Foto propia. Mi recordado amigo bebiendo en un cenicero |
Te encontré sin vuelo y a ras del suelo,
tus alas carentes de aire
con miedo, temblabas,
herido, con sed y hambre...
No dudé un instante,
te acogí con amor,
te di todo mi calor
y tu miedo cambié por valor.
Curé tus lesiones
con paciencia y esmero,
mi pan fue tu alimento
y bebiste en mi cenicero.
Poco a poco,
nos acostumbramos el uno al otro,
me seguías a todas partes
revoloteando entre sonrisas.
Pero llegó un día,
que ya podías volar solo,
fuerte y convencido...
de que no me necesitabas.
Llegó la primavera,
sembré mi terraza con migas
y otros pajarillos
te reclamaron con sus trinos.
Tú dudabas, ibas y venías,
a mí y a ellos mirabas,
yo no me acercaba
porque tus colegas se espantaban.
Ellos no me debían nada,
tenían miedo y no me amaban.
Por eso, me aparté de ti
y, al fin, volaste en la distancia.
Por un instante creí ver
un húmedo brillo
en tus ojos de pajarillo...
Tal vez sólo estaba en los míos.
FRM [22/03/2015]
(Basado en el recuerdo de una historia real)
Es precioso...
ResponderEliminarFue muy emocionante. Gracias por tu comentario, Sergi.
Eliminarjoder qué historia más bonita el que casi acaba con los ojos húmedos soy yo!
ResponderEliminarFue así, amigo. Tal cual. Y me emociono cada vez que lo recuerdo. Gracias, un abrazo.
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