"Caminante no hay camino". Obra de Mariano Rodríguez Mayoral, 2013 |
A cinco días del final de su camino, este año 2016 se me antoja representado por el anciano abuelo que pintó mi hermano para conmemorar el nacimiento de su primer nieto. El personaje, entrañable y sabio, camina con dignidad, bajo el peso de su experiencia, hacia la entrega de la simbólica antorcha vital al joven heredero a punto de nacer.
Y, como todo lo que me ha hecho disfrutar y sufrir durante el discurrir de su existencia, 2016 ha sido un año extremadamente intenso. Rico en vivencias, saturado de emociones, repleto de hallazgos y pedagógicas decepciones. Todo lo doy por bien vivido, pues vida muy viva ha sido.
Lo propio y lo ajeno he sentido, inagotable he descubierto y aprendido, pues estoy convencido de que sólo ese es el buen sentido del escaso y mal llamado el "común sentido", teórico por en la práctica poco compartido.
Dos grandes e involuntarios halagos, como crítica negativa he recibido, ser demasiado "intenso" y "dar demasiado"... De ambas cosas no me arrepiento y espero seguir aumentando a lo largo de mi tiempo. Hay otros rasgos que sí lamento y rechazo; por lo que, una vez reconocidos, evitaré mantener conmigo.
Ilusiones ha habido y, como tales, se han desvanecido. Pero otras nuevas vendrán, pues evaporarse pueden, pero, como hijas del alma, morir no mueren.
Confirmado ha sido, en mi íntimo balance, que la soledad es el mejor campo fértil donde nace y se cría frondosa y generosamente la libertad responsable, cuyas semillas albergan el germen de los mejores y más nutritivos frutos. De sabor dulce, salado, ácido o amargo... incluso picante, pero siempre alimentando la felicidad real.
Porque, recordando al admirable Viktor Frankl, pienso que la libertad es el camino de la felicidad; convencido, como él dijo, de que: "No podemos estar donde no nos necesiten ni donde no quieran nuestra compañía."
Y me siento feliz, porque mis amigos, los que me quieren de verdad con la generosidad y comprensión del más auténtico, elevado y desinteresado amor, saben apreciar y corresponder a mi libre lealtad y disponibilidad, los dos valores que más autentifican la calidad de las personas y las relaciones humanas... en 2016 y siempre... Sigo caminando.
A todos deseo... ¡Feliz 2017!
FRM [26/12/2016]
De Rafael Alberti y Salvador Dalí se ha dicho que el primero era un pintor que escribía y el otro un escritor que pintaba. Otro tanto, salvando las distancias, me gusta decir de mí mismo y de mi querido y admirado hermano, que escribe mucho mejor que yo y pinta como puede apreciarse en la hermosa ilustración que ilustra esta reflexión, realizada con lápices de color.
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