Por lo que creo que tiene de interesante para todos, como quiera que cada uno lo desee interpretar y aplicarlo, cómo y a quién considere oportuno, extraigo la enseñanza contenida en un párrafo del libro citado de la edición de Aniela Jaffé que he estado releyendo no hace mucho (Biblioteca Breve - Seix Barral, Barcelona, 1996). Cito textualmente:
«Con el trabajo en el Burghölzli (*), se inició mi vida en una realidad unívoca, hecha sólo de propósitos, consciencias, deber y responsabilidad. Era la entrada en el convento del mundo y el someterse al voto de creer sólo en lo probable, en el promedio, en lo banal y lo pobre de sentido, renunciar a todo lo extraño y significativo, y reducir todo lo desacostumbrado a lo habitual. Sólo había superficies que nada ocultaban, sólo comienzos sin continuidad, contingencias sin causalidad, conocimientos que se circunscribían a círculos cada vez más estrechos, definiciones que pretendían ser problemas, horizontes de agobiante estrechez y el inmenso desierto de la rutina.»
Salud y reflexión para seguir aprendiendo a caminar.
FRM [05/04/2018]
(*) Burghölzli era el manicomio de Zurich en el que, el 10 de diciembre de 1900, C. G. Jung ocupó puesto de ayudante para especializarse en psiquiatría, al término de sus estudios de medicina.
Carl Gustav Jung (Imagen de archivo) |
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