El Rincón del Nómada

El Rincón del Nómada
La libre soledad del ermitaño es el terreno más fértil para que germine y florezca la creatividad. (Foto propia, 2014. Isleta del Moro, Almería)

sábado, 16 de julio de 2016

Milagros

Los milagros nos rodean constantemente, aunque pocas veces se perciben por no saber enfocar correctamente la mirada del alma.

Los milagros se presentan bajo la forma, inesperada e inexplicable, de regalos que nos otorga el absoluto. Suelen llegar cuando más se necesitan y producen honda y benefactora conmoción en la vida de quien sabe reconocerlos y aceptarlos generosamente... sin reservas ni prevenciones.

A veces, se presentan sin previo aviso, sorprendente o inesperadamente. En otras ocasiones, se incuban largo tiempo, como preparándonos para la llegada del mensajero que indefectiblemente acaba depositándolo en las manos y el espíritu de aquél a quien está destinado. Y hay situaciones en que se conjugan ambas cosas, si no es así siempre.

Cuando se tiene el privilegio de haber sido elegido para recibir un regalo de esta magnitud, la dificultad estriba en ser capaz de comprender su alcance y significado más profundo y obrar en consecuencia para cultivar y hacer crecer esa semilla milagrosa y única.

La sorpresa y el entusiasmo inicial ante la maravilla imprevista, prolonga y forma parte del hecho milagroso; hasta que, cumplida su función inicial, cede el protagonismo y el control de las decisiones al destinatario. Ese es el punto crítico de inflexión, en el que está en juego la lucidez necesaria para perpetuar la felicidad regalada en la felicidad trabajada en el presente cuántico que estuvo incubándola como un huevo alquímico.

Fiel al mito del eterno retorno, desde el dios ocioso al dios que se manifiesta, como se refleja en el símbolo del Ouroborus, se cumple un ciclo y comienza otro nuevo... profundamente diferente si se ha sabido integrar el regalo milagroso o sólo aparentemente distinto, en una reinterpretación del mismo lastrada por las humanas dependencias de inercias acumuladas. Discernir este matiz es el reto de la propia divinidad que contenemos.

Porque el universo nos regala el combustible que aporta la imprescindible energía al motor para su movimiento... y ya es muchísimo. Pero la dirección en la que orientamos nuestro vehículo es la elección que corresponde a nuestro libre albedrío.

No errar en esa elección es el mayor reto a nuestra sabiduría y una responsabilidad, tan grande como bella, que se debe comprender, valorar, asumir y agradecer. Es un inmenso privilegio disfrutar de esa excepcional e infrecuente oportunidad.

FRM [16/07/2016]

Ouroboros by Zarathustra (Imagen de archivo)

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