El Rincón del Nómada

El Rincón del Nómada
La libre soledad del ermitaño es el terreno más fértil para que germine y florezca la creatividad. (Foto propia, 2014. Isleta del Moro, Almería)

sábado, 31 de marzo de 2018

Escuchando crecer la barba

Mirada metafórica. "Pensando mucho y en paz hasta el sombrero cría canas".

Con todo mi respeto hacia cualquier creencia —menos las que imponen o amparan la violencia— y las tradiciones que generan, aunque no todos las veneran, hay algunas cosas que no he conseguido comprender ni siquiera durante toda una vida de curiosidad insaciable y búsqueda incansable.

Era yo muy pequeño cuando comencé a no entender la justificación de la cruel tortura representada en la imagen del Cristo crucificado que colgaba sobre el cabecero de la cama de mis padres.

¿Por qué demencial sinrazón se suponía que tan salvaje y cruento sacrificio estaba justificado para el perdón de un pecado original de la Humanidad, tan mal explicado como remoto y ajeno a los millones de seres que nunca pisaron el Paraíso Terrenal?

¿Por qué las enseñanzas religiosas que recibía decían condenar la idolatría, mientras nos inundaban en templos y hogares imágenes de Dios, Jesús, la Virgen y toda la pléyade de santos canonizados?

¿Cómo se relacionaban las atractivas imágenes de Adán, Eva, Caín y Abel de mi libro de Historia Sagrada, con las que aparecían impresas en otros textos de la Prehistoria, mostrando prehomínidos peludos en desaliñadas manadas migratorias?

Y, si los primeros padres sólo tuvieron a sus dos hijos mencionados en el Génesis, ¿cómo sobrevivió y se reprodujo el género humano?

Etc.

En aquellas lejanas fechas, nunca conseguí respuestas satisfactorias, sólo logré convertirme en un niño rarito, solitario y muy incómodo en la Catequesis eclesiástica que cada domingo pretendía complementar doctrinalmente las clases del cole.

Con frecuencia, mis preguntas terminaban con un tajante colofón: "¡Tienes que tener fe y creer aunque no lo entiendas!". Así crecí... Tristemente convencido de que Dios me había privado del imprescindible don de la fe que disfrutaban mis semejantes.

Más tarde y a lo largo de mi vida, no he dejado de buscar nuevas respuestas a las viejas preguntas ni de formularme nuevas preguntas sobre las viejas respuestas. Pero nada de lo que he ido encontrando, aprendiendo y entendiendo, ha dado satisfacción a lo que ya no es una pregunta, sino una inquietud cuya incomprensión sigue siendo un sentimiento constante y, a veces, muy entristecedor que no cesa de sorprenderme. Y abro un paréntesis para quienes consideran sinónimos los términos entender y comprender, para remitirles a la reflexión también aquí publicada, bajo el título "Para entendernos".

Me refiero a la que, a veces, he definido como "cultura del sufrimiento", en la que muchísimas personas se mantienen instaladas, de forma más o menos sincera o bajo las apariencias más hipócritas. Se trata de ese dogal que constriñe y ahoga libertades bajo la forma de "complejo de culpa" injertado en la maleducada conciencia colectiva. Ese arraigado temor que anida en el inconsciente humano para no atreverse a hacer lo "política, social o religiosamente incorrecto", aunque con ello y las represoras renuncias que implica, sufran, e incluso, hagan sufrir la mayor de las infelicidades.

Puedo entenderlo, como ejercicio intelectual; pero nunca comprenderé que alguien prefiera el refugio de su protectora "zona de confort", sacrificando hasta los mejores, inesperados e infrecuentes regalos que la vida nos hace, en afortunadas ocasiones que llaman al despertar. Digno de compasión, a falta de comprensión.

Definitivamente, he entendido y comprendido que los miedos y enroques inamovibles son el peor enemigo de la libre felicidad de los seres humanos y el arma más poderosa para controlarlos y manipularlos por el Poder que dicta y sanciona las leyes. Esa única y verdadera deidad en tres personas... La nada santísima trinidad: Política, Economía y Religión.

Y me temo que, a estas alturas, sólo me queda aceptarlo mientras escucho, en compasivo silencio, como crece mi barba en paz.

FRM [01/04/2018]

4 comentarios:

  1. Es un escrito reflexivo con mucha cordura el que nos haces y que la imagen de alguna metafórica manera nos refleja, Francisco. El sentimiento o complejo de culpa muy frecuentemente nos inmoviliza, es una fuerte emoción que nos ata de manera negativa y hasta destructiva. Y sí: de eso se ha valido y se vale el poder para manipular conciencias sin duda, pues el temor actúa como paralizante. Pero es un tema muy enriquecedor que daría para pensar y comentar largo y tendido. Muy agradecido a esta invitación a ello.
    Fuerte abrazo, francisco, que pases un buen día.
    Teo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pienso exactamente igual que tú, amigo Teo. Y mi convicción no es teórica, se sustenta en reiteradas experiencias vividas que conducen a esas comunes conclusiones.
      Fuerte abrazo, agradecido a ti por todo.

      Eliminar
  2. Muy sincero y muy bueno el texo, amigo Mayoral. Abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Buenos, malos o regulares, mis textos siempre son sinceros. Tanto como mi gratitud por tu visita y halagador comentario, amigo Mauricio.

      Eliminar