(Foto de archivo) |
La vida de las personas podría ser representada por vías ferroviarias. Pueden discurrir paralelas, más o menos cercanas, durante cientos o. incluso, miles de kilómetros. Sin llegar nunca a tocarse, sin riesgos de colisión...
Circunstancialmente, hay ocasiones en que convergen y se cruzan, mezcladas, compartiendo espacio durante unos metros, pocos o muchos es indiferente. Tarde o temprano el trazado del propio nexo conduce a la divergencia y vuelven a recorrer la ruta, aumentándose progresivamente la distancia que las separa de forma paulatina e inexorable.
Es un gran éxito recuperar el paralelismo inicial, si no se ha producido un doloroso y grave accidente por un inapropiado cambio de agujas.
FRM [02/02/2016]
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