|
"Hawa", la última novela de Diego Armario López |
Diego Armario López es un maestro, aunque no ejerza como profesor. Es un maestro porque cada una de sus obras literarias enseña algo importante a quienes estén dispuestos a aprenderlo. Y es que nada como el ejemplo de rigor, documentación y emoción con los que es capaz de crear sus novelas que van más allá de un mero relato de ficción para disfrute de momentos de ocio.
Hawa, su última y apasionante novela es buena prueba de lo afirmado.
Hawa no se lee, se vive. Se siente, se sufre, alegra, entristece, emociona en suma; provoca sentimientos, evoca sensaciones táctiles, auditivas y visuales, olores y colores, en una suerte de sinestesia literaria.
«Hawa tenía unos ojos grandes, una sonrisa sincera, dientes muy blancos y labios gruesos, y esa carta de presentación facial la convertía en alguien que le inspiraba un montón de cosas buenas. Parecía sinceramente interesada en escuchar lo que él decía, y le transmitía con esa mirada una sensación de confort que no quería que desapareciese. Su condición de solitario vocacional no estaba siendo violada porque lo que no soportaba era que alguien se metiese a fisgonear en su vida, pero esa noche Hawa se había convertido en un ser inocente que parecía haberse prendado de su voz, su palabra, su experiencia y su inteligencia. Esa era una sensación nueva para él, que no alcanzaba a recordar ningún momento similar en su vida».
El entrecomillado párrafo precedente pertenece a la citada última novela de
Diego Armario,
"Hawa", la cual, además de ser una buena muestra de su maestría literaria, me ha recordado alguna de las charlas privadas que hemos mantenido al amor de una buenas cervezas, hablando de sus "trucos" para elaborar los temas y tramas de sus obras y, sobre todo, de la cuidada y creíble creación (construcción) de sus sólidos y seductores personajes.
Y, la verdad, es que no hay truco alguno. Lo que Armario posee es una capacidad de observación analítica prodigiosa que le permite almacenar en la despensa de sus materias primas los diversos perfiles humanos que se cruzan en sus variadas singladuras. Memoria y técnica.
Así, cuando se pone a los fogones de su creatividad, va sobrado de materiales para cocinar esos geniales platos de ficción, sabrosos, diferentes y deliciosamente nutritivos. Diego es un verdadero
"master chef" de la literatura.
No es la primera vez que tengo ocasión de valorar ese "algo" que me fascina de este autor que, si no lo estaba ya, se consagra con esta 13ª obra. Es, como he mencionado, esa capacidad asombrosa de dotar de vida propia, sólida y creíble, a todos los personajes de sus novelas.
Hawa es la cuarta novela que he leído de este serio escritor y, como es habitual, no me ha decepcionado. Todo lo contrario.
Cada uno de los personajes de
Hawa, son seres humanos que existen más allá de las páginas impresas. Personajes que se encarnan en el alma del lector. Con ellos, recorremos escenarios que la rigurosa documentación y capacidad descriptiva de
Diego Armario nos hace descubrir, conocer y comprender. Estamos, nos sitúa, frente a un grupo humano cuyos perfiles psicológicos y comportamientos son brutalmente descritos con enorme riqueza de matices y, por ello, empapados de la más incuestionable lógica en sus comportamientos y reacciones, tanto en su grandeza como en sus miserias.
Su principal protagonista
Juan López Astudillo comparte escenario con un conjunto de interesantes personajes que ponen en evidencia descarnada sus conflictos internos y complejas contradicciones que le llevan a colaborar, codo con codo y arriesgando su vida, con quienes representan lo que más odia y desprecia, y entre los que, paradójicamente, encuentra las únicas tres personas a las que llegará a valorar y apreciar sincera y hondamente.
Y, llegado a este punto, abro un paréntesis en esta crónica de un lector, profundamente apesadumbrado por la reciente noticia que he recibido mientras la escribía y que, por desgracia, no pertenece a la ficción novelesca. Ayer leía con horror al propio autor de la novela, las palabras que reproduzco a continuación, respetando la autoridad de quien conoce muy bien los tormentos a los que está sometida
Mali, la tierra de
Hawa:
"Ayer sonaron en mi mente gritos, disparos y el ruido de los machetazos que en el pueblo de Sobane-Kou, se llevaron por delante la vida de un centenar de hombres, mujeres y niños a manos de gente sin alma que en nombre del odio, de la droga o de un Ser en el que creen y al que utilizan como coartada para justificar sus maldades, sembraron la muerte en Mali. [...] ese (es el) ambiente de un pueblo que espera sin motivo que un día algún dios se fije en ellos y les bendiga con una lluvia leve de suerte y bondad, porque solo conocen el olor a pólvora quemada, los llantos de las madres sin hijos y los cantos funerarios de sus ancianos [...]."
Contengo el dolor para regresar al contenido de la novela comentada y subrayar que ese ambiente se percibe y masca en el texto de
Diego Armario que retrata a la perfección el sabor acre y cruel de la presencia del terrorismo yihadista en una tierra dejada de la mano de cualquier dios.
Porque en la novela, el terrorismo de un grupo de Al Qaeda del Magreb islámico, es la argamasa que une las piezas de un puzzle "a priori" inverosímil, formado por un viejo comunista resentido, con los miembros del CNI y altos cargos políticos y eclesiásticos, además de otros personajes que se juegan la piel por la única retribución del amor al prójimo.
En definitiva, una sólida historia apasionante que emociona y atrapa al lector desde la primera a la última página.
FRM [12/06/2019]