Foto propia, de mis paseos. |
Lo prometí y he cumplido.
Un placer para mis sentidos,
el calmo paseo por solitario camino,
lejos de los humanos sonidos
entre silencios ininterrumpidos,
oyendo al sol derramado en el verde tupido.
En el horizonte, el ladrido de un perro escondido,
más cerca, de algún insecto el zumbido,
suave brisa en breves remolinos,
campanas sacras que tañen entre ramos de olivo
y, sólo mis propias pisadas en el camino
me recuerdan que aún estoy muy vivo.
Hasta el cercano cementerio he acudido,
lleno de la paz del olvido,
sus puertas estaban abiertas
y la curiosidad me ha vencido,
con respeto y atención despierta.
Entre sus lechos de mármol me he movido.
Nombres y fechas a cincel retenidos.
Jóvenes y ancianos comparten el retiro
y un hermoso epitafio ante mis ojos ha surgido...
Así decía la pregunta que me ha detenido:
"¿Por qué sólo se tarda un segundo en decir hola
y hace falta toda una vida para decir adiós?"
FRM [13/04/2014]
Eterna pregunta...dentro de un muy peculiar poema.
ResponderEliminarEl poema seguramente no merece ni siquiera ser llamado así. Pero es una pretendidamente poética descripción de un suceso ocurrido tal cual lo narro. El epitafio es real y me apeteció compartirlo por su originalidad en ese contexto repetitivo de reiteradas expresiones tópicas de recordatorios estereotipados.
Eliminar¿por qué?... A veces concluyo en que a la vida no hay que responderla sino saberla preguntar, bonita pregunta.
ResponderEliminarEs así, David. Saber preguntar es lo más difícil y lo apropiado. Gracias.
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