El Rincón del Nómada

El Rincón del Nómada
La libre soledad del ermitaño es el terreno más fértil para que germine y florezca la creatividad. (Foto propia, 2014. Isleta del Moro, Almería)

lunes, 30 de abril de 2018

Reconociéndome

En momentos en los que no me es posible expresarme en voz alta, me refugio en pensamientos susurrados y hago mías las palabras del escritor Eduardo Galeano...

«Hablo al oído de amigos y amigas que no conozco, porque en ellos me reconozco.»

FRM [30/04/2018]

Foto propia, paseando bajo mi ventana... entre amigas y susurros.

Yo no twitteo

Yo no twitteo a nadie, porque de niño me enseñaron a ser respetuoso y tratar de usted a los desconocidos.

FRM [30/04/2017]

Foto en Vistabella (Murcia), 1955, con mi primera cámara fotográfica

domingo, 29 de abril de 2018

Aumentó el silencio

Cuando descansa mi mirada. Mirada metafórica

Me fui a la cama dejando la pluma y mis gafas sobre el papel en blanco... Y la mirada vacía aumentó el silencio.

FRM [29/04/2017]

sábado, 28 de abril de 2018

Barro y viento

Foto propia. Mirada metafórica

Hice un pájaro de barro y viento
y lo eché a volar
para que volviese al mar
del que me alejé hace tiempo.

Soñé volver al sentir tu aliento,
volando entre arena y olas,
pero amputaste mis alas
con el filo de un cuento.

Ahora apenas te oigo
eres un lejano susurro
que cercenó el arrullo
al no soñar conmigo.

Barro y viento,
desencanto y amor abandonado
que un dios torpe e ignorado
puso un día en movimiento...

Y hoy se ahoga olvidado.

FRM [28/04/2018]

Carisma hechicero

Me encantan y hechizan las personas carismágicas.

FRM [27/04/2017]


Paseando bajo metáforas hechiceras

Conducta y conciencia

Somos nuestra conducta; en ella se revela el contenido de nuestra conciencia.

Las fotografías que hacemos son como las formas de actuar; ayudan a conocer a las personas responsables de ellas. Porque todos miramos igual, pero vemos de forma diferente. Y lo que vemos y compartimos nunca es completamente inocente.

Descontextualizar un instante de su espacio y tiempo, por medio de la captura de una imagen inerte, es perpetuar la belleza de una mirada fugaz y la nostalgia por la conservación de lo efímero. Compartirlo es difundir y hacer patente el recuerdo.

Cuando una amapola se siente lila por lela, la metafórica mirada fotográfica, muestra su situación de crédulo candor desenfocado que pasa a un segundo plano...

FRM [27/04/2018]

Foto propia, paseando entre metáforas

martes, 24 de abril de 2018

Contar un cuento

Mirada metafórica, paseando entre cuentos, sonidos y colores.

No quiero contar cuentos. No deseo que me los cuentes, prefiero soñar solo. No cuenta todo lo que se cuenta. Porque lo que de verdad cuenta, no suele ser contado... Sonaría a otro cuento y nos cuentan demasiados.

Puedo intentar contar lo que siento cuando paseo en soledad, pero lo que cuente no será lo que siento. Será sólo una imagen remota de ello...

Así, si lo intento, te cuento que, a lo lejos, ladra un perro quebrando el limpio encefalograma del horizonte. Se calla y, en el silencio vuelven a trazarse, rítmicas, las suaves ondulaciones del coro de los pájaros.

Su música se integra como fondo y casi no lo percibo. Forman parte del paisaje cotidiano, pero atruenan con sus trinos, mientras revolotean veloces, un poco histéricos, como si les fueran a cerrar el próximo árbol.

Cipreses, abetos, pinos y otros, cuyo nombre desconozco, aunque son igual de familiares. Algunos frondosos, siempre abrigados con su hoja perenne, otros aún esquilmados por la poda que los ha capado. Esperando el renacer, marcados por los años. Con nudos que no se deshacen ni desatan. Cicatrices de heridas añosas en su leña.

Y yo, viendo y mirando, mirando y viendo... sintiendo, me envuelvo en el verde incipiente que arropa amarillos y blancos. Reposo en algún banco, me peino con el viento y pienso...

Pienso en contarte un cuento, aunque no cuente. Pero... ¿y si contase?

FRM [18/04/2018]

Belleza de cementerio

Resulta muy curioso tomar conciencia de los entramados tapices que se tejen con hilos diversos y dispersos en el interior de nuestra mente y su efecto en los sentidos al hacer vivir o revivir emociones... En esos re-sentimientos que únicamente son "volver a sentir", sin pena ni gloria.

Hace ya un año que, como suelo hacer desde mi niñez, leía un libro antes de dormir. Entonces eran unas páginas de "Almas del nueve largo" de mi siempre admirado José Luis Alvite, sin poder ni querer evitar el gozo de verme impregnado de su espectacular capacidad de crear metáforas de género negro. Ello me trasladó al recuerdo de los microrrelatos de mis "Crónicas de amor negro", abonado por la impresionante, inflamada y, en aquel momento, caducada dedicatoria del libro que tenía en mis manos.

La caducidad mencionada y el recuerdo inevitable de la fiesta del "Libro y la Rosa" me trasladó a la apreciación de la efímera muestra de amor que constituye el regalo de rosas u otras flores, sentenciadas a muerte desde que son cortadas para destinarlas a ese fin, evocándome de inmediato los conocidos versos de Robert Herrick, que se atribuyen con frecuencia a Walt Whitman:

"Coged las rosas mientras podáis
veloz el tiempo vuela. 
La misma flor que hoy admiráis, 
mañana estará muerta..."

Y, antes de dormirme, anoté en uno de los papeles que tengo en mi mesilla: "Flores muertas", como una de las semillas que no siempre germinan, terminando por secarse estérilmente.

Por la mañana, he salido a pasear con mi cámara, como siempre o casi. Poco antes, mi querida amiga Ana Pastor me regalaba un amable comentario al hilo de una analogía de Cortázar que hace equivalentes el cine a la novela y las fotografías a los cuentos, diciéndome textualmente: "Mirando tus bellas fotografías te puedes inventar un mundo." Lo que me halaga y le agradezco muchísimo.

Y, casi simultáneamente, otra buena amiga, la escritora Isabel Martínez Barquero, publicaba un interesante artículo sobre la gente creativa que termina con las frases: "Son los exploradores de un pequeño planeta… y ese planeta no es otro que su mirada. Una mirada de infinita curiosidad."

Seguramente por eso, por la suma de todo ello, durante el paseo mi mirada se ha detenido en la imagen capturada por la fotografía que acompaña estas reflexiones. Una imagen que he sentido como una gran metáfora de las hirientes flores muertas que son las palabras de amor escritas y falazmente incumplidas y que, a diferencia de las rosas, nunca se marchitan en la belleza de su forma, aunque mientan. Esa belleza de cementerio que deja un vistoso y agusanado cadáver en el fondo de su mensaje. Auténticas flores muertas, sobre las que sólo anidan las arañas mimetizadas.

Podría escribirse un gran libro con ellas, por calidad y cantidad. Y, así... acompañar a las efímeras, pero auténticas, rosas de algún "Sant Jordi".

Porque, sin la menor duda, me quedo con los libros. Al menos, ellos no mueren ni se secan caducos, aunque sí lo hagan las dedicatorias añadidas y momificadas, como testimonio eterno de la falsedad mendaz de quien las escribió.

FRM [24/04/2017]

Mirada metafórica, paseando entre reflexiones

lunes, 23 de abril de 2018

Censura agradecida

Foto propia, paseando entre metáforas

Friederich Nietzche afirmaba que “no habían hechos, sino interpretaciones”; la evidencia es secundaria, ante los prejuicios lo que cuenta son las interpretaciones.

Y hoy, uno de los días del año que más gratos recuerdos guarda la memoria de mi etapa barcelonesa, llena de libros y rosas, tengo que dar la razón al filósofo y rezar a San Jorge para que remate al dragón de la intolerancia y la censura que devora la libertad de expresión.

Porque no importan el amor a la cultura y la sensible belleza que este día simboliza con los regalos que se intercambian. No importa el afán subjetivo de intentar compartirlos con humildad llena de afecto y amistad. No importa la intención de mantener el respeto constante para evitar ofender sensibilidades ajenas.

Al final, un lugar tan relevante en las relaciones sociales como es facebook, me ha mostrado una vez más, la otra cara de la moneda con la que esta red sí paga traidores... y los fomenta.

Como ya saben muchos de los amigos que allí tengo, he vuelto a ser censurado y sancionado con la penalización de 30 días sin poder participar en esa red. No puedo publicar nada ni poner comentarios, no me permiten siquiera marcar "me gusta" u otras opciones. Y el colmo es que tampoco puedo responder a los mensajes privados que me llegan por el chat de Messenger...

¡No podía imaginar el general superlativo que su ferocidad censora le iba a sobrevivir, incluso cruzando el charco Atlántico!

A pesar de que siempre seré partidario de la libertad de expresión, podría llegar a entender —nunca compartir— que facebook censurase total o parcialmente alguna publicación "fuera de normas". Pero encuentro insultantemente pueril el "castigo" de la suspensión temporal de la actividad participativa, relegando al papel de "mirón" al que no se le permite ni la opción de la defensa y la despedida de sus amigos.

Condenado a la deplorable condición de "voyeur" al que se le niega la comida, mientras se le permite contemplar las viandas y bebidas que los demás degustan... ¿Estupidez anacrónica o refinada crueldad en el castigo injustificado?

Y reitero lo de "injustificado"; porque, ateniéndome a la literalidad de la normativa de facebook ("Dura lex, sed lex"), no la he infringido en absoluto con la entrada compartida, como demuestra que la he publicado allí en ocasiones precedentes (en 2014 y 2015) sin tener el más mínimo problema en ninguna de ellas, a pesar de que las normas de facebook eran las mismas. Sólo cabe una posible diferencia, en las ocasiones citadas no medió denuncia alguna de quienes parece que tienen la piel muy fina, cuando entra en contacto con la mía.

Aunque lo más delirante es la más absoluta indefensión ante el ente oculto que aplica la sanción irrevocable e inmediata, sin conceder la menor oportunidad a los argumentos de quien es juzgado e irremisiblemente condenado sin otra opción a réplica que el acatamiento sumiso.

Sin embargo, como toda moneda tiene dos caras, no puedo dejar de sentirme muy feliz y contento por las muestras de cariño, defensa y apoyo solidario que me están llegando incesantemente. Si la muerte provoca que todos hablen bien del difunto, ser víctima de la injusticia hace aflorar los afectos, en otras circunstancias silenciosos y, aunque siempre percibidos, en esta ocasión son dulcemente recibidos, saboreados y doblemente agradecidos, porque me hacen sentir muy vivo. Y, como mi corazón no puede ser amordazado, desde él lo siento y digo... os quiero, entrañables amigos.

Como curiosidad complementaria, incluyo aquí el enlace de la "inmoral y ofensiva" entrada de mi blog que ha motivado el severo castigo "por contener desnudos".

Hasta cualquier otro momento de amistad que nunca podrá ser censurada ni bloqueada.

Abrazos agradecidos a todos.

FRM [23/04/2018]

domingo, 22 de abril de 2018

Memoria de olvidos

Te olvidé de memoria. Porque, es tanto lo que olvidamos, que olvidamos hasta los olvidos... Tal vez, por no querer olvidar que debemos olvidarlo todo.

FRM [20/04/2018]

"Memoria lejana". Paseando entre metáforas

sábado, 21 de abril de 2018

Más narices

Cyrano de Bergerac

Perra suerte la de Cyrano
que ganó la pasión de su amada
escribiendo con su mano
en favor y nombre del camarada.

Triste destino
el de su obsesivo amor
víctima del desatino
que sólo le dio dolor.

No hubo feliz final
ni se comieron perdices
pues la suerte fatal
dejóle con un palmo más de narices.

Incapaz de desvelar el engaño
a la reina de sus sueños
murió con un gran daño
sin llegar a ser su dueño.

La moraleja para ser felices
es que, en estas cuestiones,
hay que echarle aún más narices,
no basta escribir emociones.

Pues no es raro comprobar
que hay letras que despiertan sentidos
para que los pueda disfrutar
quien nunca provocó esos latidos.

FRM [01/04/2018]

miércoles, 18 de abril de 2018

Solar y fachada

Quizá no lo sepas o, tal vez, no lo quieras aceptar. Puede que lo veas lejano, aunque llega antes de lo que puedes imaginar... Pero hay un momento esperando voraz, cuando todo lo demás se desmorona, cuando el tiempo no perdona y se esfuma el relleno acogedor de la decoración y el techo protector de las obligaciones... Es entonces, cuando sólo queda un abandonado y triste solar tras la desnuda fachada, resistiendo el azote de los recuerdos.

FRM [18/04/2018]

Paseando entre miradas metafóricas

martes, 17 de abril de 2018

Amante fiel

Hoy brilla el sol en el cielo, iluminando nuestro paseo. Estás conmigo, fiel compañera, y te quiero. Amándonos en silencio entre miradas cómplices. Caminamos juntos en busca de la luz que matiza y enamora los contrastes. Cuelgas de mi brazo, segura y firme, como leal amante. Nos detenemos y rodeas mi cuello acercándote a mi rostro, a mis labios, a mis ojos ávidos y llenos de deseo...

Yo acaricio todo tu cuerpo, mis dedos recorren tu cuerpo con sensualidad mientras se encienden todos tus sentidos y acaricio el botón definitivo. Estremecida, retienes el momento y almacenas el instante. Uno más en nuestra relación nunca decepcionante. Llena de placeres compartidos. Fundidos en uno. En plenitud de emociones solitarias. Felizmente encerradas en la unión de nuestras inseparables miradas ligadas. Conservadora celosa de bellos segundos de vida robados a un tiempo inerte y eternizado.

Gracias por serme siempre infatigablemente incondicional. Por no decepcionarme nunca y cumplir todo lo que ofreces. Por darme tanto ilimitado placer. Siempre disponible y devotamente mía.

Te amo... mi querida CANON.

FRM [17/04/2018]

Mi pareja de miradas metafóricas

lunes, 16 de abril de 2018

Pasajero del tiempo

Mi hermano, Mariano Rodríguez Mayoral

Uno de los pocos buenos acontecimientos de una mudanza integral es que te reencuentras con fragmentos de un pasado poliédrico, casi intemporal, y ya olvidados entre los pliegues de la memoria.

En ese trasiego de gratos recuerdos, limpieza de desapegos y reencuentros inesperados, me he tropezado de improviso, como al doblar una esquina de mi presente, con un poema que me escribió mi querido hermano como regalo de mi cumpleaños de 2005, año en que se gestaba mi anterior muerte iniciática y renacimiento renombrado, cumpliendo un inevitable y reiterado ciclo, recientemente repetido, en el continuo devenir del permanente aprendizaje en mi nómada destino.

La dedicatoria, con la que Mariano firma su emotivo y poético regalo "Pasajero del tiempo", puede resultar críptica para muchos, pero no me resisto a recogerla porque complementa perfectamente el obsequio versificado. Hoy (*), camino de su octavo aniversario, cobra para mí nuevo e intenso valor con la emoción que sólo supera el cariño y admiración que siento hacia su autor. Gracias, querido hermano, poeta, escritor y, a ratos, dibujante y pintor.

La dedicatoria dice, dijo, así:

«Con todo el cariño y admiración de siempre.

Eres el único que me hace asomarme a viejos ventanales
y el "trágico" evento de esta fecha,
bien merece el intento de arrimar el ascua a un fuego
que afortunadamente mantiene su rescoldo.

Muchas felicidades (21-07-2005)»

PASAJERO DEL TIEMPO

Pasajero del tiempo desbocado
que engarzas emociones y cordura
mientras la suerte, itinerante y dura
fustiga con espueslas tu costado.

Dime acaso si hallaste en la locura
de tanto ir y venir a cada lado
la pérfida señal de haber estado
solo en la soledad de tu montura.

Sabes de haber nacido por recado
depositado en tu cárcava inmadura
por otras voluntades. Hoy perdura
la vieja sensación de amamantado.

Sirve entonces, a modo de armadura,
la sombra del recuerdo aprisionado
en no se sabe que arcón abandonado
de ensueños, personajes y andadura.

Y nuevamente solo te ha encontrado
la dama de alma negra y amargura
que busca de la luz la más oscura
para hacerte sentir que has terminado.

Mariano Rodríguez Mayoral

FRM (*) [16/04/2013]

domingo, 15 de abril de 2018

Montaña rusa

Lentas subidas, prolongadas sin pausa. Somos impulsados por la inevitable fuerza que se opone a la ley de la gravedad. Arrastrados por la potencia del motor de la innegable verdad. Emocionante ascensión hasta el clímax del punto de inflexión. Se supera la cumbre de la curva y comienza el vertiginoso descenso. Se pierden las referencias. Cielo y suelo se mezclan y confunden.

Estómago contraído, visión nublada y húmeda, pensamientos azotados por el viento, sabor agridulce del miedo asumido que alimenta el alarido. Pánico al vacío. Y placer masoquista que conduce al reposo excitado del siguiente ascenso. Se confirma la estabilidad, se reduce el riesgo, la mueca vuelve a ser sonrisa; voces audibles, presión en las manos que retornan a su caricia abandonada... Una y otra vez, durante todo el ensortijado enredo del convulso trayecto. Muelle que se estira y encoge, como el alma embarcada. Imposible y plausible. Entre pasiones contradictorias que mueven, conmueven y remueven. Sacando del fondo de las vísceras lo que se ignoraba que allí anidase...

Y vuelta a empezar... hasta el final del alterador recorrido, diseñado por una mente perversa que ignora la paz y el placer del sosiego. Esa malévola entidad que convierte las aflicciones en atracciones o viceversa.

Toda una metáfora de algunas relaciones que son indeseables atracciones. Tan hechiceras y paradójicas como cabalgar, entre gozo y sufrimiento, en una larga y retorcida montaña rusa. Gozosa y dolorosa tentación. Alternativamente, siempre... hasta el final.

Algunos se apean y se alejan en solitario, abandonando la compañía. Otros, mareados, revueltos y con náuseas, se caen desplomados. Sólo los más fuertes permanecen siempre unidos.

Para muchos, desapareció la emoción; nunca volverán a subir. ¿O sí? Nunca se sabe...

FRM [17/03/2018]

Mirada metafórica (Imagen de archivo público)

viernes, 13 de abril de 2018

El peso de la vida

«La vida pesa más cuanto más vacía está.»

Pero, cuidado, según con lo que la llenes, te puede pesar mucho más.

FRM [13/04/2016]

(Foto de archivo)

martes, 10 de abril de 2018

Cuando llora el cielo

Mirada metafórica, desde mi ventana

El dios de la lluvia se ha desgarrado en llanto convulso sobre mi techo. Triste es la melodía que han entonado sus lágrimas inconsolables, con sonido de cristales rotos. Y, escuchándola entre plañidos de gélido viento, como infantiles gemidos, me he preguntado... «¿Qué hemos hecho?»

Aunque sospecho que la pregunta correcta es... «¿Qué no hemos hecho?»

FRM [02/03/2018]

lunes, 9 de abril de 2018

Pintar

(Imagen de archivo digital)

En uno de mis retiros al refugio de este rincón, no pude evitar dejar aquí una antigua reflexión que hoy publicamos, estimulada por algunos comentarios que, a lo largo del tiempo, he venido recibiendo sobre los resultados de mi afición autodidacta a practicar la pintura.

Puede que esté equivocado, como en muchas de mis convicciones. Pero, al día de hoy, pienso que he aprendido un par de cosas fundamentales, como amante fiel de la pintura desde la infancia, tanto en el gozo de la contemplación como en la amena diversión de su práctica, sin otra ambición que la de aprender a mejorar mi trabajo artesanal para intentar que llegue a ser artístico.

Aprendiendo con Matisse
La primera es que se debe observar detenida y apasionadamente el trabajo intemporal de todos los artistas que, por uno u otro motivo, nos impresionen y aporten alguna enseñanza. Bien sea en lo emocional o en el uso de técnicas diversas. Luz, color, texturas, intencionalidad, mensaje, sensaciones, efectos... Todo es perceptible, diferente y enriquecedor. Desde las escuelas más clásicas a las más radicalmente modernas. Desde la mágica representación de lo real, lo onírico o lo imaginado, hasta la absoluta abstración que se dirige directamente a la más profunda génesis de la emoción.

Absorbiendo toda esa información que se transforma en una cierta formación, se consiguen dos resultados inevitables. La aplicación de lo aprendido en la propia obra de aficionado, como referentes permanentes; y la capacidad de ser honesta y constructivamente crítico con el propio trabajo. Sin pretender emular a quienes están en otra dimensión, con el riesgo de una injustificada frustración, pero sin engañarnos en la valoración de nuestros propios resultados, de cuyas limitaciones obtendremos la mejor enseñanza para mejorar y evolucionar.

Aprendiendo con Dufy
La segunda convicción es lo erróneo que es pedir opiniones ajenas como algo imprescindible para la propia evolución pictórica, exceptuando de quienes pueden ser considerados maestros en la materia. Principalmente, porque ninguna es tan válida como la propia que se desprende de lo anteriormente expuesto, y porque los demás siempre —o muy frecuentemente— estarán sesgados por aspectos diversos en función de nuestra relación personal con quien opine y su propia formación, criterios y puntos de vista sobre el arte en general y la pintura en particular.

Habrá quien se asombre sinceramente de lo que hacemos, por la sensación de su propia incapacidad de recrearlo. Otros serán demoledores por su exigencia u otras razones menos honorables. Y, finalmente, están los más peligrosos y nocivos... Aquellos que, gozando de crédito ante el aprendiz y movidos por una incomprensiblemente perversa actitud frente al autor y sus circunstancias, aplauden con desproporción injustificada y comentarios de alabanza que saben exagerados y contrarios a la realidad.

Aprendiendo con Van Gogh
Nada hay más peligroso que creerse estas últimas "ayudas".
Porque pintar, más o menos bien, es gratificante en si mismo, al margen de la calidad del resultado y de las opiniones que suscite, así como una excelente vía de exploración introspectiva para el desarrollo personal que va más allá de la habilidad manual y la expresión pretendidamente artística u objetivos mercantiles.

No saber discernir ante el resultado de nuestro propio trabajo ni sobre las opiniones ajenas suscitadas por el mismo, puede ser letal en muchos aspectos.

FRM [09/04/2016]

En memoria de José Luis Sampedro

José Luis Sampedro

Ayer se han cumplido cinco años desde que te fuiste dejándonos a la sombra de los días con el mejor de los legados, tu obra y tu ejemplo.

Querido, respetado, y, sobre todo, admirado Sr. Sampedro, ahora eterno vivo desencarnado que dibujas en mi rostro una sonrisa etrusca mientras recuerdo cuando me convertiste en amante lesbiano de una vieja sirena.

Hoy navegas para siempre, dejándonos a la cálida sombra de un drago, en cuya senda grabaste el testimonio inequívoco de que ciencias, letras y humanidades sólo alcanzan la perfección cuando se hermanan lúcida e inseparablemente.

Casi centenario, mientras la tierra gira y fluyendo con el río que nos lleva, has llegado a tu real sitio, en la cima del Monte Sinaí, con el mar al fondo y sin esperar a octubre, octubre...

Hoy, querido e irrepetible maestro José Luis, despido tu cuerpo para conservar tu honesta alma encuadernada y lo hago con tu Credo personal, convertido en oración que comparto y compartiré, en esta sala de espera, como himno vital, hasta que te pida que me cuentes tus bellas historias entre las nubes.

«Creo en la Vida Madre todopoderosa
Creadora de los cielos y de la Tierra.
Creo en el Hombre, su avanzado Hijo
concebido en ardiente evolución,
progresando a pesar de los Pilatos
e inventores de dogmas represores
para oprimir la Vida y sepultarla.
Pero la Vida siempre resucita
y el Hombre sigue en marcha
hacia el mañana.
Creo en los horizontes del espíritu
que es la energía cósmica del mundo.
Creo en la Humanidad siempre ascendente.
Creo en la vida perdurable.
Amén. J.L.S.»

Hasta siempre. Un agradecido abrazo.

FRM [08/04/2013]

domingo, 8 de abril de 2018

Mujeres de otoño

En los últimos días he pasado ocho ratos deliciosos en la grata compañía de otras tantas y diferentes mujeres otoñales muy interesantes y atractivas. Una auténtica orgía de emociones que debo y agradezco a otra encantadora y sensible mujer que ha oficiado de "Celestina" en esos fugaces pero intensos momentos; mi querida amiga la escritora Isabel Martínez Barquero.

Son ya varios los libros que he leído procedentes de la fertilidad de su pluma, boli o teclado, que tanto da el instrumento que sirve a su creativo talento. Y lo único que se repite en todos es su aguda mirada al corazón humano, su cuidada prosa y rico léxico, y el amor que rezuman las interesantes y amenas historias que nacen en su imaginación para estimular la de sus lectores.

Tal y como sucede en los ocho relatos que componen el capricho de su libro "Mujeres de otoño". Ocho retales de vidas femeninas en esa etapa que se ha dado en llamar de madurez, y que puede ser tan variada y diversa como los árboles cuyas hojas alfombran la estación que precede al invierno. Hojas de diferentes colores, tamaños y formas como lo son las mujeres que pueblan las que encuaderna este libro breve que se hace más corto en su cautivadora lectura.

En "Mujeres de otoño", Isabel Martínez Barquero disecciona con ternura, agudeza y buena letra, ocho cuentos que muestran el trasfondo de ocho mujeres dueñas de sí mismas, para permitirnos compartir su evolución en las miradas, los comportamientos cotidianos, el amor y el sexo, los paisajes urbanos misteriosamente cambiantes, el proceso de envejecimiento y decrepitud irremediable y, en definitiva, las emociones sentidas en las últimas casillas del tablero del juego de vivir.

Una delicia en píldoras que se lee fácil y se piensa con complejidad. Otro motivo de gratitud a esta maga de las letras que es la "murcianica" Isabel Martínez Barquero.

Y, como prueba de sinceridad que avale las palabras precedentes, que nadie debe atribuir al afecto y admiración que siento hacia la autora, debo dejar constancia de lo único que no me ha gustado. Se trata del diseño de la portada de este breviario, casi obligado catecismo por su formato. Sinceramente, creo que no le hace justicia a la seriedad y calidad del contenido, con el mayor respeto a su autora y a quienes puedan pensar lo contrario.

Sea como sea, lo que importa es lo que se cuenta... Y eso es más que recomendable.

Para quien desee conocer mejor a esta genial escritora, sugiero una visita a su blog "EL COBIJO DE UNA DESALMADA" que no tiene desperdicio.

Gracias, Isabel.

FRM [08/04/2018]

Libro comentado

sábado, 7 de abril de 2018

La consagración de la primavera

"La danza" de Francisco R: Mayoral. Copia facsímil al óleo, 2003

Siendo muy niño, vi por primera vez la, para mí, genial película "Fantasía" de Walt Disney. Fue desde entonces que comencé a sentirme cautivado por la música clásica que la pantalla me había envuelto en maravillosas y mágicas imágenes animadas. Vi aquella película más de catorce veces consecutivas, lo que pude permitirme por tener una hermana mayor trabajando como acomodadora del entonces cine Panorama, en la calle Cedaceros de Madrid, del que ignoro su estado actual, aunque me parece que ha desaparecido tras ser reconvertido antes en teatro.

"El aprendiz de brujo"
La fiesta de imágenes y sonidos me embriagó por completo. Me subyugó, provocando toda clase de intensas emociones a mi virginal sensibilidad infantil; desde las más tiernas a las más terroríficas, pasando por la divertida, aunque estresante, secuencia de Mickey como "Aprendiz de brujo".

Ahora, desde el recuerdo más entrañable, tendría grandes dificultades para escoger, de entre todas las piezas sinfónicas de la banda sonora, a una de ellas como favorita. He vuelto a ver la película muchas más veces, en vídeo y DVD, con mis hijas y a solas y escuchado todas en varios medios, una y otra vez, sin poder evitar que, de vez en cuando, me vengan a la memoria las imágenes de aquel largometraje iniciático.

Sin embargo, muchos años más tarde, hay un sólo caso en el que la espontánea simbiosis con los dibujos de Disney, se ha visto sustituida en mi mente por otra obra de arte vinculada a "La danza de los jóvenes" de "La Consagración de la Primavera" del compositor ruso Igor Stravinski.


Porque si de pequeño me impactó la música de la historia del desarrollo de la vida en nuestro planeta, descrita y narrada por los expresivos dibujos de "Fantasía"... ¡aquellos dinosaurios! fue, ya de adulto, que me impresionó mucho más, descubrir que el objetivo de Stravinski al componer su obra para ballet fue, según sus propias palabras, "expresar la vida primitiva"; en mi opinión, sacralizada en la danza primaveral de un olvidado rito pagano de fertilidad. Su estreno en el Teatre des Champs Elysées de París por los Ballets Rusos de Diaghilev continúa resonando en la Historia por el escándalo que se levantó en el patio de butacas entre abucheos y aplausos. Entonces, la mayoría de los espectadores se sintieron agredidos por la música y la danza allí expuesta... Otros, con mentalidad más abierta, supieron que se iniciaba una nueva era en el Arte Moderno y así fue.

Henri Matisse, 1909-1910
Y, más tarde, se produjo en mí una nueva asociación plástica, al contemplar, en uno de mis muchos libros de pintura, a los bailarines inmortalizados en la pintura "fauvista" de Henri Matisse "La Danza".

El cuadro original, pintado por Matisse entre 1909 y 1910, está expuesto en el Museo del Hermitage de San Petersburgo y muestra una fiera utilización de los colores y el delineado de las figuras de los danzantes que transmiten una intensa sensación de movimiento y ritmo.

Es, sin duda, una obra maestra del fauvismo que no pude resistirme a pintar en 2003.

FRM [07/04/2018]

jueves, 5 de abril de 2018

El desierto de la rutina

Hace unos días, mantuve una larga e interesante conversación con un buen amigo íntimo sobre ciertas cuestiones que nos conciernen a ambos, así como a terceras personas muy cercanas. Después, cuando la inmediatez de las palabras concretas cedió paso a una reflexión más amplia y enriquecida con otras referencias, no pude evitar que algunos matices de la tertulia me evocasen ciertos recuerdos de Carl G. Jung, recogidos en su recomendable libro "Recuerdos, sueños, pensamientos".

Por lo que creo que tiene de interesante para todos, como quiera que cada uno lo desee interpretar y aplicarlo, cómo y a quién considere oportuno, extraigo la enseñanza contenida en un párrafo del libro citado de la edición de Aniela Jaffé que he estado releyendo no hace mucho (Biblioteca Breve - Seix Barral, Barcelona, 1996). Cito textualmente:

«Con el trabajo en el Burghölzli (*), se inició mi vida en una realidad unívoca, hecha sólo de propósitos, consciencias, deber y responsabilidad. Era la entrada en el convento del mundo y el someterse al voto de creer sólo en lo probable, en el promedio, en lo banal y lo pobre de sentido, renunciar a todo lo extraño y significativo, y reducir todo lo desacostumbrado a lo habitual. Sólo había superficies que nada ocultaban, sólo comienzos sin continuidad, contingencias sin causalidad, conocimientos que se circunscribían a círculos cada vez más estrechos, definiciones que pretendían ser problemas, horizontes de agobiante estrechez y el inmenso desierto de la rutina.»

Salud y reflexión para seguir aprendiendo a caminar.

FRM [05/04/2018]

(*) Burghölzli era el manicomio de Zurich en el que, el 10 de diciembre de 1900, C. G. Jung ocupó puesto de ayudante para especializarse en psiquiatría, al término de sus estudios de medicina.


Carl Gustav Jung (Imagen de archivo)

miércoles, 4 de abril de 2018

Éxito literario

Los dioses del Olimpo librero.

En la actualidad, el éxito comercial de un escritor de novelas y su ascenso a la máxima categoría del Olimpo de los más vendidos ("best sellers", en lenguaje cotidiano) se refleja y hace evidente en el hecho de que su editorial diseña las portadas destacando su nombre en mayor tamaño de letra que el título de cada nueva obra.

Si yo fuese escritor, exigiría que en las portadas de mis obras se aplicase el mismo criterio, aunque no me conozca nadie. Pero... si cuela, cuela.

FRM [04/04/2018]

Nada es fácil

Mirada metafórica. "Duele comprobar que muchos no saben podar sin astillar".

Nada que realmente vale la pena en la vida es fácil. Por eso, con frecuencia, aceptamos o nos creamos una vida que no nos gusta tanto como desearíamos, pero es lo más cómodo. Es el triunfo del miedo a alterar la inercia íntimamente empobrecedora de la "zona de confort". Y se envuelve para regalo en los argumentos de la "razón" que ocultan y asfixian la emoción de ser y sentir para no perturbar el tener, aunque se sacrifique buena parte del ser, inmolado en el altar de un "deber" impuesto e irremediable.

Nada es fácil. Muchos lo sabemos por la experiencia de una larga navegación en los procelosos mares de la vida, en los que se alternan furiosas tempestades con la más átona "calma chicha". Lo sabemos todos los que nunca hemos dado la espalda ni huido ante las nuevas sorpresas que pueden encontrarse al doblar la esquina de un pliegue de la existencia. Todos los que no rechazamos probar cualquier nuevo plato antes de rechazarlo. Todos los que sabemos que, para seguir viviendo y creciendo, son necesarias las podas periódicas, a pesar de que duele comprobar que muchos no saben podar sin astillar...

Rudyard Kipling lo sabía muy bien y lo tuvo muy presente en la famosa y conocida "Carta de un padre a su hijo" ("If...") que desgrana en sabios versos los consejos que deben ser seguidos para alcanzar las mejores y más satisfactorias metas en la vida. Los recuerdo nítidamente, aunque era yo muy pequeño, cuando mis cultivadas tías —a las que ya he citado en otras ocasiones— me leían, una y otra vez, esas pautas de conducta que he pretendido convertir en mi modelo permanente en años posteriores.

Hoy vuelvo al mismo pensador para hacer mío otro de sus ejemplares poemas, con el que no puedo evitar sentirme especial y esencialmente identificado, como consecuencia de mi nómada peregrinaje que rechaza y se aleja desde hace muchos años de toda estéril "zona de confort":

«Elegí la vida»

No quise dormir sin sueños:
y elegí la ilusión que me despierta,
el horizonte que me espera,
el proyecto que me llena,
y no la vida vacía de quien no busca nada,
de quien no desea nada más que sobrevivir cada día.

No quise vivir en la angustia:
y elegí la paz y la esperanza,
la luz,
el llanto que desahoga, que libera,
y no el que inspira lástima en vez de soluciones,
la queja que denuncia, la que se grita,
y no la que se murmura y no cambia nada.

No quise vivir cansado:
Y elegí el descanso del amigo y del abrazo,
el camino sin prisas, compartido,
y no parar nunca, no dormir nunca.
Elegí avanzar despacio, durante más tiempo,
y llegar más lejos,
habiendo disfrutado del paisaje.

No quise huir:
y elegí mirar de frente,
levantar la cabeza,
y enfrentarme a los miedos y fantasmas
porque no por darme la vuelta volarían.

No pude olvidar mis fallos:
pero elegí perdonarme, quererme,
llevar con dignidad mis miserias
y descubrir mis dones;
y no vivir lamentándome
por aquello que no pude cambiar,
que me entristece, que me duele,
por el daño que hice y el que me hicieron.

Elegí aceptar el pasado.
No quise vivir solo:
y elegí la alegría de descubrir a otro,
de dar, de compartir,
y no el resentimiento sucio que encadena.

Elegí el amor.
Y hubo mil cosas que no elegí,
que me llegaron de pronto
y me transformaron la vida.
Cosas buenas y malas que no buscaba,
caminos por los que me perdí,
personas que vinieron y se fueron,
una vida que no esperaba.

Y elegí, al menos, cómo vivirla.
Elegí los sueños para decorarla,
la esperanza para sostenerla,
la valentía para afrontarla.

No quise vivir muriendo:
y elegí la vida.
Así podré sonreír cuando llegue la muerte,
aunque no la elija…
porque moriré viviendo.

(Rudyard Kipling)

Y fui llamado persistente, porque moriré viviendo... en gerundio permanente.

FRM [04/04/2018]

martes, 3 de abril de 2018

Punto de no retorno

Mirada metafórica. "No dejes de mover las alas cuando estés volando"

Solemos definir como "kafkiano" a todo aquello que tiene el carácter trágicamente absurdo de las situaciones descritas por este escritor en sus obras. Pero no siempre son "kafkianos" los pensamientos de Kafka...

«A partir de cierto punto no hay manera de volver atrás. Y ese es el punto al que hay que llegar.» (Franz Kafka)

Sabido es que el "punto de no retorno" es un concepto vital en aviación, bien conocido por los especialistas en relación con el proceso de despegue.

Así es, tal y como se produce en el comienzo del vuelo en toda circunstancia relevante de la existencia. Algo que se percibe nítidamente cuando se ha practicado la investigación periodística y al desplegar las alas de la íntima evolución personal.

Otro tanto sucede en el renovado vuelo del Ave Fénix del amor apasionado y ardiente que renace de sus propias cenizas.

Porque, como dijo el poeta, «...al volver la vista atrás, se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar.»

Es muy arriesgado, contraproducente y desaconsejable deshacer el camino andado, cuando empezó con buena fortuna. Porque si dejamos de mover las alas cuando se ha empezado a volar aprovechando el viento, lo más probable es que nos estrellemos contra el suelo.

FRM [03/04/2018]

Tertulias en el Gijón

Este nómada con el maestro y poeta Javier del Prado Biezma. Fotografía de Almudena Mestre, (06/02/2018).

«A finales del siglo XIX, una isla en forma de café literario y de salón de aparecidos se desprendió del mundo. Desde entonces vaga congelada en el tiempo a merced de las corrientes de la historia por los grandes paseos del Madrid imaginario, donde suele encontrársela varada y luciendo la bandera del Café Gijón, a pocos pasos del palacio de la Biblioteca Nacional. Allí espera, dispuesta a salvar del naufragio a quien llega a ella sediento de espíritu o de paladar, como si fuese un gran reloj de arena a la deriva, donde por el precio de un café el más pintado puede mirarse en el espejo de la memoria y creer, por un instante, que vivirá para siempre.» (*)

Y hasta esa isla navego, siempre que puedo, para calmar mi sed de saber y amistad que renace en su cripta todos los martes, menos las fiestas de guardar. Allí me siento —en sus dos acepciones— como un moderno Robinsón que aprende a sobrevivir sin ahogarse entre las mareas de las letras y el pensamiento, bajo la batuta del escritor Justo Sotelo que oficia de gran protagonista como sacerdote pagano en el rito semanal, remedando el aire profesoral en el que siempre se envuelve y no puede evitar respirar, ante la inmejorable compañía de sus invitados esporádicos y la de todos los entrañables asistentes habituales, de los que han surgido varios de mis mejores y más valorados amigos.

Todo un enriquecedor placer en un par de horas que desaparecen del reloj y, a veces, se prolongan informal y amigablemente con los menos apresurados.

Se disfruta mucho presente y futuro en ese ambiente cargado de pasado del Gran Café Gijón.

FRM [02/04/2018]

(*) Carlos Ruiz Zafón, "El laberinto de los espíritus".

lunes, 2 de abril de 2018

Suelo firme y desvelos

Mirada metafórica. "Mirando el suelo que se pisa".

Nada desvela más que no desvelar a tiempo los aparentes misterios cotidianos.

Esas oscuras presencias que asaltan, como sombras fantasmales, entre la niebla de las tinieblas de la incomprensión, mordiendo el alma a traición y haciendo más frágil el viejo suelo bajo los pies.

Aparentes sorpresas que, en el fondo del subconsciente, solo resultan inesperadas en cuanto al momento en que emergen y se hacen tangibles. Porque "se esperan" —a pesar de la resistencia a admitirlo—, se presienten, se temen... Aunque busquemos el refugio de la voluntaria inconsciencia; sumergidos en la elegida ceguera del que no quiere ver y prefiere engañarse, aferrado a creer en lo mejor de las negadas y reiteradas mentiras e incoherencias ajenas.

Infantil y tiernamente inmersos en el aforismo de que «mientras dura, vida y dulzura». Con esa estéril e inútil vocación de eternidad de la que sólo goza la ineludible muerte.

Porque, cuando la mirada encandilada se concentra en el cielo, se pierde de vista el suelo...

Aceptarlo y mirar donde se pisa, resta encanto y misterio a la vida, pero no a los sueños. Aunque la vida pueda quitar el sueño cuando se desvela.

FRM [02/04/2018]

Caminando

Foto propia, caminando entre miradas.

Caminando dejo atrás
alguna de mis miradas;
pedazos de una realidad
que, a veces, contemplo
y otras sólo siento.

Vuelo entre fragmentos,
robando lo que veo
cerca, muy cerca, o lejos,
desde mis pasos lentos.

FRM [28/03/2017]

domingo, 1 de abril de 2018

Rigidez inflexible

"Por mucho que se diga o se intente..." Paseando entre metáforas.

Cuando hables o escribas, no pretendas ni te esfuerces en decir lo que querrías decir. Ten siempre presente lo que va a entender quien sólo escucha lo que quiere oír o quien "interpreta" y juzga tus palabras de acuerdo con sus prejuicios y fijaciones... Con suerte, buena o mala, eso será lo único que quede.

FRM [31/03/2013]

El arte del paseo

Paseando bajo mi ventana.

Practicar el arte del paseo no es únicamente caminar con paso sosegado, haciendo camino al andar con ese buen amigo que siempre va contigo.

Pasear es mucho más. Es llenar la atenta mirada de objetos y sujetos, observando con atención pequeños y grandes detalles, mirando y viendo paisajes y paisanajes, aprehendiendo color y calor, dejarse embargar por luces y sombras, sumergirse en contrastes... ser invadido por y de todo lo que nos brinda el escaparate existencial, decorado con las metáforas que componen una realidad casi nunca representada, aunque sea inevitable que nos la evoquen poéticamente.

Pasear es impregnar el olfato de olores, fragancias y pestilencias, recorriendo sensaciones y sinestesias. Es saborear los vapores de los guisos que se escapan por las ventanas.  Es recoger con los oídos la música de fondo que interpretan los sonidos cotidianos. Es apropiarse de colores y llamarlos por su nombre. Es hablar con las flores. Es tocar lo que nos rodea para reafirmarlo en el contacto. Es imaginar. Es soñar... Es viajar más allá del tiempo y el espacio.

Practicar el arte del paseo es una forma de vida. Y, sobre todo, es... vivir sintiendo.

FRM [25/02/2018]