El Rincón del Nómada

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La libre soledad del ermitaño es el terreno más fértil para que germine y florezca la creatividad. (Foto propia, 2014. Isleta del Moro, Almería)

domingo, 28 de febrero de 2016

Sapos y príncipes

Foto propia, paseando por La Castellana madrileña

Cuando la curiosidad insaciable repara en que todo tiene un significado oculto bajo la superficie de lo que se nos muestra como evidente y simple en apariencia, se descubren las fascinantes causas originarias de lo que nos ha llegado en forma de fábulas, cuentos aparentemente infantiles o legendarias narraciones mitológicas.

Tal es el caso del nacimiento de las tradiciones culturales en las que los duendes son presencias recurrentes en el imaginario colectivo tradicional. Duendes, gnomos o enanitos, han llegado hasta el presente de muy diversas formas y especialmente en forma de imaginarias narraciones infantiles que, tal vez, no sean tan imaginarias ni tan infantiles.

Amanita muscaria
Una constante de su iconografía es el que suelen habitar junto o dentro de setas u hongos... Sólo tenemos que observar las viviendas del conocido pueblo de los "Pitufos". El motivo es que tales personajes han sido "vistos" y asimilados como consecuencia de la ingesta del hongo enteógeno ampliamente conocido como "Amanita muscaria", costumbre antaño habitual en las zonas micófagas. Consumo tradicional y contribuyente a la génesis de las culturas de esas áreas que hoy está restringido y temido por la información difundida acerca de su supuesta y peligrosa toxicidad (*).

Resulta muy interesante saber que en ciertas lenguas, más o menos antiguas, el hongo citado recibe los nombres que se traducen por "sombrero de rana", "excremento de sapo", "escondrijo del sapo", "asiento de sapo", "pan de sapo" e, incluso, simple y directamente "sapo".

Ello explica por qué. tanto el hongo como el batracio, comparten la peculiaridad de ser tabú entre los pueblos esencialmente micófobos y causantes de una repugnancia irreprimible.

El motivo es que ambos —sapo y seta— producen alcaloides o sustancias enteógenas de efectos psicoactivos equivalentes. La bufotenina (derivado de la serotonina, importante neurotransmisor) de los sapos es muy similar a la muscimola que sintetiza la Amanita muscaria, en cuanto a sus efectos denominados alucinógenos en el ámbito médico.

En consecuencia, no resulta nada sorprendente que la ingesta o asimilación de esas sustancias, condujese a la "visión" de entidades tan sugerentes como los duendes y los príncipes encantados, como nos ha sido legado en la superficial y aparente inocuidad de las narraciones aludidas, llenas de doncellas esperanzadas y brujas en cuyos alquímicos obradores nunca faltan los sapos. Por no mencionar los efectos experimentados por Alicia, la heroina de Lewis Carroll, en su visita al "País de las maravillas". Y es que, como decía el chamán yaqui Don Juan Matus a su discípulo Carlos Castaneda, hay una "realidad aparte".

Lo cierto es que "hay otros mundos pero están en éste", tal y como afirmó certeramente Paul Éluard.

FRM [28/02/2016]

(*) Más información en el libro "El hongo y la génesis de las culturas" del Dr. Josep Maria Fericgla.

4 comentarios:

  1. Muy interesante, Francisco. Un gozo de lectura este "Sapos y príncipes", se te agradece esa prosa ágil y apasionada que pones en ello.
    Que tengas un buen día.
    Teo

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    1. La materia es apasionante por sí misma y hace muchos años que me interesa especialmente. Gracias por tu comentario, Teo. Abrazos.

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  2. Muy interesante. Gracias por el delicioso texto tan bien documentado.

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    1. Muchas gracias a ti, querida amiga Graciela, por tu visita a este rincón y tu halagador comentario.

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