Edward Hopper. "Habitación de hotel", 1931 Óleo sobre lienzo, 152,4 x 165,7 cm Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid. |
Cuánto patético erotismo larvado puede contener la triste imagen de una profunda soledad semidesnuda que relee la carta de despedida dejada por la persona amada poco antes del amanecer. Esa breve prosa escrita por la misma mano que horas antes había grabado un interminable mensaje muy diferente sobre su piel, recitando versos de inolvidables caricias íntimas.
Ahora no queda nada, salvo un pedazo de papel indeseado entre las páginas de un libro y el equipaje de los recuerdos, en el vacío de una habitación que no volverá a llenarse con los gemidos de su fugaz amor eterno.
FRM [18/06/2014]
Lo que quedó escrito en la piel,perdurará en el recuerdo...
ResponderEliminarEn ocasiones, más que escrito, queda tatuado.
EliminarEstá tan bien descrito, que es fácil situarse en el lugar de la retratada y sentir su vivencia.....
ResponderEliminarMuchas gracias, Susana. Creo que quien mejor lo describe es Hopper, el gran pintor de las soledades. Me ha alegrado mucho verte por aquí. Cordial saludo.
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