Las plantas saben renovarse en su eterno ciclo de hermosa perpetuación, eliminando sin dificultades lo que no les hace bien, sin dramatismos, de manera espontánea y natural, prolongando su existencia en las semillas, herederas y propagadoras de lo mejor de sí mismas. Siempre se sienten bellas y saludables porque lo son, sin cuestionarlo reiterada e inútilmente, por eso nos aportan esa inexplicable sensación de calma, sosiego y bienestar con su mera cercanía y contemplación...
Crecen, lenta e imparablemente, fluyendo en generosa y equilibrada quietud natural. En activo reposo, en paz... Dando mucho y exigiendo muy poco, casi lo único que esperan y necesitan es nuestro respeto.
¿Será porque no necesitan aprender a conocerse ni pensar la forma de actuar para conseguirlo? Se aceptan, SON y lo disfrutan de por vida, haciendo disfrutar.
Dice el Tao: "Nada hagas y todo será hecho".
Quiero ser un árbol frondoso o vivir como si lo fuese.
FRM [20/08/2016]
Foto propia, en un personal Jardín del Edén. |
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