El Rincón del Nómada

El Rincón del Nómada
La libre soledad del ermitaño es el terreno más fértil para que germine y florezca la creatividad. (Foto propia, 2014. Isleta del Moro, Almería)

miércoles, 29 de abril de 2015

Haciendo camino

Todo lo que digo y hago está causado por mi experiencia y se basa en ella.
Todo lo que callo y dejo de hacer es por el mismo motivo.

FRM [27/04/2014]

(Foto de archivo)

Dos certezas

Foto propia, volviendo a mi refugio

Sólo dos certezas tengo.
Que es cambiante el camino
y la muerte su destino.

FRM [28/04/2015]

Con el ocaso

Foto propia, desde mi ventana


Como cada noche, con el ocaso,
llega la hora de dejar de pensar en ti
para volver a soñarte.

FRM [28/04/2015]

martes, 28 de abril de 2015

Llovía sobre mojado

Ocurre en ocasiones...

Hoy el cielo ha llorado sobre mí, lloviendo sobre mojado.
Y he sentido frío. Mucho frío que me ha calado el alma.
No sé si era lluvia u otras gotas las que resbalaban por mi rostro.
Pero me he sentido agotado y me he sentado,
mientras el frío húmedo volvía mis hombros más y más pesados.
Ahora necesito un largo descanso. Relajarme y desaparecer...
Empaparme de soledad.
Necesito comprender por qué llueve sobre mojado.
Ojalá cambie algún día, cuando de nuevo brille el sol y todo se haya evaporado.

FRM [27/04/2013]

(Foto de archivo filtrada)

martes, 21 de abril de 2015

El "sambenito" del rencor

Volver a sentir la belleza es belleza resentida (Foto de archivo filtrada)

Como ocurre con otras muchas palabras que no dejan de ser códigos conceptuales, las leyendas del pasado en las que se utilizan, pueden acabar dando, con el paso del tiempo, contenidos intencionales sesgados que determinan su futuro en la mente de esos mediocres que tan acertadamente definió el psicólogo José Ingenieros (*).

Cuando ese uso perverso y reiterado se utiliza como estigmatizante "sambenito", colgado de la cabeza de alguien, la tendencia cainita, excitada por la envidia de quienes acostumbran a usar más el índice acusador que el análisis del pulgar autocrítico, construye todo un universo deformado y sin fundamento en el que pastan jaleándose unos a otros y se sienten confortablemente unidos... "arrebañados", como dice Ingenieros.

Algo así ocurre con la denostada palabra "rencor" que el uso popular ha hecho sinónima de "resentimiento" (o sea, volver a sentir), a la que, determinadas manipulaciones lingüísticas (estudiables en PNL), han creado una leyenda negra y venido a convertir en algo casi equivalente al odio pertinaz y, desde luego, severamente reprochable y muy punible.

Pues bien, si nos atenemos a la cadena de significados que pueden encontrarse en el diccionario de la RAE, "rencor es tener un sentimiento arraigado y tenaz de pesar, por un agravio de humillación, menosprecio o aprecio insuficiente". Por supuesto, siempre que no se den manifestaciones de ira contra alguien, lo que sería un caso extremo que no contemplo en estas reflexiones, porque no forma parte del marco de mis experiencias, más serenas por lo general.

Y, como todo efecto causado requiere de una causa causante, el agravio que la RAE incluye en la definición anterior, tiene siempre un agente causal. Perdón por los reiterados pleonasmos, pero se olvida con frecuencia. Tanto se olvida que no es extraño encontrar la sutil maniobra de que el responsable primero de producir dicho agravio se encarama al reproche pseudoindulgente y conmiserativo de que su víctima siente "rencor" para ignorar, consciente o inconscientemente, la causa inicial y culpabilizar del sentimiento provocado a quien se lo ha hecho sufrir. Todo un rasgo perverso de narcisismo egoísta, infantil en el mejor de los casos.

Porque nada tranquiliza más la propia conciencia que culpabilizar "al otro". Y si ese otro, dispone de la capacidad y oportunidad de probar de palabra y obra lo injustificado e injusto de tal culpabilización, siempre queda el recurso de refugiarse en el socorrido "no quiero discutir, ni hablar de eso... me importa un bledo".

Y, mientras, el rebaño sigue pastando feliz y confortablemente en el pesebre de la calumnia manipuladora que regurgitan y devoran con fruición, una y otra vez.

La verdad es que hay muchas veces en que uno no sabe donde se mete, aunque lo que cuenta, lo único valioso, es el porqué se mete. Y, de eso, no cabe arrepentirse por las íntimas satisfacciones que aporta a uno mismo.

Satisfacciones que prevalecen aunque se recuerden los sentimientos dolorosos que dañan cuando se viven por primera vez, pero enseñan cuando son revividos y entendidos en el recuerdo sosegado, por ingratos que pudieran ser. Y siempre mejor, por supuesto, si son recordados y entendidos con cordialidad, una sonrisa, buenas viandas regadas con rico vino y generosa conversación con mucho arte.

¡Salud y felicidad! 

FRM [21/04/2015]

(*) Cita del psicólogo José Ingenieros, mencionada: “El hombre mediocre juzga a los hombres como los oye juzgar. Reverenciará a su más cruel adversario si éste se encumbra; desdeñará a su mejor amigo si nadie le elogia… No viven su vida para sí mismos sino para el fantasma que proyectan en la opinión de sus similares… Pueden practicar el mal por inercia y el bien por equivocación… Cuando se arrebañan son peligrosos”.

domingo, 19 de abril de 2015

Puentes y muros

Foto propia. Espacio Natural de Covalagua en la Montaña Palentina

Cuando disfruto la belleza de un puente, sea de tosca madera o de noble y trabajada piedra. No puedo dejar de experimentar la profunda emoción que entraña como metáfora de unión. De acercamiento de orillas distantes, de recurso amable para salvar abismos o torrentes, de creación de vías transitables donde no había caminos posibles.

Amo los puentes. Siempre los he preferido a las vallas y muros que impiden la aproximación. Tanto da que sean de silencio, madera, ladrillos, piedra o unos simples espinos. No me gustan. Porque vetan el contacto. Porque destruyen el paso. Levantados por los miedos hostiles de quien los construyen o fomentan. Frenos limitadores que impiden la comunicación y fomentan el egoísmo. Que, buscando proteger, aíslan. Que separan y dividen. Que obstaculizan la visión del paisaje, en la absurda querencia de poner puertas al campo.

Me gusta construir puentes y derribar muros... o, como mal menor, sortearlos, alejándome.

Cómo me gustan la libertad y belleza de los puentes.

FRM [19/04/2015]

sábado, 18 de abril de 2015

Te ocultas

¿Por qué te ocultas
entre los borrosos pliegues de mi memoria?
Te escondes y alejas
mientras la nostalgia se torna noria.

¿Dónde te has ido que tan solo me dejas?
Dejando frío, vacío y sin dueño
aquel blanco traje de novia
que colgamos en un sueño.

Hoy, siempre, recuerdo ese primer día
que compartimos el lecho,
riendo, con aroma a una nueva alegría,
de las flores que alfombraban el techo.

Después de aquel día, vinieron otros...
esos en los que tú y yo
fuimos sólo nosotros,
hasta que, en mala hora, aquella magia huyó.

¿Por qué te ocultas ahora
detrás de la que te mató?

FRM [18/04/2015]

(Foto de archivo, filtrada)

Matemática primaveral

La primavera
enseña geometría
diagonalmente.

FRM [17/04/2015]

Foto propia, desde mi ventana

jueves, 16 de abril de 2015

Luminosos y fugaces

Hay sueños luminosos y fugaces, como relámpagos sentidos.
Tan intensos que parecen haber sido vividos,
aunque en un mundo de poesía bien cabe lo fingido.
Bellos, sean como sean... o hayan sido.

FRM [16/04/2014]

(Foto de archivo, filtrada)

El santo que usaba escafandra

Fotos propias, tomadas en el domicilio del capellán del santuario de San Miguel de Aralar


Foto propia. Sierra de Aralar
El enclave

En la cumbre del techo de la navarra Sierra de Aralar se encuentra un santuario románico del siglo XII, ampliación de una ermita más primitiva del siglo VIII, en el que reside el antiguo culto a San Miguel in Excelsis, basado en una curiosa leyenda medieval y poseedor de una iconografía muy peculiar aún más intrigante, por diversas razones que trataremos de resumir, limitándonos a exponer los hechos conocidos a lo largo de los muchos años que sigo la pista de este santo arcángel que ha roto, en este lugar y sus alrededores, con las habituales y generalizadas representaciones de sus apariciones en la imaginería católica oficial.

Foto propia. Santuario de San Miguel
El lugar no puede ser más mágico ni contener mayor carga de energías telúricas. Ya en el más remoto pasado constituyó una zona de cultos paganos, plagada de dólmenes neolíticos, lo que permite suponer la antigüedad del carácter sagrado del enclave. Y, desde luego, puedo dar fe de que resulta indescriptible la experiencia de moverse entre nubes y bosques de hayas, inmerso en un sobrecogedor silencio sólo roto por la brisa moviendo las hojas y, a veces, por la rítmica musicalidad producida por los cascos de las manadas de caballos salvajes que por allí galopan en libertad, al menos hace algo más de 35 años, cuando yo hice la visita que hoy rememoro con emoción y nostalgia.

La leyenda

Foto propia. Santuario primitivo
Aunque no es el objetivo principal de esta reseña, resulta obligado resumir el origen de la vieja leyenda que motivó la construcción del primitivo santuario del sigo VIII mencionado y que se conserva "envuelto" y arropado por las paredes del edificio actual; si bien la devoción al arcángel San Miguel en Aralar tiene una antigüedad superior que se atribuye al impulso dado por Carlomagno en el siglo IV, para sustituir otros cultos paganos que se mantenían vigorosamente.

Cuenta la leyenda más extendida que, antes de existir los reyes de Navarra y habiendo ido a guerrear contra los musulmanes el caballero local Teodosio de Goñi, fue abordado a su regreso por el demonio disfrazado quien le convenció de que su esposa Dª Constanza le era infiel con un mayordomo. Cegado por los celos y la que supuso grave ofensa a su honor mancillado, llegó a su casa y apuñaló a la pareja que yacía en su lecho matrimonial, creyendo que eran su mujer y el amante. Salió a la calle con el acero ensangrentado para descubrir con estupor a su esposa que regresaba de misa y ser informado de que los asesinados por su mano, eran realmente sus propios padres a quienes Dª Constanza había cedido gentilmente su dormitorio conyugal en ausencia de Teodosio. Desesperado, buscó la absolución a su terrible pecado, consiguiendo que el propio Papa le impusiera la dolosa penitencia de vivir portando unas pesadas cadenas hasta que el propio Dios hiciese el milagro de que se desprendiesen solas como signo de perdón.

Foto propia. Cadenas de Teodosio
Y el milagro se produjo cuando Teodosio fue atacado por un monstruoso dragón que habitaba en la sima sobre la que se levanta el santuario y el caballero pidió auxilio al arcángel San Miguel que bajó de las alturas para dar muerte al monstruo. Las cadenas se desprendieron y el penitente perdonado recibió la reliquia de un fragmento del "lignum crucis".

Como prueba de agradecimiento, Teodosio y Dª Constanza, hicieron construir el santuario primitivo, datado entre el siglo VIII y IX, aunque lo único que está documentado es que no fue consagrado hasta el año 1074.

La imagen de San Miguel

Muchas son las preguntas sin respuesta que alberga este curioso santuario y su historia legendaria. No obstante, en esa ocasión nos centraremos en la interesante figura que ocupa nuestra atención, la venerada imagen que representa a San Miguel y de la que me consta que actualmente existen al menos tres versiones, sin que me haya sido posible descartar la probable existencia previa de otras representaciones.

La imagen titular del Santuario presenta una iconografía muy antigua y excepcionalmente peculiar, ya que en lugar de ser representado alanceando al demonio o pesando las almas en una balanza en remedo del dios egipcio Anubis, como es habitual y frecuente, aparece como el portador de la Santa Cruz, signo de la victoria de Cristo en la efemérides descrita.

Pero no es esa la única sorpresa. Lo más curioso es la anacrónica "escafandra" que cubre su cabeza y que puede apreciarse con todo detalle en las fotografías que pude tomar, no sin esfuerzo, en mi viaje de investigación a su residencia habitual, donde, por cierto, no se encontraba...

Y la verdad es que no fue nada fácil llegar a estar cara a cara —nunca mejor dicho— con esta imagen de poco más de 70 cm de altura, como más tarde veremos.

Según me fue explicado por el capellán que guardaba la imagen en la caja fuerte de su domicilio privado, la actual efigie de San Miguel in Excelsis es un relicario de plata sobredorada realizado en 1756 para sustituir al anterior, tras los daños sufridos en un intento de robo sucedido en 1687.

La mención de los años mencionados no pasaría de curiosidad enciclopedista, si no fuese porque nos permiten situar la enorme "imaginación" del restaurador de la imagen que representó lo que se muestra en mis fotografías como una bien definida escafandra de aparente buzo, con sus correas dorsales de sujeción y con una asombrosa anticipación de más de 80 años a su invención en 1837. ¿Qué fue lo que inspiró al artesano imaginero para poner al santo la mencionada escafandra y añadir las alas y la cruz sobre su cabeza que no parece que estuviesen en la imagen original?

Foto propia. Capitel de Berrioplano
No nos parecería extraño que una de las fuentes manejadas por el platero pamplonés José de Yábar al reconstruir el revestimiento de plata sobredorada de la imagen, fuese la imagen tallada en la piedra de un capitel de la Iglesia de la Purificación de Berrioplano, de estilo románico tardío, entre los siglos XII y XIII. En esta imagen está claramente representada la figura de un ángel sustentando una cruz sobre su cabeza en la que un "globo" sin facciones ha sustituido al rostro habitual. La asociación con la imagen de San Miguel de Aralar es inmediata e inevitable, sin que se pueda justificar en este caso la ausencia de cara a un supuesto relicario... ni a ningún otro argumento que conozcamos.

Un santo huidizo y camaleónico

Como ya he mencionado, mi visita y, en consecuencia, las fotografías que tomé, se produjeron hace más de 35 años. Por ello, además de pedir disculpas por la baja calidad de las imágenes, tomadas con mi vieja Yashica analógica y manual, conteniendo la respiración y sin trípode ni flash, no puedo dejar de comentar que he llevado a cabo un repaso en diferentes fuentes, comprobando que, hasta la fecha, no existe o no he encontrado información ni imágenes diferentes a las que aquí ofrezco. Y, en ningún caso, combinando en un mismo espacio las diferentes apariencias que aquí se muestran como fruto de nuestras pesquisas sobre este pintoresco santo, al que tengo motivos para calificar de huidizo y camaleónico.

Me explicaré, para finalizar. En las fechas en que hice la visita a la que me he referido, me había documentado previamente y, más o menos, sabía lo que iba a buscar. Por ello, no pude contener la frustrante sorpresa de encontrarme, en el altar sobre en el que reposa y se venera la imagen de San Miguel, una burda copia de la imagen comparable a una figura de plástico dorado digna de estar a la venta en un "chino de todo a cien". El santuario estaba completamente vacío de fieles, por lo que me llevé una alegría cuando apareció una mujeruca, de edad indefinida y menguada estatura, aparentemente encargada de la limpieza y ornamentación floral de las diferentes capillas. La alegría fue efímera, porque la buena montañesa no se mostró nada amigable y todo lo que conseguí fue que acompañase su tenaz mirada de desconfiado rechazo con la insistencia de que "esa" era la imagen del santo. Ante mi propia persistencia, conseguí que me dijese que debía hablar con el capellán que vivía "cerca", aunque, por supuesto, no me dijo dónde, añadiendo que "seguramente no estaría en su casa". Animosa, la mujer.

Imagen de la web del santuario
Por fortuna, me acerqué a tomar un café al albergue montañés cercano y allí, tras larga insistencia y con la mejor de mis caras, conseguí averiguar cuál era la casa en la que vivía el responsable del santuario. Hacia allí me dirigí, con la fortuna de que estaba en casa y, después de una prolija explicación de mis buenas intenciones y honestos objetivos, conseguí que me confesara que, efectivamente, la imagen auténtica la tenía a buen recaudo en su caja fuerte como prevención para evitar posibles robos dado lo solitario e indefenso del enclave. Fue a buscarla, la puso sobre la mesa de su comedor y, milagrosamente, me permitió hacer las fotografías que ilustran esta historia.

Más tarde, en Internet descubrí otras fotografías de una tercera imagen carente de rostro, en la que el vidrio de la escafandra había sido sustituido por una lisa placa que recuerda más a la misteriosa efigie del capitel de Berrioplano. Ésta última no he tenido ocasión de localizarla físicamente, aunque aparece en la página web del santuario y sospecho que podría tratarse de la que recorre procesionalmente las cerca de 280 poblaciones de Navarra en el rito anual de la Pascua de Resurrección.

Años después, lo único que parece evidente es que, a estas alturas, me quedaré con las ganas de averiguar lo que realmente hay detrás de tantas y peculiares metamorfosis de este excepcional santo que volaba y usaba escafandra.

FRM [16/04/2015]

miércoles, 15 de abril de 2015

Símbolo y señal

Foto propia, paseando bajo mi ventana

Señal simbólica
de credo y amor,
dolor y sangre.

FRM [15/04/2015]

jueves, 9 de abril de 2015

Final feliz

Hoy he vuelto a verme con ella, después de algo más de un mes desde nuestro último contacto. Y estoy feliz, ha sido muy gratificante.

Habíamos tenido algunos encuentros previos. Siempre con terceras personas presentes y no se puede decir que hubiésemos tenido eso que suele definirse como "química". Un trato cortés y educado, pero frío y distante; sin un ápice de cordialidad. Hubo intercambio de números de teléfono, más obligado por las circunstancias y el contexto que por interés personal.

Ella es una mujer ni guapa ni fea, ni alta ni baja, ni simpática ni antipática, neutra. Que podría haber resultado atractiva, si hubiese puesto su evidente inteligencia al servicio de lo emocional en vez de utilizarla como envase de frialdad. Irreprochable pero distante, encastillada en su firme y asertiva seguridad.

Pasó el tiempo y casi no la recordaba, cuando un día recibí su inesperada llamada... ¡Me estaba citando! No me lo podía creer y, al colgar el teléfono, experimenté la desazón de las dudas que no me abandonarían hasta la fecha del concertado encuentro.

Y llegó el día ansiado, lleno de expectativas e intriga, en extraña y alternante combinación...

Con escasos preámbulos, me pidió que me quitara la ropa y me acostase a su merced. Admito que los nervios me atenazaban el estómago, combinando el deseo con un cierto temor a que los acontecimientos no siguiesen un rumbo satisfactorio. Pronto percibí que se apagaba la luz y se encendía su voz. Por primera vez, suave y acariciante; cálida y sedante... Un placentero sosiego me fue invadiendo al sentir el contacto de sus manos que me transmitían la grata seguridad de quien sabe muy bien lo que hace y lo hace muy bien. Su firme y suave tacto transmitía su experiencia en esas lides y, poco a poco, mi cuerpo recuperó su serenidad y control para entregarse y colaborar en el final más feliz del encuentro.

Al terminar, completamente relajado y satisfecho, descubrí una nueva luz. De repente, veía la vida de otra forma. Era algo casi milagroso que me costaba creer. Y, sin embargo, todo se me mostraba con una nitidez nunca experimentada u olvidada con el paso de los años.

A esa mujer le debo haber descubierto un mundo nuevo de sensaciones y emociones. Poder disfrutar más intensamente de formas, luces y colores, más allá de lo previsible... Mi gratitud es infinita.

Y ahora nos sonreímos al vernos... La operación de la catarata en mi ojo izquierdo ha sido un éxito espectacular.

¡Es maravillosa mi joven oftalmóloga!

FRM [09/04/2015]

Foto propia, desde otra ventana

miércoles, 8 de abril de 2015

Amor de temporada

Foto propia, paseando bajo mi ventana

Suave rubor de terciopelo,
humilde belleza lisonjera
que me hechiza, enamora y altera
cuando me haces sentir tu cielo.

He presentido tu anhelo,
me he bañado en tu mirada,
he sentido tu delicada presencia
y el aroma de tu pelo.

He soñado con cambiar la ortografía
para viajar desde lo bello de tu cabello
hasta la fragancia de tu vello,
en un milagro de repetida idolatría.

Pasajera y efímera querencia
que hago perdurar sin tu presencia,
cuando te miro sin verte
contemplando tu ausencia.

Roja, delicada, exquisita...
loca pasión de temporada
que va y viene, viene y va,
sin hacer ni decir nada.


FRM [08/04/2015]

lunes, 6 de abril de 2015

Mi camino

Foto propia, paseando bajo mi ventana

Continuo mi camino
sin saber cuál será mi último destino,
pero conozco el inicio
y cómo hacer el recorrido.

Paso a paso, eso es lo que cuenta,
haciéndolo, como dijo el poeta,
pisando firme, ligero de equipaje
y con ese buen amigo que siempre va conmigo.

Mirando cerca y adelante
porque lo andado ya lo fue
y si se vuelve la vista atrás
se corre el riesgo de volver a tropezar.

Es bueno detenerse y descansar,
recuperar fuerzas para continuar,
vaciar la mochila que no debe llenarse
y seguir haciendo camino al andar.

Conservo en el morral los recuerdos
que me dan fuerza, paz y alegría,
pero abandono el lastre pesado
del sufrimiento de pasados días.

Continuo mi camino
sin saber cuál es mi destino,
pero sabiendo el diario inicio
y cómo hacer el recorrido.

FRM [05/04/2015]

viernes, 3 de abril de 2015

Protección rugosa

Foto propia, paseando bajo mi ventana

Para no ser hecho astillas,
para que la savia siga fluyendo con vida,
para que rebroten fruto y follaje,
para tener el alma tranquila
y el corazón protegido
en la íntima ternura...
Para todo eso, protege y crece
centenaria la añosa corteza arrugada
que externamente se anuda y envuelve.

FRM [03/04/2015]