que se elevan al cielo
huyendo de las frías losas
que alfombran el suelo.
No pierden la esperanza
de recuperar el verdor
que en su esplendor danza
y cobija en el calor.
Pero bajo el guante renovado
los dedos deformes denuncian
que, bajo lo aparentado,
los años pasan y el fin anuncian.
No te engañes con apariencias
sean verdes o de otro color,
la existencia acumula vivencias
y, sin firmes raíces, no hay vida ni amor.
FRM [16/04/2014]
Foto propia, de mis paseos |
Precioso
ResponderEliminarMe alegra mucho que te lo parezca, Susana. Gracias.
EliminarUn poema reflexivo, Francisco, lleno de verdades y también de encanto literario. Como encanto tiene esa fotografía que refleja lo adusto y frágil de esas manos leñosas que ramificadas se alzan hacia el cielo como súplica. Sí, que no nos engañen las apariencias.
ResponderEliminarGracias por recrear momentos que nos ayudan a no caer en lo aparente.
Fuerte abrazo.
Teo.
El tiempo transcurre inexorable y se muestra en lo visible, aunque pretenda ignorarse bajo frágiles maquillajes renovados de nuevas apariencias. Sólo la firme conciencia que subyace en las profundas raíces garantiza un cierto boceto de eternidad en lo auténtico. Abrazos, Teo.
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