El Rincón del Nómada

El Rincón del Nómada
La libre soledad del ermitaño es el terreno más fértil para que germine y florezca la creatividad. (Foto propia, 2014. Isleta del Moro, Almería)

sábado, 7 de septiembre de 2019

La seducción eternizada

Seducción constante y permanente

Toda relación amorosa comienza con la complicidad del mágico juego de la seducción mutua, más o menos velada, a partir de una inesperada, indefinida, inexplicable y primera atracción. Guiños, insinuaciones, bromas, sugestivas sugerencias, piropos y galanterías, atenciones sutiles, interés evidente... se alternan ininterrumpidamente durante un bello período preñado de deferencias, en calidad y cantidad, que marcan la diferencia con otros posibles candidatos y que hace estremecer cuerpos y almas entre risas y sonrisas compartidas. De la cómplice comunicación pública se pasa a la privada y después a la más íntima. No importan los contenidos de los mensajes; es el medio y la frecuencia lo que cuenta. Ya lo dijo McLuhan, el filósofo de la comunicación: "El medio es el mensaje".

Gestos que aíslan del mundo circundante y polarizan la atención de quienes participan y disfrutan, haciéndolos flotar en una burbuja de placentera selección ilusionada y correspondida que se refleja en una constante expresión de ausencia en las miradas al infinito que buscan al otro. En ese feliz rictus casi olvidado de adolescencia recuperada que mantiene tatuada la sonrisa.

Los momentos dichosos se acumulan y repiten. No cansan, se desean y esperan con voracidad insaciable e inagotable. Demuestran interés, atención y la preferencia selectiva antes mencionada.

Seductoras palabras y seductoras acciones que ponen de manifiesto la constante presencia en la mente y el corazón del otro que, por lejos que se encuentre en la distancia, no deja ni un instante de estar unido y junto al ser deseado y deseante. Actuaciones inesperadas que llenan de gozo y entusiasmo, cuajando la atracción en deseo sensual y amor espiritual.

Se cubren etapas, se descubren cuerpos y almas, el juego de seducción se convierte en hábito de relación. Se intensifica y consolida el amor en una forma de sacralización de las relaciones. Un amor cuidadosamente y pacientemente cultivado, a veces fomentado de manera inconsciente.

Y se llega a descubrir que para mantener, hacer crecer y perpetuar ese amor especial y único, la clave y primera condición es mantener indefinidamente los hábitos de seducción en la relación, como ineludibles e inevitables causa y efecto del deseo perenne. Siempre, al margen del tiempo y el espacio. Con ello, se mantendrá el efecto mágico de unión, admiración, y atracción imperecederas.

Nada es sustituible; ningún detalle, por pequeño que parezca, es abandonable; todo es importante. Cualquier novedad, cualquier mejora, debe ser adicional, sin que se sustituya ni suprima nada de lo que, desde el pasado, ha ido forjando el presente.

Estoy convencido de que la permanente atención a la seducción es el único camino que garantiza y conduce al más enriquecedor, estable y mejor futuro del amor, siempre que sea recíprocamente compartido. La otra cara de esta moneda es el riesgo de despertar ese tipo de emociones en alguien o en terceros, cuando los sentimientos no son gemelos. Es una gran responsabilidad de la que hay que ser consciente, porque pueden causarse muchos daños si sólo se busca la satisfacción del propio ego, convirtiendo en pánfila corrupción el sentimiento sacro.

Sin embargo, cuando se comparte un deseable e intenso amor, la seducción diaria, en todo y para todo, en cada pequeño detalle, actuando siempre a favor y evitando cualquier deterioro, hasta el último aliento, es el mejor tratamiento antiarrugas para cuerpo y alma.

FRM [07/07/2019]

2 comentarios:

  1. La química de eso estás hablando. "Es cuestión de piel". No se da a menudo pero cuando se da es maravillosa. Lo malo porque siempre hay algo malo, en uno de ellos esa química empieza a disminuir¿es él ? ¿es ella?. Quizás son los dos. Y colorín colorado este cuento a terminado

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    1. No es sólo "cuestión de piel", es un trabajo diario y constante en función del interés por hacer feliz al otro y mantener viva la llama del amor. Lamentablemente, no es frecuente esa práctica, cierto.

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