Retrato de Johannes Wtenbogaert, Rembrandt |
Resulta una experiencia muy curiosa tropezarse con un cuadro de Rembrandt hecho carne... La imaginación se dispara creyendo estar ante un personaje perpetuado a través de los siglos, después de ser el modelo perfecto de un cuadro que, como en el caso de Dorian Gray, podría haber ido envejeciendo por él con el paso del tiempo.
Pues bien, lo he visto. Una de mis amigas, sorprendida, me ha mostrado un par de fotos del nuevo novio —valga el pleonasmo— de otra de sus propias amigas. Realmente curiosísimo... Edad difuminada por indefinida, cabello escaso y ralo, de barbado rostro rubicundo y pánfila sonrisa anestesiada, bajo la glauca mirada de un pez resucitado que se eleva sobre la abultada curva de un vientre prominente... En verdad, podría haber sido el perfecto retrato de un borrachín del siglo XVII realizado por el gran maestro de los Países Bajos.
Y es que eso de los "parecidos razonables" con diferentes personajes de la historia del arte, no es nada infrecuente y se detectan con frecuencia si se tiene memoria visual. De hecho, esta anécdota me ha traído a la memoria el gran parecido del que fuese ministro socialista y alcalde de Zaragoza Juan Alberto Belloch, con el decapitado gigante filisteo del conocido y siniestro cuadro "David y Goliat" de Caravaggio.
Según mi amiga, son muchos los que no ven ni comprenden el encanto de una obra así, habiendo otras más sugerentes... Aunque lo cierto es que, el escaso atractivo del personaje, puede verse holgadamente compensado por el interesante valor económico del cuadro en vivo... Se pinte como se pinte y por un cierto tipo de amor al arte.
FRM [19/02/2017]
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