El Rincón del Nómada

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La libre soledad del ermitaño es el terreno más fértil para que germine y florezca la creatividad. (Foto propia, 2014. Isleta del Moro, Almería)

martes, 21 de abril de 2015

El "sambenito" del rencor

Volver a sentir la belleza es belleza resentida (Foto de archivo filtrada)

Como ocurre con otras muchas palabras que no dejan de ser códigos conceptuales, las leyendas del pasado en las que se utilizan, pueden acabar dando, con el paso del tiempo, contenidos intencionales sesgados que determinan su futuro en la mente de esos mediocres que tan acertadamente definió el psicólogo José Ingenieros (*).

Cuando ese uso perverso y reiterado se utiliza como estigmatizante "sambenito", colgado de la cabeza de alguien, la tendencia cainita, excitada por la envidia de quienes acostumbran a usar más el índice acusador que el análisis del pulgar autocrítico, construye todo un universo deformado y sin fundamento en el que pastan jaleándose unos a otros y se sienten confortablemente unidos... "arrebañados", como dice Ingenieros.

Algo así ocurre con la denostada palabra "rencor" que el uso popular ha hecho sinónima de "resentimiento" (o sea, volver a sentir), a la que, determinadas manipulaciones lingüísticas (estudiables en PNL), han creado una leyenda negra y venido a convertir en algo casi equivalente al odio pertinaz y, desde luego, severamente reprochable y muy punible.

Pues bien, si nos atenemos a la cadena de significados que pueden encontrarse en el diccionario de la RAE, "rencor es tener un sentimiento arraigado y tenaz de pesar, por un agravio de humillación, menosprecio o aprecio insuficiente". Por supuesto, siempre que no se den manifestaciones de ira contra alguien, lo que sería un caso extremo que no contemplo en estas reflexiones, porque no forma parte del marco de mis experiencias, más serenas por lo general.

Y, como todo efecto causado requiere de una causa causante, el agravio que la RAE incluye en la definición anterior, tiene siempre un agente causal. Perdón por los reiterados pleonasmos, pero se olvida con frecuencia. Tanto se olvida que no es extraño encontrar la sutil maniobra de que el responsable primero de producir dicho agravio se encarama al reproche pseudoindulgente y conmiserativo de que su víctima siente "rencor" para ignorar, consciente o inconscientemente, la causa inicial y culpabilizar del sentimiento provocado a quien se lo ha hecho sufrir. Todo un rasgo perverso de narcisismo egoísta, infantil en el mejor de los casos.

Porque nada tranquiliza más la propia conciencia que culpabilizar "al otro". Y si ese otro, dispone de la capacidad y oportunidad de probar de palabra y obra lo injustificado e injusto de tal culpabilización, siempre queda el recurso de refugiarse en el socorrido "no quiero discutir, ni hablar de eso... me importa un bledo".

Y, mientras, el rebaño sigue pastando feliz y confortablemente en el pesebre de la calumnia manipuladora que regurgitan y devoran con fruición, una y otra vez.

La verdad es que hay muchas veces en que uno no sabe donde se mete, aunque lo que cuenta, lo único valioso, es el porqué se mete. Y, de eso, no cabe arrepentirse por las íntimas satisfacciones que aporta a uno mismo.

Satisfacciones que prevalecen aunque se recuerden los sentimientos dolorosos que dañan cuando se viven por primera vez, pero enseñan cuando son revividos y entendidos en el recuerdo sosegado, por ingratos que pudieran ser. Y siempre mejor, por supuesto, si son recordados y entendidos con cordialidad, una sonrisa, buenas viandas regadas con rico vino y generosa conversación con mucho arte.

¡Salud y felicidad! 

FRM [21/04/2015]

(*) Cita del psicólogo José Ingenieros, mencionada: “El hombre mediocre juzga a los hombres como los oye juzgar. Reverenciará a su más cruel adversario si éste se encumbra; desdeñará a su mejor amigo si nadie le elogia… No viven su vida para sí mismos sino para el fantasma que proyectan en la opinión de sus similares… Pueden practicar el mal por inercia y el bien por equivocación… Cuando se arrebañan son peligrosos”.

2 comentarios:

  1. Una buena reflexión tu escrito, incluida cita, sobre uno mismo, Francisco, en cuanto a nuestros comportamientos y actitudes. Hay modos que asumimos ante la vida, por educación o costumbres, que no llegamos a controlar del todo. De ahí lo importante que es observar y analizar nuestra existencia cotidiana, tratar de descubrirnos en esos actos y hábitos, y reconducirnos hacia un crecimiento personal. Complicado, pero deseable. Siempre hubo hombres sabios -los menos- y hombres necios-los más-; el problema es cómo trasladar los más a los menos para que estos sean más...
    Como habitualmente me pasa, me enrollé un poco.
    Saludos y buenos días,
    Teo.

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    1. Me complace mucho que te "enrolles" en tus comentarios, Teo. Eso te permite desarrollar puntos de vista no siempre contemplados en mi reflexión preliminar, pero siempre agradecibles, al brindar nuevos enfoques estimulantes y complementarios. Abrazos.

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