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Para quien vive instalado en la voluble, mendaz y cambiante apariencia camaleónica, el más triste y último refugio de su maltratada, incoherente y poco fiable honestidad moral, es que sólo sea la consecuencia mitomaníaca de un permanente y desequilibrado autoengaño inconsciente, fruto de un profundo trastorno de la personalidad.
Ante ello, tras la decepción, la compasión sustituye a la confianza.
FRM [03/09/2016]
(Sobre la mentira y la veracidad, recomendamos la lectura del excelente artículo de opinión de José Zurriaga publicado en la revista Tarántula, cuyo enlace se incluye aquí)
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