![]() |
(Imagen de archivo) |
Queridos Reyes Magos:
Ya sé que hace muchos años que no os escribo y que las últimas veces que lo hice fue en nombre de mis hijas, aún pequeñas y casi a su dictado. Hace tanto, tanto, que no sé si seréis capaces de recordarme o de disculpar mi distanciamiento imperdonable.
En mi descargo sólo puedo deciros, majestades Melchor, Gaspar y Baltasar, que no ha sido falta de cariño ni de respeto, tampoco el olvido o la desidia que pueden aparentarse ni que os haya abandonado por el gordo vestido de rojo... En realidad, los motivos no importan y seguro que a vuestra sabiduría milenaria no se les escapan y con mayor precisión de lo que yo, humilde y torpemente, podría intentar justificar. A pesar de que, a fuer de ser sincero, la idea de escribiros esta carta ha partido de mi hermano, con una firme sugerencia que he sido incapaz de ignorar.
Os confieso lo precedente, mágicas majestades, porque de otra forma no podría decir que "este año he sido un chico bueno", lo cual, de por sí, ya es más que dudoso. Pero, al menos, no deseo comenzar esta misiva con alguna de las complacientes mentirijillas "piadosas" que yo denosto y me harían merecedor del mayor y más negro pedazo de carbón que se halle en vuestras alforjas.
Así pues, aquí me tenéis nuevamente... a mis años, tratando de cocinar una epístola que se me antoja realmente complicada, si nos atenemos a la tradición de que su contenido es o debe ser la petición de los regalos más deseados. Porque eso de los años mencionados a vuelapluma pesa mucho ante tan ilusionante objetivo.
Claro que podría pediros alguno de los libros que abarrotan mi lista de pendientes interesantes, por ejemplo. Pero me parecería un gran desperdicio ante la oportunidad de apelar a vuestra mágica generosidad para tratar de obtener regalos más valiosos y, sobre todo, más alejados de mis posibilidades de consecución individual, a pesar de que poco hay tan valioso como el contenido de un buen libro.
Sin embargo, centrando mi atención en todo aquello que escapa y escapará a mis limitadas capacidades personales, me parece que puedo, y hasta debo, ser un poco más ambicioso, si habéis llegado hasta aquí en la lectura de esta carta tardía y largamente demorada.
En consecuencia, os antepongo que no deseo abrumaros ni hacerlo conmigo mismo con peticiones de objetos o enseres, que sobrado estoy con todo lo que de material tengo, pues, aunque no dispongo de todo, no siento necesidad de nada. No ocurre otro tanto con lo que soy, ante cuyo arqueo y balance echo muchas cosas de menos, por carencia o por ser sensiblemente mejorables.
Trataré de ser razonablemente breve en mis deseos, aunque sólo consiguiendo uno o alguno de ellos me haréis muy feliz a partir de la mañana del 6 de enero. Dicho lo cual, paso a la obligada e ineludible relación peticional.
- Os pido toda vuestra magia para que mejore la situación de todo lo que produce desasosiego e infelicidad allí donde están mi sangre y mis recuerdos de infancia.
- Os pido el mejor presente y futuro para mis hijas y nietas.
- Os pido el don de aportar alivio y consuelo a quien, estando a mi alcance, pueda necesitarlo.
- Os pido la felicidad de quienes quiero, porque eso me hace feliz, aunque yo no forme parte de ella.
- Os pido la capacidad y madurez para aceptar sin tristeza ni sufrimiento todas las pérdidas que he sufrido en el pasado y pueda sufrir en el futuro, así como mantener mitigado el recuerdo del dolor, agradeciendo la enseñanza recibida.
- Os pido la sabiduría necesaria para saber elegir correcta y certeramente las personas en las que confiar en el mañana.
- Os pido que alejéis de mí todo egoísmo y sentimiento de envidia, tanto propios como ajenos.
- Os pido que mantengáis en mi alma la infinita gratitud y amor por quienes han estado a mi lado en los momentos más difíciles.
- Os pido que eliminéis en mí toda reactividad para sustituirla por ilimitada proactividad.
- Os pido la más generosa capacidad para perdonar y que todo rencor y resentimiento se torne aceptación e indiferencia, en mí y en quienes no me quieren, sea porque nunca me han querido o porque han dejado de quererme.
- Os pido que no se vea mermada y aumente mi capacidad de amar, aunque pueda no recibirlo con la deseable reciprocidad.
- Os pido ser siempre capaz de entender lo inaceptable, aunque nunca pueda llegar a comprender lo intolerable.
- Os pido cambiar postergación por diligencia.
- Os pido seguir sintiendo como un niño, pero actuando como un adulto.
- Os pido no perder nunca la curiosidad insaciable.
- Os pido aumentar mi paciencia y mejorar mi asertividad.
- Os pido vivir y ser vivido.
- Os pido sentir y ser sentido.
- Os pido desear y no necesitar.
- Os pido amar y ser amado.
- Y, por último, os pido que hagáis realidad la utopía de que reinen la justicia, la paz y la solidaridad, sin limitaciones individuales ni colectivas.
Perdonadme si mi lista supera con mucho los méritos que han podido justificarla, pero me acojo a vuestra magnanimidad e ilimitada capacidad de indulgencia y comprensión, tanto como deseo que a vuestro mágico alcance esté su mayoritaria satisfacción.
Recibid mi gratitud y el más cariñoso y entrañable recuerdo por los momentos de intensa e inmensa felicidad que me habéis deparado en mi infancia y en la de mis niñas.
Hasta siempre en mi memoria. Larga vida a vuestras majestades.
FRM [31/12/2016]