Mirada metafórica. Cuando se mantienen tres rosas en la misma rama, una se seca irremediablemente. |
La falta de confianza y transparencia connotan, como mínimo, el germen de la deslealtad. Es una falsa falacia (valga el pleonasmo) pretender justificarlo como un espacio de libertad individual. Eso es una impostura que, en el mejor de los casos, sólo engaña a quien la utiliza, porque nadie que espera confianza, esconde en la clandestinidad lo que no siente necesario ocultar.
Por el contrario, la verdad es que estamos frente una impulsiva necesidad de ocultación que enmascara el sentimiento de culpa larvado, por la necesidad constante que demanda el ego de seducir a un tercero o terceros. Lealtad con la pareja amada es tener la consciente transparencia y noble sinceridad de confesar que no se ha sido completamente honesta, consciente y secretamente infiel al incurrir en agravios comparativos y, por ello, desleal, aún sin pretenderlo inicialmente.
Ser plenamente consciente implica comprender que, al margen del secundario tópico cultural de lo sexual, la infidelidad y, más importante, la deslealtad tiene un alcance más sutil, mayor y muy superior, aunque sea asexuada e incluso mayor cuando es así, como germen de desconfianza ética y estética, que atenta profundamente contra el amor y el respeto debidos por el causante a los tres protagonistas de la situación que ha creado y, principalmente, al propio auto respeto más íntimo, por mucho que se intente justificar con argumentos insostenibles o respuestas indignadas, soberbias y coléricas como violenta y agresiva arma de autodefensa.
Porque un enamoramiento clandestino y platónico, aunque asexuado de facto, puede ser mil veces más peligroso que una esporádica infidelidad sexual para la estabilidad de una relación de pareja consolidada. Ese tipo de atracción sentida y estimulada, corroe y erosiona el soporte del alma que es el cimiento más firme sobre el que se construye y mantiene una relación de amor pleno e imperecedero. Es inocultable y la pretensión de restarle importancia produce graves trastornos psicosomáticos y profundo deterioro en la relación de pareja, socavando los valores más sólidos de la unión en pareja.
Frente a ello, quien ama plenamente acepta la herida sin reproches, con comprensión, agradeciendo la sinceridad y confianza, cuando son nítida y evidentemente plenas y absolutas; cuando son restauradas con firmeza y transparencia y sin el maquillaje de palabras auto justificadoras e innecesarias... "Obras son amores", afirma y confirma el viejo refrán.
En lo más profundo de la cuestión todo se reduce a lo que se valore la autenticidad del amor de la pareja y la jerarquía de prioridades que ocupen los valores morales fundamentales.
FRM [22/06/2016]
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