El Rincón del Nómada

El Rincón del Nómada
La libre soledad del ermitaño es el terreno más fértil para que germine y florezca la creatividad. (Foto propia, 2014. Isleta del Moro, Almería)

domingo, 31 de marzo de 2019

Abro mi ventana

En mi rincón de arte, me crucifico al abrir la ventana para recibir la madrugada y en el alma resuena el soneto de una pasión del humilde aprendiz de pintor y poeta...

Mi copia facsímil de "La ventana abierta" de Juan Gris. Óleo sobre tabla, 2003

Abro las dos hojas de mi ventana
y me inunda el salitre con la brisa
del recuerdo fragante de tu risa
empapándome en la dulce mañana.

Qué sensación invade mis sentidos
mecidos en delicioso rumor,
embriagados en plenitud de amor,
de luz y por el azul invadidos.

Ni guitarra ni botella son sede
de alivios al vacío de tu ausencia
que, entre estruendoso silencio, no cede.

Me llena tu deseada presencia,
pues, contigo, mi carne crece y puede,
más, cuanto menos frena tu inocencia.

FRM [31/03/2019]


(Más información sobre el cuadro en este enlace)

Lo que queda


Orto u ocaso... depende de la mirada

Vuelvo, una vez más, a las dificultades de comunicación entre los seres más o menos humanos. Y no dejo de tener presente, aunque a veces lo olvide, una ley inexorable.

«Cuando hables no pretendas ni te esfuerces en decir lo que querrías decir. Ten siempre presente lo que va a entender quien te escucha... con suerte, eso será lo único que quede.»

FRM [31/03/2013]

lunes, 11 de marzo de 2019

Rosa ciega

Fotografía propia. Mirada metafórica

La rosa está ciega.
Sus pétalos, perdidos,
van de un lado a otro
por caminos inútiles.

Bebe, sedienta y exangüe,
el agua de las lágrimas
en su gris diluvio
y se adormece soportando el día.

Como el que cierra los ojos a la vida
por no encontrar nada de lo esperado.
La rosa está ya marchita.
Llora en letanía su amargo perfume.

Ya no es roja
de sangre viva.
Ha muerto.
Lo siente, pero aún no lo sabe.

De aquella rosa
dulce, bella y hermosa,
sólo quedan sus afiladas
espinas.

La rosa está ciega,
pero cree ver claros
los resentimientos
del pasado.


FRM [11/02/2019]

Ardo

Foto propia. Mirada metafórica desde mi ventana

Ardo inflamado...

Ardo a fuego lento,
cuando en lo postrero del día
acaricias con tus pestañas
el aire que nos acoge.

Cuando vuelcas de tu pelo
esos infinitos ayeres
que se caen al compás
de tu ritmo presente.

Cuando pinta en copas la tarde
y, boca a boca,
nos bebemos su néctar
de tempranas estrellas.

Yo ardo,
ante la envidia de esa soledad
perdido en tu cuerpo,
entre el hondo de tu abrazo.

Y ardo
hasta en los estanques
que se agitan bajo tus cejas...
Yo ardo.

Ardo sin quemarme.
Ardo dulcemente.
Ardo porque quisiera
que entera conmigo ardieras.

FRM [11/03/2019]

lunes, 4 de marzo de 2019

Coincidencia de casualidades imposibles

Foto mencionada de la cerveza disfrutada por este nómada

Testimoniando sincronicidades

Con frecuencia he sostenido que no creo en las casualidades. Desde hace muchos años, tengo la convicción intuitiva de que el concepto que se sintetiza en la palabra "casualidad" y todas sus derivadas, responde a la necesidad del ser humano de calmar la angustia producida ante esos fenómenos, hechos o sucesos, para cuyo origen carece de explicación aunque sea testigo de su innegable existencia.

Estoy convencido de que todo efecto tiene su raíz en una causa, conocida o no, comprensible o no, explicable o no. Por eso, acostumbro a jugar con la palabra y suelo referirme a "causalidades", más o menos ignotas. Es posible que la mecánica cuántica termine por arrojar luz a esta cuestión, aún tan llena de sombras como la cara oculta de la Luna.

A lo largo y ancho de mi vida, me he tropezado frecuentemente con fenómenos y situaciones incomprensibles, pero incuestionables, y que el común de los mortales atribuiría a la casualidad. Misteriosas e irracionales coincidencias que —como decía mi fraternal amigo y colega, Andreas Faber Kaiser«Sería demasiada casualidad que fuesen casualidades todo lo que parece casualidad».

Y es que, al margen de los actuales avances de la Física, en el complejo campo de la mecánica cuántica, y mucho antes de que se empezara a estudiar esta materia, tan difícil de entender para el pensamiento lineal, ya se interesaron por estas incomprensibles coincidencias o conexiones acausales algunos investigadores intelectualmente muy cualificados en diferentes ramas de la ciencia. Tal es el caso del psiquiatra Carl Gustav Jung y el físico Wolfgang Pauli que se sumó con entusiasmo al término y su concepto. "Sincronicidad como principio de conexiones acausales" es una obra de Jung publicada en 1952, en la que ahonda en el fenómeno de la sincronicidad.

También el filósofo Schopenhauer se enfrentó a la casualidad con su visión determinista, estableciendo que el determinismo es una doctrina filosófica que sostiene que todo acontecimiento físico, incluyendo el pensamiento y acciones humanas, está "causalmente" establecido por la irrompible cadena causa-consecuencia, y por tanto, el estado actual "determina" en algún sentido el futuro. También Pierre-Simon Laplace defendía este tipo de determinismo.

Y, en relación con esta apasionante materia, no podemos olvidar la posible relación que, en ciertos casos, puede tener con lo expuesto la teoría de los "campos morfogenéticos" ("Morfo" viene de forma) o "Resonancia Mórfica", desarrollada en las investigaciones y estudios del bioquímico y biólogo británico Rupert Sheldrake.

Según dicha teoría, Sheldrake sostiene que individuos de la misma especie tienen un vínculo o conexión incomprensible que los condiciona la conducta, aunque estén a muchos kilómetros de distancia y sin comunicación ni contacto físico alguno, lo que se manifiesta en ciertas "casualidades" y coincidencias sin explicación racional conocida, en una forma de distante "fusión", como una especie de transmisión energética de aprendizaje, comportamientos y sentimientos que modelan la conducta. Según sus propias palabras:  “Existen en la naturaleza unos campos llamados Morfogenéticos, los cuales son como estructuras organizativas invisibles que moldean o dan forma a tales cosas como plantas o animales, que también tienen un efecto organizador en la conducta”. Las ideas de Rupert Sheldrake están consignadas en su libro “Una Nueva Ciencia de la Vida: la Hipótesis de la Resonancia Mórfica”, publicado en 1981.

Como he dicho al comienzo, muchas han sido las ocasiones en que me he visto sorprendido por hechos o situaciones demasiado "casuales", bien como testigo o, incluso, como protagonista. De hecho, según escribo, me vienen a la mente los recuerdos de seis espectaculares, de las que alguna ya he comentado y compartido en este medio en publicaciones propias o ajenas que versaron sobre "causalidades versus casualidades".

Una de ellas, muy curiosa y sorprendente, relacionada con el mundo del arte, motivó uno de mis reportajes en una revista de divulgación y, más recientemente un breve resumen del mismo en mi blog "El Rincón del Nómada" (Puede verse en el enlace https://el-rincon-del-nomada.blogspot.com/2018/05/sincronicidad-artistica.html

Sin embargo, el caso más reciente lo viví y protagonicé en primera persona hace pocos meses, compartiendo con una querida amiga una situación insólita y aparentemente incomprensible, por varios motivos que resumiré a continuación y que no creo que nadie pueda catalogar como simples casualidades o coincidencias fortuitas.

Era un día 25 a medio camino entre el final del verano y el comienzo del otoño pasado, durante uno de esos momentos en que no solemos mantener contacto alguno mi amiga y yo, por respeto mutuo a la privacidad de atender los momentos de ocio con las respectivas familias y otros amigos.

Justamente a la hora en que sucedió lo que ha motivado esta narración, nos separaban el silencio de los teléfonos y casi 30 kilómetros, algo que supimos después, pues por la falta de comunicación mencionada, ninguno de los dos sabíamos lo que hacía el otro ni dónde.

La primera "casualidad" fue que ambos decidiésemos acudir con las personas que nos acompañaban a sendos establecimientos especializados en la oferta de cervezas de importación poco frecuentes y con distribución limitada a lugares muy escasos.

La segunda "casualidad" fue que, de las amplias cartas, con numerosas y diferentes opciones que nos fueron ofrecidas a ambos por separado, ambos eligiésemos tomar una marca que ninguno de los dos habíamos probado antes ni conocíamos previamente. Siendo los únicos en hacerlo, al margen de lo consumido por nuestros respectivos acompañantes... ¡La misma marca desconocida! Qué, por cierto, estaba muy buena.

La tercera, inusual y excepcional, es que, fuera de toda lógica en ese momento y circunstancias, yo decidiese disparar una fotografía con mi móvil y enviársela por WhatApp con el breve mensaje: "Si encuentras esta cerveza, no te la pierdas... esta buenisima." Sin esperar respuesta alguna, pues sólo tenía carácter informativo, no era urgente y pensé que ya lo vería cuando pudiera.

Mi sorpresa alcanzó la estupefacción más absoluta, al recibir instantáneamente la insólita respuesta con una foto de su propia copa de la misma marca que ambos estábamos bebiendo exactamente a la misma hora...El mensaje de mi amiga decía: "¡¡No puede ser!! ¡Ahora mismo!". Estábamos bebiendo la misma cerveza, ambos por primera vez y a la misma hora...

Foto testimonio remitida por mi amiga

¿Casualidad? ¿Sincronicidad? ¿Vínculo morfogenético? ¿Otra explicación?

Lo cierto es que este tipo de fenómeno se ha repetido con la misma coprotagonista, antes y después de la historia narrada. Se ha producido en cantidad tan estadísticamente notable que solemos bromear con la curiosa "fusión" que parece existir entre nosotros y que no deja de producir curiosas coincidencias. Pero eso... sería otra historia.

Finalizo con una pregunta para los más escépticos y racionalistas amigos que lleguen hasta aquí en la lectura...

¿Objetivamente qué probabilidad estadística consideran que existe para que se produzca la concatenación de circunstancias "casuales" de la anécdota narrada? ¿O podría ser "otra cosa"...?

FRM [25/02/2019]