José Luis Sampedro |
Ayer se han cumplido cinco años desde que te fuiste dejándonos a la sombra de los días con el mejor de los legados, tu obra y tu ejemplo.
Querido, respetado, y, sobre todo, admirado Sr. Sampedro, ahora eterno vivo desencarnado que dibujas en mi rostro una sonrisa etrusca mientras recuerdo cuando me convertiste en amante lesbiano de una vieja sirena.
Hoy navegas para siempre, dejándonos a la cálida sombra de un drago, en cuya senda grabaste el testimonio inequívoco de que ciencias, letras y humanidades sólo alcanzan la perfección cuando se hermanan lúcida e inseparablemente.
Casi centenario, mientras la tierra gira y fluyendo con el río que nos lleva, has llegado a tu real sitio, en la cima del Monte Sinaí, con el mar al fondo y sin esperar a octubre, octubre...
Hoy, querido e irrepetible maestro José Luis, despido tu cuerpo para conservar tu honesta alma encuadernada y lo hago con tu Credo personal, convertido en oración que comparto y compartiré, en esta sala de espera, como himno vital, hasta que te pida que me cuentes tus bellas historias entre las nubes.
«Creo en la Vida Madre todopoderosa
Creadora de los cielos y de la Tierra.
Creo en el Hombre, su avanzado Hijo
concebido en ardiente evolución,
progresando a pesar de los Pilatos
e inventores de dogmas represores
para oprimir la Vida y sepultarla.
Pero la Vida siempre resucita
y el Hombre sigue en marcha
hacia el mañana.
Creo en los horizontes del espíritu
que es la energía cósmica del mundo.
Creo en la Humanidad siempre ascendente.
Creo en la vida perdurable.
Amén. J.L.S.»
Hasta siempre. Un agradecido abrazo.
FRM [08/04/2013]
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