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Portada de la edición impresa del libro comentado |
He terminado de leer la última novela de mi buena amiga y extraordinaria escritora Isabel Martínez Barquero, titulada como esta reseña personal, en la que intento recoger y compartir las dos sorpresas que me ha proporcionado esta excelente novela.
La principal y primera sorpresa es la relativa a su inesperada y bien trabada trama argumental que, desde la apariencia de entornos normales y habituales, conduce al lector por insospechados vericuetos que transforman la inercia de las rutinarias situaciones cotidianas en una cadena de sucesos que se engranan y enmarañan día a día, hasta su desenlace, en su devenir casi a ritmo de "thriller psicológico", enganchando irremediablemente en el suspense al que nos aboca la tensión contagiosa de la insaciable ansiedad investigadora de la protagonista.
"Diario de una fuga" es una obra, como anuncia su título, escrita en clave del diario personal de
Celia Viñas la profesora de literatura que comparte iniciales y sustituye a su antecesora
Carmen Vidal, como profesora de literatura en un instituto murciano, debido al fallecimiento de ésta en circunstancias dramáticas que suscitan la curiosidad y toda clase de sospechas a la recién llegada sustituta. Con ritmo trepidante en los tiempos narrativos, aunque sosegado en los procesos de reflexión y análisis, se van desgranando las complejidades dramáticas de una existencia que ve rota su atonía y esquemas confortables al ser arrollada por la compañía invisible de la fallecida que se hace obsesivamente presente en su vida a través de ciertos textos privados que pocos conocen.
Historia cargada de sabias y profundas reflexiones, la narración está repleta de frases y pensamientos que inevitablemente pueden encontrar eco en el interior de cada lector, aunque se sitúen en contextos diferentes a los que propone la ficción novelada por
Isabel Martínez Barquero. Como ejemplo de lo expuesto, no me resisto a transcribir uno de los párrafos que más me han gustado en ese aspecto, aunque hay otros muchos...
«La vida la había arrojado a ser una persona fronteriza, residente en un lugar que no era el elegido por sus deseos silenciados. A esas alturas de su existencia, no pensaba rebelarse contra los designios incontestables del destino. Quizá equivocó su enfoque, quizá erró en el anhelo, quizá acudió donde no debía. Pero el resultado estaba ahí y no podía cambiarlo.»
Sin ánimo de desvelar ninguno de los misterios que enriquecen la original trama, creo poder afirmar que, al amparo de ella, la autora nos ofrece un completo abanico de personalidades, emociones y circunstancias vitales, riquísimo en matices de colores, dolores y sabores.
Me resisto a hacer aquí la sinopsis literaria, porque ya está
disponible en Amazon y porque en este espacio íntimo sólo tiene cabida lo que este nómada siente y piensa, sin pretensión de usurpar un papel crítico que no me corresponde y para el que no me considero cualificado. Aunque es muy posible que volvamos a hablar de esta obra cuando el papel permita que la pueda acariciar en una deseada relectura.
Así pues, paso a comentar la
segunda gran sorpresa que este libro me ha deparado, a consecuencia de la advertencia que la propia
Isabel Martínez Barquero ha venido repitiendo desde que anunció el nacimiento de esta novela.
Como consecuencia del más que justificado éxito de su novela anterior
"Aroma de vainilla", la autora ha insistido en repetir que en
"Diario de una fuga" estábamos frente "a otra forma" de expresión narrativa... Casi, casi, ante a un giro notable en su forma de trabajar. O así lo interpreté, tal vez erróneamente.
Sin embargo, yo no he percibido cambio alguno en la abundancia y riqueza del léxico que Isabel maneja. Ni en el perfecto y elaborado trabajo de definición de los perfiles de los personajes que se convierten en visibles y audibles... casi vecinos tangibles. Tampoco he percibido cambio alguno en ese tono intimista con el que impregna sus letras hasta convertirlas en el hábitat seductor en el que quedamos atrapados y nos movemos al leerlas. Ni qué decir tiene que su perfeccionismo obsesivo se sigue transmitiendo en todas sus páginas que, sin duda, habrá leído y releído muchísimas veces antes de darlas por definitivas... O sea, como la escritora de raza y trabajadora incansable que es, ha sido y será.
Lo evidente es que su última novela, es otra novela, nueva y diferente. Una novela de lectura apasionante, en definitiva; de esas que lamentas que se acaben. Un libro que enriquece la trayectoria de esta gran escritora que me ha hecho sonreír con nostalgia al resucitar la palabra
"parágrafo", desplazada por el uso más frecuente de
"párrafo", y me ha enseñado el término contractual
"sinalagmático", cuando me ha obligado a buscar su significado en el diccionario.
Gracias por todo, querida
Isabel. Sigue haciéndonos disfrutar con tu talento.
FRM [17/02/2016]