Este nómada saliendo del mítico Café Gijón |
Hay lugares que rezuman algo especial. Algo que impregna y empapa las paredes y permanece incrustado en la reverberación luminosa de sus lámparas. Algo difícilmente definible y condensado en cuadros, antiguas noticias enmarcadas, columnas que sujetan firmemente un pasado incomparable y abarrotado de inteligencia, talento, arte, creatividad y anécdotas de tertulias infinitas y genios eternos.
Ya van quedando pocos lugares así. Enclaves venerables a los que la tradición convierte en monumentos de cultura esculpidos con los recuerdos de mil y un nombres ilustres que se amontonan sobre la piel satinada de las mesas, como sabrosas energías sutiles de quienes conservan y cultivan el paladar refinado para generarlas, percibirlas y degustarlas.
Uno de esos indefinibles sitios es el madrileño Café Gijón que alberga literatura y poesía desde hace más de 126 años. Fue fundado el 15 de mayo del año 1888 por un asturiano afincado en la capital llamado Gumersindo Gómez (algunas fuentes lo mencionan como Gumersindo García). El Gran Café Gijón, a pesar de sus modestos comienzos a finales del siglo XIX, pronto se convirtió, tras la guerra civil española, en un famoso lugar de tertulia literaria y reunión de intelectuales y artistas de la época del régimen de Franco, y la transición española. Su ambiente en la posguerra fue magistralmente retratado por Mario Camús en la película "La Colmena", basada en la excelente novela de Camilo José Cela del mismo título.
En el local se celebra cada año el premio literario que lleva su nombre. Al cumplir su centenario, a finales del siglo XX, queda como testigo de una época de florecimiento de los centros de tertulia en Madrid. Se trata de uno de los pocos cafés de este carácter y raigambre que sobreviven en el Madrid heterogéneo del siglo XXI.
De sobremesa |
También puede depararnos gratas sorpresas ese glorioso templo legendario de las letras, el arte y la cultura, como en la última vez que estuve comiendo allí y coincidí de manera fortuita con mi antiguo profesor y siempre maestro, Amando de Miguel, así como con el eterno y disecado galán, el actor Arturo Fernández, alias"Chatín", luciendo su impecable palmito de terno y cuerpo siempre como recién estrenados ambos.
FRM [18/12/2014]
Como acertadamente dices, es un lugar que a los que nos gusta la literatura, y todo lo que es historia, nos hace sentir algo especial. Recuerdo la última vez que visité el Café Gijón, mientras estaba sentado, acompañado de unos amigos y tomando un café, mi mente se puso a viajar en el tiempo, como si en ese preciso instante me hubiera transportado a otras épocas con la máquina del tiempo de H.G. Wells, imaginándome al lado de los hermanos Machado, Gómez de la Serna, Ortega y Gasset, o García Lorca al fondo del local charlando con el torero Sánchez Mejías, o en otro momento de la historia más reciente, a Paco Umbral charlando con Delibes justo al lado de la ventana, etc... hasta que bajo de la máquina, y pienso en lo que me hubiese gustado estar allí de oyente...
ResponderEliminarUn viaje espléndido, con inmejorables compañías. Al próximo hazme un hueco que me apunto.
EliminarVisita obligada, cuando vuelva a Madrid, yo invito.
EliminarMe habría encantado... Pero es muy difícil con personas "desconocidas". Gracias por el gesto.
EliminarMe fascinó siempre.
ResponderEliminarNo me extraña, Fátima. Es mágico.
EliminarDe obligada visita, sin duda... aún conserva su magia.
ResponderEliminarMucha, Magda. Gracias por tu visita a este humilde rincón. Besos, poetisa.
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