El Rincón del Nómada

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La libre soledad del ermitaño es el terreno más fértil para que germine y florezca la creatividad. (Foto propia, 2014. Isleta del Moro, Almería)
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lunes, 22 de febrero de 2016

El honor de los muertos

Portada del libro de Diego Armario reseñado

Lo que más me apasiona del Diego Armario escritor de novelas es que no puede prescindir del Diego Armario periodista con muchos miles de horas de vuelo en su haber. Quizá por eso, sus historias de ficción novelada se fundamentan con rigor en hechos y fuentes reales y fidedignos y resultan tan verosímiles como lo son sus columnas y crónicas periodísticas.

El fino olfato de este dinámico escritor, siempre desplegado como una antena parabólica en incesante orientación de 360º, capta situaciones, comentarios, anécdotas y personajes que, solos o mezclados, constituyen los ingredientes de las pociones mágicas que sedimentan en los argumentos de sus novelas.

-"¡Aquí hay una novela!". Es una expresión que repite con entusiasta frecuencia en las conversaciones en las que capta algo para alimentar el insaciable interés de su voracidad observadora.

Y algo así debió exclamar al repasar ciertos recuerdos personales de sus vivencias en Chile, cuando empezó a urdir la mixtura de datos, imaginación y sentimientos que le han llevado a la creación de la que, hasta la fecha, es su última novela "El honor de los muertos".

Admito que conmigo como lector, Diego Armario tiene mucho camino andado pues hace años que sigo con admirada fidelidad sus excelentes letras periodísticas. Y. aunque sólo le he leído tres novelas con ésta, que se añade a "El club de las amantes impacientes" y a "La muerte de un Señor de Quinta", creo que puedo afirmar que su talento como novelista iguala su calidad como profesional de la opinón y la información... O tal vez la supere, en la medida en que la realidad condicionante del periodismo no somete a su imaginación en la que todo puede ocurrir...  y, de hecho, ocurre.

"El honor de los muertos" es una historia apasionante, una novela histórica basada en hechos y personas reales, en la que se tejen complejas personalidades distintas y circunstancias distantes que convergen en el nexo vinculante de dar sentido a sus vidas en un momento crítico de las mismas, a pesar de las diferentes motivaciones que conducen a ello a cada personaje.

Mario, el principal protagonista, pierde la virginidad moral cuando asesina al cacique rural que ha violado a su madre. El riesgo de ser detenido y sentenciado le hace huir de la España franquista y buscar refugio en Chile. Allí, con identidad falsa, prosperará desde la más absoluta amoralidad que le permite hacer negocios incluso con los tipos más abyectos sin el menor prejuicio. Hasta que siente la necesidad de regresar a su país de origen una vez que ha muerto el dictador y en posesión de una gran fortuna, sin poder imaginar lo que el destino le depara.

Las ambiciones personales, los remordimientos de conciencia, el odio más profundo, el aburrimiento hastiado, la degradación de la autoestima, la frivolidad de una vida fácil, el fanatismo, el miedo a la traición... Caminos que siguen cada uno de los protagonistas de una trepidante historia que mantiene en frecuente primer plano y permanente telón de fondo el horror espantoso de las desapariciones, muertes y torturas sufridas por miles de personas durante el régimen dictatorial chileno del general Augusto Pinochet sobrevenido al golpe de estado que terminó con la vida del presidente legítimo Salvador Allende.

Al honor de aquellos muertos inocentes se dedican las páginas de esta emocionante obra que se lee con avidez de principio a fin. Un canto a la venganza que hace sentir el dolor de las víctimas de la brutal represión y deja el sabor agridulce del reconocimiento de que, en ocasiones, puede estar moralmente justificada.

FRM [20/02/2016]



(El libro "El honor de los muertos" se presenta oficialmente el próximo 10 de marzo a las 19:30 h en el Salón de Actos de la Asociación de la Prensa de Madrid, C/ Claudio Coello, 98.)

martes, 24 de noviembre de 2015

La muerte de un Señor de Quinta

Portada de la primera edición de la novela comentada


Diego Armario, el autor
Hay obras literarias cuyo hallazgo me reafirman en la convicción de que leer es uno de los mayores placeres al alcance de mis posibilidades.

Éste ha sido el caso de la primera novela, que no primer libro, escrita por mi admirado amigo Diego Armario López. Se trata de "La muerte de un Señor de Quinta", cuya primera edición se produjo en enero de 2004, tras quedar finalista en el premio Fernando Lara 2003. Esperemos que muy pronto vea la luz una merecida reedición.

Hace ya varios días que terminé de devorarla con la avidez que me estimuló su arranque violento y trepidante. Como le comenté al autor, es una novela valiente y provocadora que "engancha", porque empieza donde y como otras terminan. Prometí a Diego escribir mi opinión, y voy a tratar de enfrentarme al difícil reto de hacerlo sin desvelar nada sustancial de la apasionante trama, conducida con la habilidad de un cronista con muchas plumas gastadas en el ejercicio de un excelente periodismo.

Debo confesar que, después de "El club de las amantes impacientes", ésta es tan sólo la segunda novela que leo del autor de ambas, al que sigo hace mucho en su faceta periodística. Y nuevamente me ha sorprendido el hábil manejo que hace de la psicología de los personajes. Con precisión de cirujano perfila las almas de los protagonistas en una obra coral en la que intervienen muchas y variadas personalidades, a cual más compleja, lo que pone de manifiesto las enormes dotes que Diego Armario posee para calar en lo más hondo de las personas y extraer los pigmentos con los que matiza sutilmente la gama cromática de las diferencias importantes que subyacen en comportamientos aparentemente similares.

No tiene gran importancia el lugar geográfico en el que el autor sitúa la acción, la sociedad rural sudamericana, porque el mensaje que transmite podría situarse en cualquier tiempo y espacio, puesto que, como describe el primer párrafo del prólogo: "En cualquier lugar del mundo, por muy cercano o lejano que esté de donde nosotros vivimos y aunque no lo sepamos, siempre hay un abusador impune".

Tremenda sentencia que, desgraciadamente, la realidad confirma una y otra vez, a pesar de hacerlo de variadas formas diferentes.

Pero es que lo importante del fondo de la novela, radica en ese crudo mensaje y en sus consecuencias. A la vez que pone de manifiesto la inerme indefensión de los colectivos largamente sometidos a omnímodos poderes incuestionables que terminan aceptando cualquier dictadura, porque "así son las cosas y su orden natural". Odian y se avergüenzan de la represión y abusos que se les imponen, pero son incapaces de actuar con libertad, cuando tienen la ocasión de hacerlo, por el miedo de asumir responsabilidades individuales. Es más cómodo mirar para otro lado y seguir sojuzgados. Un patético retrato en el que los hombres salen muy mal parados... Porque, casi podría decirse que estamos ante una obra con trasfondo de reivindicación feminista, en un contexto caciquil donde el abuso sexual es la norma; el derecho de pernada elevado a regla permanente en pleno siglo XX, con la aceptación timorata y vergonzante de los hombres incapaces de rebelarse contra la humillante costumbre.

Son las mujeres las que tienen un decidido y marcado protagonismo en la escritura de la partitura sinfónica que se interpreta en la novela, desde el brutal, cruel y salvaje principio hasta el inesperado final. Una melodía que suena con el intenso y acre sabor de la justa venganza, dejando pequeño al Conde de Montecristo, paradigma de ese sentimiento en mi imaginario, desde que leí la gran obra de Dumas.

Estamos ante la historia de un pueblo, realmente toda una comarca, dominada por el sistema feudal ancestral del poderío absoluto de los sucesivos Señores de Quinta que, cual monarquía instaurada y mantenida a sangre y fuego, van heredando plena y abusiva posesión sobre las vidas y haciendas de sus vasallos, como miserables y crueles dictadores consentidos y asumidos.

Desde esa posición de dominio absoluto, los Señores de Quinta ejercen toda clase de violaciones y violencias sobre la población, sin que ésta se sienta capaz de hacer nada para modificar tan aberrante estado de cosas. El poder del miedo a enfrentarse a un sistema que se perpetúa por inercia gracias a ello.

Hasta que un buen día, las mujeres actúan por iniciativa propia y con refinada crueldad... El error del peor de los Señores de Quinta, Nacho Murrieta, fue abusar de la mujer equivocada. Y lo pagó.

Aquí me detengo, porque lo que sigue tiene su respuesta en el primer capítulo y he prometido no desvelar nada que pueda privar de su propio placer a otros lectores.

Sólo me gustaría añadir que la habilidad e inteligencia del autor enriquece la obra con un final en el que aporta las claves de los acontecimientos que conducen al nacimiento y creación de un mito legendario, cuyo diseño y construcción es imprescindible para conseguir los objetivos liberadores de la población afectada. Una aportación interesantísima que remata mejor que bien una novela que nada tiene que envidiar a alguna de Mario Puzo en la que retrata la Sicilia profunda.

Finalizo esta breve reseña con las tres citas que encabezan la portadilla de la novela, porque su acertada elección resume mucho mejor que mis palabras, el contenido e intención de la obra.

"Las personas son como la luna:  Siempre tienen un lado oculto que no enseñan a nadie". (Mark Twain)

"En la venganza, el débil es siempre el más feroz". (Reugesem)

"Sólo temo a mis enemigos cuando empiezan a tener razón". (Jacinto Benavente)

Una vez más, gracias, Diego Armario, por el buen rato que me has hecho pasar con este canto al precio de la libertad y los sueños realizables.

FRM [23/11/2015]