(Imagen de archivo) |
Por regla general, al menos en mi observación empírica, en los hombres suele originarse el estremecimiento erótico, o erógeno, en la zona genital y asciende hacia el corazón, llegando rara o distorsionadamente al cerebro.
Sin embargo, en las mujeres, acostumbra a suceder exactamente lo contrario. El estímulo inicial de atracción se dispara en el cerebro, descendiendo, en un recorrido más o menos rápido, hacia el corazón para finalizar su trayecto estimulando los genitales y otras zonas erógenas.
Es muy posible que sea la consecuencia zooantropológica de los instintos ancestrales que rigen todos los celos y apareamientos de los animales para la mejor perpetuación de la especie. Los machos persiguen copular con cuantas más hembras mejor, no por promiscuidad, sino para aumentar las posibilidades de mantener y aumentar su estirpe, mientras que las hembras están más preocupadas por seleccionar el macho más apto --más fuerte, inteligente... más poderoso, en definitiva-- para optimizar la herencia genética. Los matices son una cuestión cultural.
Libro citado |
—"Me has follado las neuronas". (pág. 167).
A mi juicio y tal y como la define el propio escritor en la misma secuencia, es la "frase más definitiva y absolutamente seductora" que una mujer puede susurrar a un hombre antes de irse a la cama con él... O, por lo menos, a cierto tipo de hombres.
FRM [01/10/2015]
¡Si señor, es que das en el clavo!
ResponderEliminarPues me alegra mucho, señora. Besazo agradecido.
EliminarApoyo tu tesis en esta observación. En este asunto la observación empírica es fundamental. Viva el empirismo ¡¡¡
ResponderEliminarEl empirismo y los documentales de TV2, Cris.
EliminarQuiero ese libro. Con la frase, "me has follado las neuronas..." poco más que añadir. Gracias Francisco, estimado e ilustrado amigo.
ResponderEliminarSi eres quien creo que eres, te contesto por WhatsApp. Gracias a ti, querida canaria.
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