Recientemente me fui a la cama pensando en el concepto de "reciprocidad" y en las personas que he conocido que no lo consideran ni respetan como un valor ineludible en las relaciones y el amor de toda índole, sea de pareja, familiar o amistoso. Entonces, reparé en la paradoja de que esas personas terminan provocando y consiguiendo la más plena reciprocidad en el desamor, la indiferencia o el rechazo. Curioso fenómeno inevitable.
Paradójicamente, quienes no desean compartir la luz y el calor del sol, acaban compartiendo la oscuridad de las negras nubes y el frío de la lluvia, porque nunca se puede eludir el cielo bajo el que estamos todos.
FRM [11/06/2014]
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Foto propia, desde mi ventana |
Profunda reflexión.Parece que no se puede evitar compartir lo que se elija o lo que no se elija, cuando se vive bajo el mismo cielo...
ResponderEliminarMaravillosa fotografía, Francisco.
Compartir el Cielo y la Tierra es inevitable. Corresponder con reciprocidad es opcional en el amor, pero ineludible en la indiferencia. Gracias, Ángeles.
EliminarMe dice Javier Del Prado Biezma: «La reciprocidad o la correspondencia es, en un nivel, el fundamento esencial de las relaciones sociales; en otro nivel, el fundamento del amor. Tienes toda la razón del mundo.
ResponderEliminarEl problema es que la reciprocidad exige un grado suficiente de abnegación (recíproca) y el yo moderno está demasiado infatuado como para negarse algo a sí mismo, aunque sea en beneficio de la persona que supuestamente es su hermano o a la que supuestamente ama.
Aquí nace el fracaso del que tan hermosa metáfora climática nos ofreces.»
Y yo se lo agradezco mucho.