Foto propia, paseando bajo mi ventana |
Eres blanca y fría,
de color escarcha yerta,
sin vida ni alegría
aunque la luz llame a tu puerta.
Deslumbras con brillos prestados
que exhibes orgullosa
para engaño de poetas
que ilusionados siembran tu huerta.
Pero ilusión pasajera eres,
periódica y recurrente,
aburrida repetición
de rimas y prosas que siempre mienten.
Careces de luz propia
por mucho que lo aparentes
pues sólo eres un limitado reflejo
de lo que recibes en tu espejo.
Insomne, menguante o creciente,
en oxímoron ecuatorial permanente,
girando en el congénito vacío
de un espacio negro... indefinido.
Te asomas a la noche negra,
silenciosa y sonriente,
simulando lo que no eres,
confundiendo corazón y mente.
Eternamente inconsciente,
tu mar no es de tranquilidad
porque en tu cara más oscura
albergas las más profundas dudas.
Satélite oscuro y solitario,
en plenitud engreído,
crees haber crecido
en las letras de un diario.
Vas y vienes, penitente,
unos días con humildad inevitable
y otros, llena y prepotente
en las órbitas más inestables.
Cruje tu alma reseca,
polvo acumulado bajo caricias ansiadas
que son sólo pasajeras miradas
del poeta soñador que a ti se acerca.
Símbolo estelar del desapego
continua muestra de incertidumbre,
rotando en la eternidad de ciegos
que ven inspiración fugaz... por costumbre.
FRM [13/01/2017]
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