El Rincón del Nómada

El Rincón del Nómada
La libre soledad del ermitaño es el terreno más fértil para que germine y florezca la creatividad. (Foto propia, 2014. Isleta del Moro, Almería)

lunes, 29 de enero de 2018

Abrapalabra

Corría 1953, cuando este nómada escuchaba mucho para aprender a contar un poco de mayor

Una de las cosas que más me apasiona es el mundo mágico de las palabras. Quizá por eso me recuerdo como un lector insaciable desde que era muy niño, pues eran tiempos en que aprendíamos a leer y escribir muy tempranamente, de lo que conservo evidencias con tres y cuatro años de edad.

Es una placentera afición que, no sólo no me ha abandonado con el transcurso de los años, sino que ha crecido, convirtiéndose en una pasión inagotable con infinidad de hallazgos conceptuales y etimológicos que, si no siempre son reales ni ortodoxos, merecerían serlo en el universo paralelo de mis devaneos lúdicos y amorosos con las letras. Por eso, prefiero usar la mágica invocación de "¡Abrapalabra!" en lugar del legendario y tradicional conjuro "abracadabra".

Ignoro si hay algo genético en ello, pero estoy seguro de que mi familia tuvo una influencia determinante con sus regalos fascinantes de cuentos, tebeos, libros, narraciones y anécdotas que mis padres y algunas tías sembraron en mi ávida alma infantil abarrotada de ilimitada curiosidad insaciable.

De aquellos ya remotos años, conservo, entre otros muchos, el recuerdo de un gracioso poema de Pablo Parellada que, con el pseudónimo de "Melitón González", firmaba divertimentos muy inteligentes en publicaciones como la desaparecida y añorada revista "La Codorniz" que dirigía Alvaro de la Iglesia y acogía en sus audaces e inteligentes páginas a genios del ingenio como Tono, Abelenda, Martín Mena, Gila, Azcona, Mingote, Perich, Máximo y otros muchos que ahora no localizo en los viejos, y ya polvorientos, archivos de mi memoria.

Rescato los versos mencionados para conservarlos en este rincón de amistad, porque me encantan y porque mi  padre y sus inolvidables hermanas me los leyeron muchísimas veces, compartiendo risas y fomentando mi aprendizaje infantil.

EL IDIOMA CASTELLANO

Señores un servidor:
Pedro Pérez Baticola,
cual la Academia Española,
«limpia, fija y da esplendor».

Pero yo lo hago mejor;
y no son ganas de hablar,
pues les voy a demostrar
que es preciso meter mano
al idioma castellano
donde hay mucho que arreglar.

¿Me quieren decir por qué,
en tamaño y en esencia,
hay esa gran diferencia
entre un buque y un buqué?

¿Por el acento? Pues yo,
por esa insignificancia,
no concibo la distancia
de un presidio a presidió.

Ni de tomas a Tomás,
de un paleto a paletó
ni de topo a que topó
ni de colas a Colás.

Mas dejemos el acento
que convierte, como ves,
las ingles en un inglés
y vamos con otro cuento.

¿A ustedes no les asombra
que diciendo chico y chica,
majo y maja, rico y rica
no digamos hombre y hombra?

Y la frase tan oída
del marido y la mujer
¿por qué no tiene que ser
el marido y la marida?

El sexo a hablar nos obliga
a cada cual como digo;
si es hombre, me voy contigo;
si es mujer, me voy contiga.

¿Por qué llamamos tortero
al que elabora una torta
y al sastre que ternos corta
no le llamamos ternero?

Como tampoco imagino
ni el diccionario me explica
por qué al que gorros fabrica
no se le llama gorrino.

¿Por qué las Josefas son
por Pepitas conocidas,
como si fueran salidas
de las tripas de un melón?

¿Por qué el de Cuenca no es cuenco,
bodoque el que va de boda,
y al que los árboles poda
no se le llama podenco?

Cometa está mal escrito
y por eso no me peta;
¿hay en el cielo un cometa
que cometa algún delito?

Y no habrá quien no conciba
que llamarle firmamento
al cielo, es un esperpento;
¿quién va a firmar allá arriba?

¿Y es posible que persona
alguna acepte el criterio
de que llamen monasterio
donde no hay ninguna mona?

De igual manera me quejo
al ver que un libro es un tomo;
será un tomo si lo tomo
y si no lo tomo, un dejo.

De largo sacan largueza
en lugar de larguedad;
y de corto, cortedad,
en vez de sacar corteza.

Si el que bebe es bebedor,
el sitio es el bebedero,
y hay que llamar comedero
a lo que hoy es comedor.

Comedor será quien coma,
como es bebedor quien bebe:
y de esta manera debe
modificarse el idioma.

¿Y vuestra vista no mira
lo mismo que yo lo miro,
que quien descerraja un tiro
dispara, pero no tira?

Este verbo y más de mil
en nuestro idioma es un barro;
tira el que tira del carro,
no quien dispara un fusil.

Si se le llama mirón
al que está mirando mucho,
cuando ladre mucho un chucho,
hay que llamarle ladrón;

porque la sílaba –on
indica aumento, y extraño
que a un ramo de gran tamaño
no se le llame Ramón.

Y, por la misma razón,
si los que estáis escuchando
un buen rato estáis pasando,
estáis pasando un ratón.

¿Y no es tremenda gansada
en los teatros que sea
denominada platea
lo que nunca platea nada?

De la cárcel al rector
se le llama carcelero;
luego a quien es director
de una prisión, ¡por favor!
Hay que llamar prisionero.

Ya basta para quedar
convencido el más profano
que el idioma castellano
tiene mucho que arreglar.

Aquí se acaba la historia.
Si ahora, para terminar,
unas palmadas me dan,
ustedes no extrañarán
que les llame palmatorias.

(Autor: Pablo Parellada, ”Melitón González")

FRM [29/01/2018]

2 comentarios:

  1. El título de la entrada no puede estar mejor elegido, cuántas palabras pululan por nuestros medios, en los libros, en la prensa, en las redes sociales, en nuestras bocas, y se encuentran disgregadas en múltiples significados, es su magia y es su encanto y no puedo por menos que sentirme fascinada y atrapada con su hechizo. Gracias por ocuparte, en tantas ocasiones, de abrir muchas de esas palabras y devolverles el valor que se merecen. El recuerdo que traes a la memoria no puede ser más entrañable y tierno. El niño de la foto está pa comérselo, ¡qué carita de niño bueno e inteligente. ¡Cuántas aventuras le esperaban por vivir! Y él todavía si lo sabía... El poema lo desconocía y me ha encantado. Nuestro idioma es riquísimo, creo que no nos lo acabamos por más que lo intentemos, y como además está vivo y crece y se va nutriendo con otras lenguas, llega un punto que no lo abarcamos en su plenitud y llegamos a la conclusión de que es muy difícil hablar el español. Bueno, todo esto para decirte felicitarte por esta entrada. Genial! Un abrazo, querido Fran!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Querida Mati, no sabes cómo agradezco tu generoso comentario a este recuerdo tan entrañable para mí. Al margen de tus halagadores cumplidos, tienes toda la razón en lo que dices sobre nuestro maravilloso idioma que sobrevive a pesar de los mensajes telefónicos, las redes sociales y la R.A.E... y que, en su dificultad o complejidad, encuentra su riqueza y la fascinación de algunos chalados como nosotros. Muchas gracias que reitero y otro gran abrazo con beso para ti.

      Eliminar