Pienso en todo lo que llena mi vida, todo lo que la rebosa y achica, los ojos de mi alma se embriagan de miradas que no alcanzan a abarcar todo lo que han visto y ven y me hacen sentir...
Y siento. Me siento a punto de estallar de plenitud, reventando las costuras de los pliegues de mi existencia que necesita soltar algunos lastres, aún.
De regreso, doblo una esquina y, de pronto, mi sombra se separa de mí, para arrojarse anticipadamente entre tus brazos, disolviéndose sumergida en el largo beso de tu sonrisa que me acoge y hace el amor.
FRM [20/11/2017]
Foto propia, encima de la panadería |
es envidiable que el hecho de ir a comprar el pan te produzca tantas sensaciones. También que las reproduzcas tan exquisitamente.
ResponderEliminarEscribiendo como tú lo haces, tienes muy poco que envidiarme, amigo. Abrazos agradecidos.
EliminarFantástico!
ResponderEliminarMuchas gracias, amiga Pilar.
Eliminar¿Quién era la otra sombra?
ResponderEliminarQué maravilla. Mi sombra también me abandona a veces y tardo en recuperarla.
¡Quién sabe! Tendré que preguntárselo...
EliminarHay sombras muy traviesas, María. La opción es coserlas bien, como hizo Peter Pan.