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(Imagen de archivo público) |
Dejé de usar reloj cuando observé que sólo me servía para ser esclavo del tiempo ajeno.
Comía sin hambre y no podía comer cuando la tenía. Me criticaban cuando con la noche velaba y a cualquier momento amaba. No era correcto leer hasta la alborada o escribir esperando la llegada del alba. Anárquico, atípico, desordenado, insociable, incorrecto... me declaraban. O de
"viejoverde" era tildado, si a mi edad me enamoraba...
Hoy soy feliz, al hacer que lo lógico sea seguir lo ecológico de mis biorritmos biológicos. Me gusta y es bueno el impulso de lo diverso que, con buen tino, comparte con divertido lo etimológico. Así, tejo, remiendo y zurzo mi vida, dando otros usos a las agujas de
Cronos y haciendo, con mis destiempos, ancha y libre la corta vida de otros momentos.
Mucho valoro la libertad loca de mi cuerda soledad, pues me priva del ahogo de otras cuerdas de asfixiante dogal. No soporto controles ni vigilancias que me puedan provocar viajar en ambulancia. Sólo y solo paz y tranquilidad persigo, para eso prodigar a quien lo desee disfrutar conmigo. Pues en mi destiempo siempre hay espacio y lugar para todo buen amigo.
Con las visitas que quiero, sin dudarlo me esmero y, si soy yo el invitado, respeto y acepto sin reparos el horario hospitalario. Pues, es bien sabido, que todo bien nacido debe mostrarse agradecido y sería atrabiliario imponer mi libre destiempo estrafalario.
Fiel a la sabiduría materna, respeto el dicho de
"lo poco agrada y lo mucho enfada", porque, en mi ya larga experiencia, he aprendido que la larga convivencia genera egoísta y posesiva dependencia, llena de exigencias que incuban el virus de la decadencia. Ya que, volviendo con anuencia al recuerdo materno...
"siempre perdices cansan" y me consta que, la reiterada frecuencia, atenta contra lo eterno.
Y no se me juzgue arisco, en verdad soy muy amoroso, aunque hiberne como un oso. Así pues, si escuchas un sonoro
tic-tac retumbando en mi hogar, no lo dudes, es el latido de mi corazón devolviendo el eco de tu voz.
Porque, como dijo acertadamente el poeta
Eduardo Abril:
"El reloj miente. No dura lo mismo una hora contigo que una hora sin ti".
FRM [25/11/2017]