Gene Wilder, 1970 |
Pocas cosas nos hacen tomar tanta conciencia de lo efímero de nuestro paso por esta dimensión en la que transitamos con más pena que gloria, que acercarnos o estar en lo que poéticamente se ha dado en llamar "el otoño de la vida". Así, con rigurosa fidelidad a la metáfora, el árbol de nuestra existencia va perdiendo cada vez más hojas y con mayor abundancia.
Muchas son las que ya han ido alfombrando el suelo de mis recuerdos más representativos, pero ayer ha caído una de las más preciadas para mí. Ayer ha sido la primera vez que Gene Wilder no me ha hecho reír o, al menos, sonreír.
No era un buen momento, Gene, si es que lo hay para las despedidas; porque, si siempre son buenas unas risas, hay ocasiones en que son imprescindibles además de convenientes... Y, de eso, tú sabías tanto que tu familia ocultó tu enfermedad mortal para no causar tristeza a nadie.
Lo bueno de genios como tú, es que nos dejas el legado maravilloso de todas tus películas que permitirán revivirte y, contigo y tu talento, lo hará nuestra alegría.
Aunque, si de legados hablamos, a mí me dejas una gran lección que trataré de aplicar el resto de mi vida...
Nada es más importante que reír y sólo se puede hacer llorar si es de risa, siempre con ternura y sencillez... El resto puede esperar a otra estación.
Gracias con una triste sonrisa, Gene. Hasta siempre.
FRM [30/08/2016]
Una lección de vida; cuando veo a personas como Gene, recuerdo una de mis frases de cabecera: no desestimes la importancia de estar alegre.
ResponderEliminarAsí es, Samael. Muchas gracias por tu visita y comentario.
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