«Reconozco mi codicia, Al, pero no creo que haya hecho nada que pueda extrañarle a nadie. Seguí los consejos que de niña me dio mi madre. Me casé con el hombre que pudo pagarme el jarrón para las orquídeas que me había regalado el hombre al que verdaderamente amaba. En la vida raras veces coinciden en la misma mano la poesía y el dinero, la caricia y las llaves del piso, de modo que hice lo que tantas hicieron antes, me volví loca por un hombre lleno de plantas y de sueños y casi sin darme cuenta lo dejé por el tipo del "Cadillac" fucsia.
Puede que me haya equivocado y lo mío sea hasta cierto punto inmoral, pero de cría me inculcaron la idea de que al final quien decide tu vida es el destino, y en ese sentido, cielo, no creo que haya nada malo en que una chica como yo se decidiese a echarle una mano al destino. [...] Ya sé que los bienes materiales pierden encanto a medida que echas de menos la inocencia, pero en una ocasión me dijiste que nada en nuestra vida es verdaderamente memorable y que el recuerdo del ser amado se esfuma a medida que se extinguen lenta e inexorablemente las moscas de su cadáver.»
José Luis Alvite (en su libro "Almas del nueve largo" - Historias del Savoy)
FRM [05/05/2018]
Libro citado. Foto de mi ejemplar. |
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