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El hobbit Smigol trasmutado en Gollum |
Seguramente no es nada científico el título que he asignado a estas reflexiones, pero tiene toda la belleza de lo literario y siento que J. R. R. Tolkien se merece mi homenaje por su inolvidable universo de "El Señor de los Anillos".
Han pasado ya más de treinta años desde que descubrí la Tierra Media y me sentí inevitablemente inmerso en las emocionantes aventuras de la "Compañía o Comunidad del Anillo", así como en la historia de Bilbo Bolsón "El Hobbit" y el marco de referencia detallado en "El Silmarillión".
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Frodo y Samsagaz |
Pero, si algo me llamó poderosamente la atención en los libros y posteriormente en la excelente recreación cinematográfica de la trilogía de Peter Jackson, fue el apasionante personaje del pobre hobbit Smigol, el mediano transmutado en el repulsivo Gollum, por obra y desgracia del maléfico poder del Anillo Único. Ese ser viscoso que siempre exhibe su amable y untuosa sonrisa ante los demás, hasta que se queda solo consigo mismo.
Y de esta peculiar criatura, lo que ciertamente ha centrado mi atención es la compleja psicología dual del personaje que, con su doble personalidad en constante conflicto, nunca dejó de inspirarme una gran ternura llena de compasión, además de una innegable atracción a pesar de los evidentes motivos de repulsión.
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"Mi tesorooo..." |
Una gran enseñanza para quien quiera verla y extraerla de un ente de ficción que encarna simbólicamente la doble naturaleza humana, como también fue magistralmente reflejada en la obra "El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde" de Robert Louis Stevenson.
Sin embargo, a diferencia del cruel, despiadado y terrorífico Mr. Hyde, el sentimiento de compasión y sincera piedad que me inspira el Gollum se impone y prevalece sobre la perversa pretensión de sus planes y acciones, quizá porque su yo primigenio, Smigol, es la primera víctima inocente de sus maquiavélicas manipulaciones.
Y fue mi amiga Lorena Gilsenka, psicóloga profesional, quien me aportó con sus conocimientos otra de las enseñanzas a acumular a las mencionadas anteriormente.
Copio y pego literalmente sus expertas palabras:
"...el conflicto que se ve es parte de la lucha de la naturaleza humana.
Ahora, si dicho conflicto se convierte en una lucha obsesiva entre el ser Smigol o Gollum, podría considerarse un trastorno límite de la personalidad, donde las personas a menudo presentan incertidumbre acerca de su identidad y, como resultado, sus intereses y valores pueden cambiar rápidamente. También tienden a ver las cosas en términos extremos, o todo es bueno o todo es malo. Sus puntos de vista sobre otras personas pueden cambiar rápidamente. Una persona que luce admiradora un día puede lucir despreciativa al siguiente día. Estos sentimientos súbitamente cambiantes a menudo llevan a relaciones intensas e inestables."
Excelente y certeramente preciso retrato de una realidad que algunos hemos vivido, reconocido y sido testigos de su aceptación por parte de la persona que sufre el trastorno mencionado. Algo que, como en la historia de Tolkien, sufre el que lo padece y hace sufrir a los que le rodean.
FRM [05/01/2017]
¡¡Genial!! Muy interesante tu reflexión y pienso que acertado el aporte de Lorena.Yo también creo que hay más de un Gollum deambulando por ahí y como tú pienso que al fin y a la postre, son dignos de lástima.
ResponderEliminarGracias, Fátima. Es cierto y estoy de acuerdo en que los "Gollum" son dignos de lástima y compasión, cuando estás en situación de observador. Pero son extremadamente peligrosos cuando te involucran de cerca en sus inestables y frecuentes cambios de personalidad y te convierten en víctima inerme de ellos. Besos.
EliminarTu escrito homenaje sobre "El síndrome Gollum", amigo Francisco, en sus reflexiones, llega nítido a la conciencia lectora. Evoca, obliga a revisar emociones, actitudes y comportamientos. Es un mundo épico y mágico en el que confieso que no he entrado -ni libro ni película o por insistencia de mi hijo mayor- por pereza. Necesaria y oportuna lectura, que quizás me anime a hacerlo. Gracias y fuerte abrazo.
ResponderEliminarTeo.
Con la obra de Tolkien y particularmente con la saga de "El Señor de los Anillos", no hay términos medios. O no la soportas o, como es mi caso, enloqueces de pasión adictiva ante su mágica monumentalidad que, en mi opinión, admite diferentes niveles de lectura, desde la épica más distante hasta la metáfora de lo cotidiano.
EliminarSería infiel a mis gustos si no te recomendase su lectora con fervor convencido. Ojalá lo hagas y te guste tanto como a mí. Abrazos.