Francisco Lezcano, "El niño de Vallecas", 1636 (óleo de Diego de Velázquez) |
Desde hace unos días me ronda por la cabeza la presencia del legendario mito judío del Golem, novelado en 1915 por Gustav Meyrink, que se ha emparejado en mi cabeza con el personaje de la criatura humanoide del Dr. Frankenstein creado por Mary Shelly en 1816.
Sabido es que entre ambos seres no existe otro vínculo ni relación que el hecho de tratarse de dos personajes de ficción, creados y animados por la mano del hombre, aunque con diferentes materiales, motivos y finalidades. A pesar de ello, comparten una moraleja simplificada, ninguno de los dos "acaba bien" en sus historias respectivas.
Y es precisamente esa coincidencia la que motiva mi reflexión presente que considero de especial relevancia en el contexto de una red social como facebook o cualquier otra, cuyo alcance llega mucho más lejos de lo que podemos suponer. No creamos que está limitado a amigos, conocidos y seguidores, puesto que no existe ningún profesional de Recursos Humanos que se precie, u otros responsables empresariales, que deje de consultar y analizar la presencia e imagen en estos espacios de escaparate, más o menos público, de cualquier candidato a lo que sea. Sobra la oferta de mano de obra, escasea la demanda y hay mucho para escoger.
Porque, consciente o inconscientemente, somos artífices creadores de la criatura que nos representa en cada uno de nuestros llamados "perfiles". Con nuestras publicaciones y comentarios de todo tipo, vamos añadiendo miembros, rasgos, personalidad e identidad a eso que, de manera inevitablemente real —se acepte o no como tal—, va configurando lo que sin duda consideran real cuantos nos ven. Tanto por las acciones como por la omisiones. Por lo planteado "en serio", como por lo que se pretende que sea "en broma". Por las críticas, por los aplausos. Por las afinidades y los rechazos. Por la música y por la letra. Por las aficiones y las relaciones. Por las ausencias y las presencias. Por las permanencias o las indiferencias... Porque, guste o no, se cuestione o no, todo configura lo perceptible y, en ciertos casos, lo fácilmente analizable, con más o menos acierto.
Consecuentemente, no debemos dejar de tener conciencia de que, como sentenció Pirandello, "así es si así os parece" y, en este caso, más que nunca y más que en ningún otro, probablemente.
Olvidarlo o ignorarlo comporta el riesgo de caer en la trampa tentadora de crear un seductor personaje con "el encanto del monstruo" al que se cede con histrionismo, osadía y atrevimiento, el propio protagonismo y acaba fagocitando a la persona que lo creó... Muy arriesgado, incluso aunque sea eso lo que se persigue y pretende de manera intencionada y casi nunca bien medida.
No recuerdo ningún caso histórico en el que un bufón llegase a ministro. Aunque muchos que se postulan para ministros o lo son y han sido, serían excelentes bufones.
FRM [20/06/2017]
Es una reflexión que aplaudo y comparto Francisco. Respira fluido
ResponderEliminarestilo, sinceridad e inteligencia, algo que se agradece mucho dados los tiempos que corren.
Fuerte abrazo.
Muchas gracias, Teo. Abrazos.
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