Generoso jardín inundando la pradera. Foto propia, Jardín Botánico de Madrid |
Comenzó en una primavera
como un brote nuevo que no se espera...
Se alimentó y creció
durante la distante gestación
en cálida y veraniega estación,
llenando de luz
un congelado invierno
vivido como otoño sin retorno.
Hasta un mes nueve,
nuevo... huevo...
en caja que sube y baja,
entre el arte de otra Caja,
el huevo eclosionó,
pariendo sin dolor,
alegría, sorpresa
y estupefacción...
compartiendo alientos
de convicción.
Un padre sonriente, un bebé durmiente,
cómplices testigos,
inesperados e ignorados,
en un instante privilegiado.
Sincronicidad imprevisible,
la primera de otras muchas
que señalan, sin dudas,
un camino inevitable,
marcado con la certeza
de lo evidente e inexplicable.
La flor inesperada que nació
sigue resistiendo
cada cambio de estación
y, en una nueva primavera,
ha inundado, como un generoso jardín,
cada rincón de la pradera.
FRM [17/04/2019]
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