algunos bellos, palpitantes y reprimidos deseos ajenos que suenan a villancico ahogado y que hoy se conjugan en frustrado presente verbal, inolvidables, desde el que fue ilusionado pretérito...

Quiso aprender a tocar el cielo con las yemas de sus dedos.
Quiso ver con los ojos cerrados.
Necesitaba sentir la música tocada en su piel.
Quiso aprender a escribir la partitura de una nueva canción.
Aprender a soñar despierta.
Esperaba aprender a volar sin alas.
Perder el miedo a las alturas y elevar su cuerpo por encima de las fronteras.
Aprender a acariciar con la mirada y a mirar con el corazón.
Quiso escalar montañas imposibles y hacer realidad lo invisible.
Necesitó sentir y que la sintieran, que la sintieran con intensidad.
Descubrir islas perdidas y conquistarlas.
Pasear playas de arenas blancas y dejar huellas de amor.
Necesitaba encontrar el puerto seguro, donde las olas acariciasen sin temor.
Y el mar en calma meciera las ilusiones.
Y un hermoso faro iluminase la noche calmada.
Necesitaba saber que la noche no es un peligro.
Que hay un refugio donde se pueden acurrucar los sueños perdidos.
Que la oscuridad nunca más produjese miedo...
Y el silencio no fuera un grito ahogado, sino un suspiro de éxtasis.
Que el dolor huyera para siempre y nunca más se supiese de él.
Que las sombras desaparecieran y la luz les arrebatara el triunfo final.
Que esa luz empujara e hiciera temblar y retroceder a las tinieblas.

Todo lo deseó, todo lo soñó, todo lo quiso, todo lo amó... Todo lo merecía.
Todo lo tuvo, todo y más pudo tener...
Pero no lo quiso, de todo huyó y, deseando mantenerlo, todo rechazó.

Y el miedo al temor más infundado, pero inculcado y enquistado, derrotó al amor, imponiendo el dolor. Una lamentable elección para la peor decisión.

Semilla de una hermosa flor que brotó en invierno y que, al anunciarse la primavera, murió... suicidada.

FRM [13/04/2018]

lunes, 9 de abril de 2018

En memoria de José Luis Sampedro

José Luis Sampedro

Ayer se han cumplido cinco años desde que te fuiste dejándonos a la sombra de los días con el mejor de los legados, tu obra y tu ejemplo.

Querido, respetado, y, sobre todo, admirado Sr. Sampedro, ahora eterno vivo desencarnado que dibujas en mi rostro una sonrisa etrusca mientras recuerdo cuando me convertiste en amante lesbiano de una vieja sirena.

Hoy navegas para siempre, dejándonos a la cálida sombra de un drago, en cuya senda grabaste el testimonio inequívoco de que ciencias, letras y humanidades sólo alcanzan la perfección cuando se hermanan lúcida e inseparablemente.

Casi centenario, mientras la tierra gira y fluyendo con el río que nos lleva, has llegado a tu real sitio, en la cima del Monte Sinaí, con el mar al fondo y sin esperar a octubre, octubre...

Hoy, querido e irrepetible maestro José Luis, despido tu cuerpo para conservar tu honesta alma encuadernada y lo hago con tu Credo personal, convertido en oración que comparto y compartiré, en esta sala de espera, como himno vital, hasta que te pida que me cuentes tus bellas historias entre las nubes.

«Creo en la Vida Madre todopoderosa
Creadora de los cielos y de la Tierra.
Creo en el Hombre, su avanzado Hijo
concebido en ardiente evolución,
progresando a pesar de los Pilatos
e inventores de dogmas represores
para oprimir la Vida y sepultarla.
Pero la Vida siempre resucita
y el Hombre sigue en marcha
hacia el mañana.
Creo en los horizontes del espíritu
que es la energía cósmica del mundo.
Creo en la Humanidad siempre ascendente.
Creo en la vida perdurable.
Amén. J.L.S.»

Hasta siempre. Un agradecido abrazo.

FRM [08/04/2013]

miércoles, 4 de abril de 2018

Nada es fácil

Mirada metafórica. "Duele comprobar que muchos no saben podar sin astillar".

Nada que realmente vale la pena en la vida es fácil. Por eso, con frecuencia, aceptamos o nos creamos una vida que no nos gusta tanto como desearíamos, pero es lo más cómodo. Es el triunfo del miedo a alterar la inercia íntimamente empobrecedora de la "zona de confort". Y se envuelve para regalo en los argumentos de la "razón" que ocultan y asfixian la emoción de ser y sentir para no perturbar el tener, aunque se sacrifique buena parte del ser, inmolado en el altar de un "deber" impuesto e irremediable.

Nada es fácil. Muchos lo sabemos por la experiencia de una larga navegación en los procelosos mares de la vida, en los que se alternan furiosas tempestades con la más átona "calma chicha". Lo sabemos todos los que nunca hemos dado la espalda ni huido ante las nuevas sorpresas que pueden encontrarse al doblar la esquina de un pliegue de la existencia. Todos los que no rechazamos probar cualquier nuevo plato antes de rechazarlo. Todos los que sabemos que, para seguir viviendo y creciendo, son necesarias las podas periódicas, a pesar de que duele comprobar que muchos no saben podar sin astillar...

Rudyard Kipling lo sabía muy bien y lo tuvo muy presente en la famosa y conocida "Carta de un padre a su hijo" ("If...") que desgrana en sabios versos los consejos que deben ser seguidos para alcanzar las mejores y más satisfactorias metas en la vida. Los recuerdo nítidamente, aunque era yo muy pequeño, cuando mis cultivadas tías —a las que ya he citado en otras ocasiones— me leían, una y otra vez, esas pautas de conducta que he pretendido convertir en mi modelo permanente en años posteriores.

Hoy vuelvo al mismo pensador para hacer mío otro de sus ejemplares poemas, con el que no puedo evitar sentirme especial y esencialmente identificado, como consecuencia de mi nómada peregrinaje que rechaza y se aleja desde hace muchos años de toda estéril "zona de confort":

«Elegí la vida»

No quise dormir sin sueños:
y elegí la ilusión que me despierta,
el horizonte que me espera,
el proyecto que me llena,
y no la vida vacía de quien no busca nada,
de quien no desea nada más que sobrevivir cada día.

No quise vivir en la angustia:
y elegí la paz y la esperanza,
la luz,
el llanto que desahoga, que libera,
y no el que inspira lástima en vez de soluciones,
la queja que denuncia, la que se grita,
y no la que se murmura y no cambia nada.

No quise vivir cansado:
Y elegí el descanso del amigo y del abrazo,
el camino sin prisas, compartido,
y no parar nunca, no dormir nunca.
Elegí avanzar despacio, durante más tiempo,
y llegar más lejos,
habiendo disfrutado del paisaje.

No quise huir:
y elegí mirar de frente,
levantar la cabeza,
y enfrentarme a los miedos y fantasmas
porque no por darme la vuelta volarían.

No pude olvidar mis fallos:
pero elegí perdonarme, quererme,
llevar con dignidad mis miserias
y descubrir mis dones;
y no vivir lamentándome
por aquello que no pude cambiar,
que me entristece, que me duele,
por el daño que hice y el que me hicieron.

Elegí aceptar el pasado.
No quise vivir solo:
y elegí la alegría de descubrir a otro,
de dar, de compartir,
y no el resentimiento sucio que encadena.

Elegí el amor.
Y hubo mil cosas que no elegí,
que me llegaron de pronto
y me transformaron la vida.
Cosas buenas y malas que no buscaba,
caminos por los que me perdí,
personas que vinieron y se fueron,
una vida que no esperaba.

Y elegí, al menos, cómo vivirla.
Elegí los sueños para decorarla,
la esperanza para sostenerla,
la valentía para afrontarla.

No quise vivir muriendo:
y elegí la vida.
Así podré sonreír cuando llegue la muerte,
aunque no la elija…
porque moriré viviendo.

(Rudyard Kipling)

Y fui llamado persistente, porque moriré viviendo... en gerundio permanente.

FRM [04/04/2018]

sábado, 31 de marzo de 2018

Abandono divino

Boceto propio. Rotuladores sobre papel, 1978.

«Elohi, Elohi, lema' šebaqtani...»

Esas palabras en arameo que el Evangelio de Marcos pone en boca de los últimos momentos de la agonía crística, martillean en mi mente cuando, en estos días, no puedo dejar de pensar en el mundo que vivimos...

Y son perfectas para acompañar, en este Viernes Santo, a mi mano dolorosamente clavada al madero, pues es la mía izquierda la que tomé de modelo cuando boceté este otro punto de vista de la crucifixión que hoy siento que protagonizamos todo el género humano ajeno al Poder y víctima de sus desalmadas y auténticas deidades.

No basta "ser un amor" para librarse del tormento y el dolor de ser rechazado y agredido por quien ayer te aplaudió y celebró.

Lástima que mi naturaleza, sólo humana, no me deja fe ni esperanza alguna de resurrección de los derechos humanos olvidados entre el humo de balas y cirios, entre saetas de acero y piedras y otras cantadas...

FRM [30/03/2018]

Escuchando crecer la barba

Mirada metafórica. "Pensando mucho y en paz hasta el sombrero cría canas".

Con todo mi respeto hacia cualquier creencia —menos las que imponen o amparan la violencia— y las tradiciones que generan, aunque no todos las veneran, hay algunas cosas que no he conseguido comprender ni siquiera durante toda una vida de curiosidad insaciable y búsqueda incansable.

Era yo muy pequeño cuando comencé a no entender la justificación de la cruel tortura representada en la imagen del Cristo crucificado que colgaba sobre el cabecero de la cama de mis padres.

¿Por qué demencial sinrazón se suponía que tan salvaje y cruento sacrificio estaba justificado para el perdón de un pecado original de la Humanidad, tan mal explicado como remoto y ajeno a los millones de seres que nunca pisaron el Paraíso Terrenal?

¿Por qué las enseñanzas religiosas que recibía decían condenar la idolatría, mientras nos inundaban en templos y hogares imágenes de Dios, Jesús, la Virgen y toda la pléyade de santos canonizados?

¿Cómo se relacionaban las atractivas imágenes de Adán, Eva, Caín y Abel de mi libro de Historia Sagrada, con las que aparecían impresas en otros textos de la Prehistoria, mostrando prehomínidos peludos en desaliñadas manadas migratorias?

Y, si los primeros padres sólo tuvieron a sus dos hijos mencionados en el Génesis, ¿cómo sobrevivió y se reprodujo el género humano?

Etc.

En aquellas lejanas fechas, nunca conseguí respuestas satisfactorias, sólo logré convertirme en un niño rarito, solitario y muy incómodo en la Catequesis eclesiástica que cada domingo pretendía complementar doctrinalmente las clases del cole.

Con frecuencia, mis preguntas terminaban con un tajante colofón: "¡Tienes que tener fe y creer aunque no lo entiendas!". Así crecí... Tristemente convencido de que Dios me había privado del imprescindible don de la fe que disfrutaban mis semejantes.

Más tarde y a lo largo de mi vida, no he dejado de buscar nuevas respuestas a las viejas preguntas ni de formularme nuevas preguntas sobre las viejas respuestas. Pero nada de lo que he ido encontrando, aprendiendo y entendiendo, ha dado satisfacción a lo que ya no es una pregunta, sino una inquietud cuya incomprensión sigue siendo un sentimiento constante y, a veces, muy entristecedor que no cesa de sorprenderme. Y abro un paréntesis para quienes consideran sinónimos los términos entender y comprender, para remitirles a la reflexión también aquí publicada, bajo el título "Para entendernos".

Me refiero a la que, a veces, he definido como "cultura del sufrimiento", en la que muchísimas personas se mantienen instaladas, de forma más o menos sincera o bajo las apariencias más hipócritas. Se trata de ese dogal que constriñe y ahoga libertades bajo la forma de "complejo de culpa" injertado en la maleducada conciencia colectiva. Ese arraigado temor que anida en el inconsciente humano para no atreverse a hacer lo "política, social o religiosamente incorrecto", aunque con ello y las represoras renuncias que implica, sufran, e incluso, hagan sufrir la mayor de las infelicidades.

Puedo entenderlo, como ejercicio intelectual; pero nunca comprenderé que alguien prefiera el refugio de su protectora "zona de confort", sacrificando hasta los mejores, inesperados e infrecuentes regalos que la vida nos hace, en afortunadas ocasiones que llaman al despertar. Digno de compasión, a falta de comprensión.

Definitivamente, he entendido y comprendido que los miedos y enroques inamovibles son el peor enemigo de la libre felicidad de los seres humanos y el arma más poderosa para controlarlos y manipularlos por el Poder que dicta y sanciona las leyes. Esa única y verdadera deidad en tres personas... La nada santísima trinidad: Política, Economía y Religión.

Y me temo que, a estas alturas, sólo me queda aceptarlo mientras escucho, en compasivo silencio, como crece mi barba en paz.

FRM [01/04/2018]

sábado, 17 de febrero de 2018

Memoria histórica

El "pasaporte" mencionado en el texto

Nunca he conocido a nadie tan bondadoso y alejado de la violencia de cualquier índole como mi padre. Antibeligerante y pacifista por naturaleza y convicción, se vio envuelto, sin embargo, en la delirante contienda de la Guerra Civil española por causas generacionales y, por motivos geográficos, reclutado como soldado forzoso para defender la República, junto a otros muchos compañeros que sólo deseaban vivir en la paz más alejada de las armas que recibieron con repulsión y en contra de sus deseos y voluntad.

Hambre —cazar y comer una rata era un menú de lujo—, penurias sin cuento y algunos dolores cruentos, llenaron el anecdotario de sus recuerdos que tuve que reinterpretar, pues en su memoria nunca encontraron refugio rencores, odios ni resentimientos, sólo incomprensión. A diferencia de alguno de sus camaradas que conservó como amigos en tiempo de paz sometida y controlada que tuve ocasión de conocer posteriormente, en una infancia que retuvo sus fértiles semillas de ejemplar bonhomía.

Y me ha venido a la mente este capítulo de mi historia prenatal, al tropezarme con un documento ajado por el tiempo que, para algunos, no ha transcurrido desde 1939 en una especie de "memoria histérica".

Se trata del "pasaporte" para viajar —imagen de cabecera—, expedido por la Comandancia Militar de Enfesta (Coruña), en el que mi padre aparece relacionado en quinto lugar (Aniceto Rodríguez Ortega), entre los prisioneros de guerra liberados del Campo de Concentración donde estuvo recluido muchos de los últimos meses de la prolongada contienda, después de ser hecho prisionero, como mal menor.

Afortunadamente, hoy puedo contar esto, gracias a que los kilos que perdió por desnutrición no fueron compensados con el peso del plomo fratricida, bajo cuya dieta forzosa otros muchos sucumbieron sin descendencia que los pueda rememorar.

Control de prisionero de guerra
Hasta años después no comprendí que aquel pasaje de su vida fue tremendo. Mi padre estuvo mucho tiempo en libertad vigilada, sometido a "control domiciliario", y sin poder volver a ejercer nunca su amada profesión de Perito Mercantil por el estigma de "rojo" con el que le etiquetaron, a pesar de que la única ideología a la que fue fiel siempre, era el respeto al prójimo y la bondad sin límites.

Afortunadamente para mi existencia y ejemplo, encontró trabajo... de camarero sin sueldo. Viviendo humildemente de las propinas, pero por suerte en el bar donde conoció a mi madre, modista, que era la cocinera... Y aquí estoy yo como resultado. Por cierto, jamás le oí una queja ni reproche contra nada ni nadie.

Con mi admiración y amor profundo a su recuerdo vivo y presente. Te quiero y admiro, papá.

FRM [14/02/2018]

sábado, 19 de agosto de 2017

Caminando conmigo

Foto propia, pensando en Hopper bajo mi ventana

Con mis sinceros y mejores deseos para todos los que empiezan un nuevo camino, persiguiendo sus sueños incansablemente, una y otra vez...

Camino andado con pasos y pausas.
Recorriendo paisajes luminosos,
en ocasiones umbríos... ominosos.
Efectos paridos por muchas causas.

Persiguiendo ciegamente una musa.
Horizontes difusos o confusos,
espejismos de románticos muros
hechos con frágil o falsa argamasa.

Son pespuntes con agujas de Cronos
en incansable cambio de patrones,
zurciendo pliegues de vida y abandonos.

Hoy repaso mis cuadros y colores,
reviso los guisos de mis enconos
y siento el engaño de sus olores.

FRM [19/08/2017]

jueves, 19 de enero de 2017

La última vez

Como siempre, cuando me veías vestirme, saltaste de alegría a mi encuentro.

Íbamos a la calle y tú lo sabías. Salíamos a tu paraíso de olores, espacios y desahogos. Al territorio donde jugábamos juntos y podías disfrutar del escaso tiempo lúdico en libertad, fuera de espacios cerrados y encontrar colegas y amores. Era tu momento especial de cada día.

Tirabas feliz con tus ya menguadas fuerzas de la correa umbilical que siempre unió tu vida a la mía y no sabías que era por última vez... Puede que percibieses el olor emanado por el dolor de mi honda tristeza.

Contuve mis lágrimas hasta que regresé, tras deshacer el abrazo que mantuve con tu corpachón, hasta que quedó inerte en la camilla del veterinario... y un poco más. Dormías para siempre y, por fin, atrás quedaban los dolores incurables que la edad te había hecho padecer y a mí sufrir.

Gracias por todo lo que me diste, mi gran amigo "Lobo". Por decirme de mil formas y más de cien veces al día que yo era el mejor, el único...

Nunca te olvidaré, amigo del alma.

FRM [19/01/2014]

Foto propia, mi amigo "Lobo" con mi sobrino y ahijado Mario, 1996

lunes, 12 de septiembre de 2016

Pisoteando vida

(Imagen de archivo)

Esa mujer que nunca vacila,
pisotea el amor como si fuese la hierba
machacada por el caballo de Atila.

Mil veces ha sido amada,
pero siempre, a su paso, deja
muchas leguas de tierra arrasada.

Son sus hombres de usar y tirar.
Ama, negándolo pertinaz
o hace el amor sin amar.

Uno tras otro, pasan por su cama
y todos fallan y se desvanecen,
porque ninguno merece a tan ilustre dama.

Pobre niña que no ve la edad
y que su encanto es fugaz...
Qué sola estarás en la hora de la verdad.

FRM [04/08/2013]

domingo, 4 de septiembre de 2016

Muriendo

(Imagen de archivo)

Murieron los días, meses y años, y estuve allí.
Murieron mis padres y estuve allí.
Murieron amores y estuve allí.
Murieron relaciones y estuve allí.
Murieron ilusiones y estuve allí.
Murieron deseos y estuve allí.
Murieron amigos y estuve allí.
Murieron mitos y creencias, y estuve allí.
Murieron visiones y emociones, y estuve allí.
Murieron paisajes y paisanajes, y estuve allí.
Murieron espejismos y estuve allí.
Murieron afanes y sueños, y estuve allí.
Murieron esperas y esperanzas, y estuve allí.
Murieron caudales y miserias, y estuve allí.
Murieron cargos y oropeles, y estuve allí.
Murieron riquezas y solvencia, y estuve allí.
Murieron pasiones y arrebatos, y estuve allí.
Murieron ausencias y presencias, y estuve allí.
Murieron dulzuras y amarguras, y estuve allí.
Murieron recuerdos y estuve allí.
Murieron dolores y estuve allí.
Murieron alegrías y tristezas, y estuve allí.
Murieron palabras y estuve allí.
Murieron promesas y estuve allí.
Murieron silencios y estuve allí.
Murieron risas y sonrisas, y estuve allí.
Murieron lágrimas y miradas, y estuve allí.
Murieron mentiras y apariencias, y estuve allí...

Y aquí estoy, aquí sigo.
Muriendo y resucitando.
Mirando, sintiendo, viendo y muriendo.

Porque morir es sólo vivir, estando. Poco a poco, día a día.

Al final de mi tiempo, moriré yo y allí estaré.
Como siempre, en este tiempo. Como siempre, estando... en gerundio.

FRM [03/08/2016]

domingo, 28 de agosto de 2016

Como un cigarrillo

Entre las múltiples notas, borradores y anotaciones que se van acumulando, mezcladas entre los desgarros, remiendos y costuras de la memoria, rescato de vez en cuando aquellas ideas que, desde su almacenaje, reclaman que les sacuda el polvo, corrija los indudables defectos de forma que estén a mi alcance y las archive con más rigor y precisión entre las paredes de este rincón; siempre conservando la fecha original de inspiración para no olvidar lo que fue su estímulo inicial en mi más íntima biografía.

Éste es uno de esos casos que ha pedido resurrección. Se trata de un humilde canto a la breve fugacidad de las propias capacidades para satisfacer plena y duraderamente a otros con un elevado o diferente nivel de exigencia en sus necesidades y deseos.

Hace tres años reflexionaba así, en clave de una metáfora, hoy socialmente muy proscrita, y con cierto humor negro ceniza...

A lo largo de una vida larga, sucede que, en ocasiones, tropezamos con personas que te hacen sentir como si fueses un cigarrillo. Sí, tal cual, aunque sea "políticamente incorrecto".

Te desean, seleccionan, escogen y extraen de un grupo homogéneo. Te miran tiernamente, acarician y llevan a sus labios con dulce delicadeza amorosa y deseo incontenible. Te encienden y hacen arder con pasión, succionándote el alma. Convierten todo tu ser en humo que asciende plácidamente a los cielos. Incineran toda tu esencia hasta convertirla en ceniza gris, mientras celebran lo bien que sabes y gozan del placer que aportas... Para, finalmente, cuando estás consumido y exhausto, aplastarte sin piedad y, una vez yerto, arrugado y frío, tirarte al basurero del olvido.

Pero, eso sí, al menos te quieren mucho y dan grato y agradecible sentido a tu corta vida. Aunque confiesen y se sientan convencidas de que eres tóxico y perjudicial para ellas y se arrepientan de su propia decisión de haberte fumado hasta el filtro...

FRM [14/08/2013-2016]

(Imagen de archivo)

miércoles, 17 de agosto de 2016

Retrato inacabado

Te apareces entre mis pinceles.
Abandonada, desdibujada.
Para que yo te cree, creyéndote.

Eres un trazo que surge de la sombra.
Original, única, de muchos colores mezclados.

Te escapas, río sin cauce entre mis dedos,
como si quisieras huir...
Pero mi lienzo recoge tu palabra
de sueños inalcanzables
y asesino a pinceladas el blanco
extendiendo en él mi amor.

Con la caricia de mi mano,
te vuelvo eterna.
Y emerge tu belleza de la nada.
Surges en incontenible erupción.

El reflejo de tu mirada
me acerca a ti.
A tu boca...
Y mis labios imantados
se empapan de tu óleo en pasión.

El beso suave, robado,
sabe al color de tu ausencia
y deja imborrable su huella
agridulce en mi boca
el rojo recuerdo.

Mirándote
todo se detiene
en una tibia despedida.
Y te recuerdo inacabada...
como nuestro amor.

FRM [17/08/2013]

(Imagen de archivo)